¡°El coronavirus no puede reinar en la escuela. Es el momento de construir colegios m¨¢s humanos¡±
¡®Caperucita y el CovidLobo¡¯ es una historia gr¨¢fica dirigida a que ni?os y mayores aprendan a minimizar las consecuencias que la crisis sanitaria puede tener para el desarrollo de los peque?os
- ¡°?Por qu¨¦ te lavas las manos cada vez que me tocas?¡±
- ¡°Es para protegerme mejor¡±.
- ¡°?Y por qu¨¦ llevas esa mascarilla tan fea?¡±
- ¡°Es para protegerte mejor¡±.
Cuando, durante la crisis, se anunci¨® la apertura de las escuelas de cero a seis a?os, se arm¨® no poco revuelo entre madres, padres y maestros. ?Pod¨ªa garantizarse el distanciamiento social, prevenir el contagio, y desinfectar convenientemente los edificios y la ropa de menores y adultos? Urg¨ªa conciliar, s¨ª, pero apremiaba a¨²n m¨¢s proteger tanto a los peque?os en las escuelas como a los mayores en casa: por aquel entonces, a¨²n se cre¨ªa que los ni?os eran grandes transmisores de la covid-19, algo que no se ha llegado a determinar, seg¨²n la evidencia cient¨ªfica existente. Medidas sanitarias, sociales, econ¨®micas: los pol¨ªticos se esforzaban por acertar con el paso siguiente ante un enemigo desconocido, pero pocos alcanzaban a preguntarse c¨®mo se sent¨ªan los ni?os cuando toda su realidad cercana se desmoronaba.
A lo largo de media docena de vi?etas, en Caperucita y el CovidLobo se repasa c¨®mo ser¨ªa esa vuelta a la escuela para los ni?os y ni?as de la pandemia de coronavirus. ¡°Lo escrib¨ª, como Tonucci con Frato, poni¨¦ndome en el lugar de lo que el ni?o o la ni?a puede sentir con esas medidas, lo que estamos transmitiendo con ellas. Y quer¨ªa que los adultos tomaran conciencia de que no solo hablan las palabras; tambi¨¦n lo hacen los gestos, y ese lenguaje no verbal es el primero que los ni?os perciben¡±, cuenta Heike Freire, autora del texto y experta en pedagog¨ªa verde. Un mensaje que se puede ver en cada p¨¢gina: ¡°Yo procur¨¦ generar esas distancias sociales en pr¨¢cticamente todas las vi?etas. Cada cosa en un extremo del folio; estiro el brazo, pero no llego a mi amigo, que ni siquiera se inmuta... Eso, un adulto lo entiende a la perfecci¨®n, y tambi¨¦n el ni?o, a partir de una cierta edad¡±, a?ade Roc¨ªo Pe?a, su ilustradora.
?Es este un cuento para ni?os o para adultos? Pues depende de c¨®mo se mire. M¨¢s all¨¢ de unas vi?etas amables, y una ni?a, una escuela y unas estanter¨ªas con las que los ni?os van a sentirse familiarizados, ¡°el cuento se dirige a los padres, para que puedan reflexionar sobre el miedo y la angustia que muchos peque?os est¨¢n sintiendo con todo lo que est¨¢ pasando¡±, explica Freire. Cuando esta reflexi¨®n se produce, cuando el adulto se lo ha le¨ªdo y sabe lo que siente, puede entonces usarlo con los ni?os y las ni?as. ¡°La idea es que sirva para poder sacar miedos, porque creo que todos hemos pasado mucho durante el confinamiento y que todav¨ªa estamos asustados. Es importante que los ni?os se puedan expresar¡±, a?ade.
Hay que dominar los miedos
A falta de otros instrumentos, muchos padres han recurrido a la herramienta del miedo al virus hasta convertirlo, efectivamente, en el lobo del cuento. Pero esta dista mucho de ser la m¨¢s adecuada. Para la Asociaci¨®n Francesa de Pediatr¨ªa, ¡°es urgente que dominemos nuestros miedos y que sigamos adelante, por la salud y el bienestar de los ni?os y de las ni?as¡±, a la vez que lamentan lo que consideran unas medidas excesivas de protecci¨®n, ¡°m¨¢s ligadas a los temores de los adultos que a los hechos y a los resultados de las investigaciones en pa¨ªses como Dinamarca, Holanda, Islandia o Italia¡±, argumenta Freire. Unos estudios que ya han demostrado que los ni?os est¨¢n lejos de ser esos grandes contagiadores que se cre¨ªa que eran al inicio de la crisis, unos ¡°transmisores silentes, que es lo que en repetidas ocasiones ha dicho la Asociaci¨®n Espa?ola de Pediatr¨ªa¡±.
En la misma l¨ªnea, la autora de Caperucita y el CovidLobo, tambi¨¦n psic¨®loga y fil¨®sofa, afirma que las medidas de distanciamiento, que s¨ª pueden estar indicadas en aquellos mayores de 20 a?os que, por ejemplo, trabajan presencialmente, no se justifican en ni?os y ni?as, en los que adem¨¢s pueden ocasionar traumas psicol¨®gicos, o como poco ansiedad y miedo: de hecho, una encuesta de Save the Children afirma que uno de cada cuatro ni?os sufre angustia y ansiedad por el encierro. ¡°Todos tenemos miedo, y eso es normal. Nos faltan los argumentos para explicarles a los ni?os y las ni?as c¨®mo comportarse; por qu¨¦ salir a la calle o por qu¨¦ no hacerlo; por qu¨¦ hacerlo a una hora s¨ª y a otra no, o por qu¨¦ podemos salir dos personas, pero no cuatro. De ah¨ª que muchas familias necesiten recurrir al miedo, porque son cosas que ni nosotros mismos, los adultos, a veces comprendemos¡±, se cuestiona Freire.
Sin embargo, para dominar esos miedos, hay que saber reconocerlos y expresarlos, para poder tomar conciencia de ellos y que no te dominen a ti, sino al rev¨¦s. ¡°Y es urgente que lo hagamos por la vida de esos ni?os y ni?as que tienen derecho a vivir su infancia, y porque, desde el punto de vista del desarrollo y del aprendizaje, una criatura angustiada y con miedo no se desarrolla ni aprende bien¡±, sostiene Freire. ¡°Por millones de razones, pero sobre todo porque pierde la seguridad y la confianza en la vida, y entonces no se atreve a tomar riesgos; y uno no puede desarrollarse ni aprender sin arriesgarse. Si no te atreves a nada, ni te desarrollas, ni creces, ni aprendes¡±.
Ser conscientes de nuestros propios temores hace a su vez que podamos ser transparentes con los ni?os, y que ellos perciban que es normal sentir miedo en circunstancias como las que vivimos. ¡°Si yo le digo a mi hijo que tengo miedo por lo que est¨¢ pasando, ¨¦l podr¨¢ separarse f¨¢cilmente y decir, ¡°es mi madre la que tiene miedo¡±. Pero si no digo nada y me comporto de una determinada manera, el ni?o puede recibir esos sentimientos sin saber si son suyos o de otra persona, y ocasionar muchos m¨¢s conflictos a la larga¡±.
?Una escuela m¨¢s humana?
M¨¢s all¨¢ de la crisis sanitaria, la pandemia de de la covid-19 representa tambi¨¦n, para las autoras del cuento, una oportunidad ¨²nica para construir una escuela m¨¢s ¨ªntima y humana en la que, para empezar, no se gestione solo desde el punto de vista epidemiol¨®gico y a golpe de decreto, sino donde se tomen en consideraci¨®n otras dimensiones del ser humano, que de alguna manera incluyan las opiniones y los criterios de las familias, los psic¨®logos o los pedagogos, ¡°porque la salud no solo es el coronavirus, sino que es algo mucho m¨¢s complejo, que tiene que ver con el bienestar y muchas otras cosas¡±, afirma Freire. ¡°Ning¨²n coronavirus puede reinar en la escuela¡±.
El debate sobre cu¨¢ndo y c¨®mo abrir las escuelas ha de extenderse, aseguran, a otros profesionales, empezando por un comit¨¦ de expertos pluridisciplinar, a nivel nacional, que contemple a la infancia en todas las dimensiones que tiene, donde se comparta y debata. Un ¨®rgano que de unas pautas generales para que luego cada escuela, cada comit¨¦ o cada pueblo pueda crear sus propias regulaciones: ¡°Hay mucho que aportar desde las familias o desde otros grupos de trabajo. Se trata de ampliar el debate, la reflexi¨®n y las soluciones, porque saldr¨¢n propuestas concretas y soluciones viables. No s¨¦ hasta d¨®nde estamos contando con estas redes, pero me parece, en principio, que muy poco¡±, asegura Pe?a.
En definitiva, se trata de implementar estrategias que se centren no solo en protegernos de la enfermedad, sino tambi¨¦n en inyectar vida en una escuela renaturalizada y abierta al entorno, con grupos m¨¢s peque?os que sirvan para aprovechar los espacios de la ciudad: ¡°Es un enfoque que, por ejemplo, ya utilizaba la Instituci¨®n Libre de Ense?anza antes de la Guerra Civil. Giner de los R¨ªos ten¨ªa una extensa lista de todos los lugares donde hab¨ªa que hacer escuela, aprovechando todo lo que tengas alrededor: una playa, un parque, un r¨ªo, una monta?a o un jard¨ªn p¨²blico, pero tambi¨¦n en una biblioteca, el centro de ocio y tiempo libre e incluso la c¨¢rcel¡±.
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