Ser madre y escritora en tiempos de pandemia
Para algunas autoras el problema es manejar tres trabajos a la vez: uno remunerado, despu¨¦s la escritura y, por ¨²ltimo, la maternidad
¡°Ya es bastante dif¨ªcil ser madre y artista a la vez. Pero ser madre tambi¨¦n significaba negar la evidencia hist¨®rica: es bien sabido que las grandes escritoras y las mujeres chamanes de culturas occidentales no ten¨ªan hijos y no iba a ser yo la mujer que se llevara la historia por delante¡±, escrib¨ªa Jane Lazarre en 1976 en las p¨¢ginas de El nudo materno (Las afueras). Unas l¨ªneas despu¨¦s, a?ad¨ªa: ¡°el problema ser¨ªa manejar tres trabajos a la vez: uno remunerado, despu¨¦s la escritura y, por ¨²ltimo, la maternidad¡±.
Y cuando esbozaba ese ¡°problema¡± Lazarre ni siquiera imaginaba la posibilidad de manejar esos tres trabajos estando encerrada en casa con sus hijos a causa de una pandemia, que es lo que han vivido en los ¨²ltimos meses muchas mujeres que son madres, escriben y adem¨¢s ejercen otros trabajos remunerados. A Silvia Nanclares, autora de Qui¨¦n quiere ser madre? (Alfaguara), el decreto de Estado de Alarma y el posterior confinamiento le pill¨® ¡°hasta arriba de trabajo¡± (en la cooperativa en la que realiza labores de comunicaci¨®n y como escritora freelance), con una contractura en la espalda ¡°del cop¨®n¡± e intentando darle un empuj¨®n al proyecto de segunda novela. Asegura que, dadas las circunstancias, le alivi¨® en un primer momento la suspensi¨®n de varios proyectos y el retraso en algunos plazos, pero reconoce que el alivio dur¨® poco, ¡°lo que tard¨® en llegar el alud del teletrabajo y los cuidados del cr¨ªo¡± sin la ayuda de la escuela infantil.
¡°Hace poco salieron unos ¨ªndices de entrega de papers cient¨ªficos donde se ve¨ªa c¨®mo hab¨ªan deca¨ªdo los papers entregados por mujeres desde el inicio del confinamiento, intuyo que muchas de ellas ser¨ªan madres. Creo que va a pasar lo mismo en la literatura. O est¨¢s pasando la pandemia en tribu, o con una pareja igualitaria y que tambi¨¦n haga teletrabajo, o est¨¢s dispuesta a escribir a costa de tu salud (restando horas de sue?o, por ejemplo), o no lo veo viable¡±, asegura.
Aroa Moreno, autora de la premiada La hija del comunista (Caballo de Troya), querr¨ªa tener terminada ya su segunda novela. Una tarde, durante el confinamiento, decidi¨® ¡°con dolor y renuncia¡± que tendr¨ªa que dejar pasar esa fecha que ella misma se hab¨ªa impuesto. ¡°Si soy honesta, la mitad de esa decisi¨®n tiene que ver con c¨®mo esta coyuntura ha afectado a los adentros de mi casa, es decir, con que tengo que cuidar a mi hijo muchas horas y la invasi¨®n de los espacios personales: ?d¨®nde est¨¢ mi silencio? La otra mitad, con mi propia concentraci¨®n para escribir y que no tiene que ver con ser madre, sino con la incertidumbre diaria de la situaci¨®n. Para m¨ª es imposible mantenerse a salvo a los altibajos emocionales que las noticias provocan. No quiero mezclar estas dos inestabilidades¡±, explica la autora madrile?a. Para Moreno, escribir y ser madre ¡°a la vez y en el mismo espacio es muy complicado¡±, pero asegura que no lo cambiar¨ªa nunca por otra situaci¨®n: ¡°lo que quiere decir que hay situaciones much¨ªsimo peores que la m¨ªa¡±.
Carmen G. de la Cueva, autora de Un paseo por la vida de Simone de Beauvoir (Lumen), estaba trabajando en un libro cuando lleg¨® el fin del mundo, un libro que avanza ¡°lento¡± porque solo le puede dedicar dos o tres horas diarias. Su realidad y sus rutinas de trabajo, sin embargo, no han cambiado en demas¨ªa con la pandemia, ya que su hijo de 17 meses no iba a la escuela infantil. ¡°En todo caso la pandemia las ha equilibrado. Ahora mi pareja puede teletrabajar y los cuidados se comparten al 50%¡±, afirma. Para De la Cueva lo dif¨ªcil no es escribir, sino escribir y cuidar ¡°amorosamente¡± a su beb¨¦, ¡°sin que la casa se convierta en una pocilga e intentando que el amor conyugal sobreviva a los reproches, los temores y las frustraciones de cada uno¡±. M¨¢s a¨²n en un contexto de precariedad, ya que, como afirma, escribir, en general, da poco o ning¨²n dinero y cuidar tampoco genera ganancias por lo que, la mayor¨ªa de las veces, ¡°las madres artistas caemos en un vac¨ªo. Nos entregamos con el cuerpo a la crianza, nos entregamos tambi¨¦n a nuestro trabajo y la cuenta bancaria siempre est¨¢ temblando¡±.
Organizaci¨®n y culpa
Aroa Moreno termin¨® de escribir La hija del comunista con las manos en el teclado y sujetando a la vez a un beb¨¦ de apenas unos meses al que se llev¨® a Berl¨ªn para asentar los mapas de la novela. ¡°Fue una locura total. Ahora lo recuerdo como una peque?a proeza maravillosa¡±, afirma. ?Te has visto pensando en alg¨²n momento en lo diferente que ser¨ªa todo en esta situaci¨®n (en todos los sentidos, pero sobre todo como escritora) sin tener que cuidar de un hijo?, le pregunto. Moreno alude la dedicatoria del matem¨¢tico estadounidense Joseph J. Rotman en uno de sus libros: ¡°A mi mujer Margarit y mis hijos Ella Rose y Daniel Adam, sin los cuales habr¨ªa terminado este libro dos a?os antes¡±.
¡°Creo que resume el amor y todo lo dem¨¢s. As¨ª lo entiendo yo¡±, explica la escritora, que reconoce que ¡°es casi seguro¡± que habr¨ªa terminado el libro si no tuviese un hijo y que le encantar¨ªa ¡°estar en ese punto¡±, pero matiza que si no fuese madre no habr¨ªa elegido los caminos que le llevan a escribir la novela que se trae entre manos: ¡°Ser madre no ilumina, no hace que desaparezca ning¨²n viejo fantasma, pero conoces una sensibilidad nueva y crucial para la escritura¡±.
¡°Cada d¨ªa he agradecido al universo el tener un beb¨¦ al que cuidar durante la pandemia, una raz¨®n para mantener una rutina, cuidarlo a ¨¦l y cuidarme a m¨ª, no caer en ese bucle de tiempo perdido y procastinaci¨®n en el que ca¨ªa antes de ser madre¡±, reflexiona por su parte Carmen G. de la Cueva, que dice aprovechar las siestas de su beb¨¦ para leer y dedicar dos o tres horas al d¨ªa para trabajar. ¡°S¨¦ que ese es el tiempo que tengo y, despu¨¦s, todo el d¨ªa es para mi hijo. Pero solo el poder sentarme delante del port¨¢til cada d¨ªa, leer unas p¨¢ginas de un libro y pensar en mi proyecto me hace sentirme feliz¡±, asegura. La escritora sevillana explica que desde que sabe que tiene poco tiempo para trabajar consigue concentrarse y focalizar mucho m¨¢s. Ser¨¢ que, como a?ade, el tiempo de las madres tiene otra medida: ¡°En eso, la pandemia y la maternidad se parecen mucho, son tiempos vividos al margen de lo que nos dicta la sociedad y el sistema agresivo en el que vivimos¡±.
Esa sensaci¨®n tambi¨¦n la comparte Silvia Nanclares, que apunta que, desde que es madre, necesita mucho menos tiempo para meterse en harina y resuelve con m¨¢s rapidez. ¡°Las consecuencias que esto tenga en el resultado ser¨¢n otro cantar¡±, ironiza. Ella y su pareja est¨¢n haciendo horarios de comida y cena muy europeos con su hijo, lo que les ha permitido trabajar durante su siesta y cuando se duerme. ¡°Con todo ello puedo escribir art¨ªculos, reescribir y leer, pero escribir algo m¨¢s de fondo (ficci¨®n) me est¨¢ costando much¨ªsimo¡±, explica la autora madrile?a, que dice convivir con la culpa desde hace dos a?os, cuando se empe?¨® y pele¨® (consigo misma y con la culpa, sobre todo) por mantener su espacio propio de escritura casi desde el primer d¨ªa despu¨¦s de ser madre. ¡°Me ha hecho muy feliz poder mantenerlo, pero tambi¨¦n me ha generado malestar. Y esa ambivalencia se ha acentuado, como todo, en confinamiento¡±, reconoce.
A Aroa Moreno, por su parte, es f¨¢cil verla leyendo a una mano en cualquier lugar: rodeada de v¨ªas de tren de madera, con la Patrulla Canina salvando gatitos, sentada un taburete junto a la ba?era de su hijo, mientras le prepara el desayuno, etc. ¡°Escribir es otra cosa¡±, reconoce. Para ello se levanta temprano, en plena madrugada, lo que la convierte ¡°en un zombie a partir de las nueve y media de la noche¡±, la hora en la que su hijo se duerme; e intenta ara?ar m¨¢s tiempo turn¨¢ndose tambi¨¦n con su pareja. Tiempo que, por tanto, no dedica a su hijo, lo que le genera tambi¨¦n cierta dosis de culpa. ¡°Una voz interior me dice: dale tiempo de calidad. Si est¨¢s, tienes que estar al 100% y no respondiendo correos con una mano y escuchando las noticias con la otra. Pero me recuerdo diariamente que esta situaci¨®n excepcional, que hay que ser laxos con las normas¡±, asegura antes de se?alar que est¨¢ reflexionando bastante durante estos meses sobre las supuestas exigencias sobre la paternidad y la maternidad ¡°que nos hemos comido esta generaci¨®n de padres, que preferimos sentirnos estresados, culpables, mortificados y que no llegamos a nada a poner al ni?o una pel¨ªcula¡±.
A pesar de la culpa, de la precariedad y de la falta de sue?o, el poder cuidar y escribir ofrece a Carmen G. de la Cueva ¡°cierta calma¡±. ¡°Estoy intentando hacer las cosas bien, eso es lo que cuenta, eso es lo que quiero que vea mi hijo y que recuerde las ma?anas en la plaza del pueblo, las margaritas que recogimos de los campos, las p¨¢ginas que intent¨¦ escribir en mitad del desastre¡±, concluye.
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