Sahel y covid-19: una ventana al futuro del desarrollo

Los gobiernos africanos han actuado r¨¢pidamente en la lucha contra la covid-19. Fueron de los primeros en adoptar enfoques de mitigaci¨®n como monitorear las llegadas desde pa¨ªses de alto riesgo, cerrar fronteras y espacios a¨¦reos, e implementar el distanciamiento social, incluso mediante cierres o toques de queda. El liderazgo de ?frica en su preparaci¨®n y respuesta a la pandemia debe ser celebrado y servir como ejemplo. Pero con el n¨²mero de casos en aumento, ning¨²n pa¨ªs est¨¢ fuera de peligro.

En el Sahel, la covid-19 lleg¨® a una tierra atrapada por el conflicto prolongado, el extremismo violento, la competencia por acceso a la tierra y el agua, y los azares del cambio clim¨¢tico, con temperaturas aumentando 1,5 veces m¨¢s r¨¢pido que el promedio mundial. Los diez pa¨ªses que conforman el Sahel ¨CBurkina Faso, Camer¨²n, Gambia, Guinea, Mali, Mauritania, N¨ªger, Nigeria, Senegal y Chad¨C tienen ¨ªndices de desarrollo humano cr¨®nicamente bajos, lo que indica deficiencias en los sistemas de salud, la educaci¨®n y el nivel de vida. N¨ªger, por ejemplo, tiene un promedio de 0,3 camas de hospital por cada 1.000 personas, en comparaci¨®n con Sud¨¢frica, que tiene casi tres camas por cada 1.000 personas.

Con un 64% de sus 150 millones de habitantes por debajo de los 25 a?os, una pregunta esperanzadora es si la resiliencia de los j¨®venes sahelianos ayudar¨ªa a la regi¨®n a combatir el virus. Sin embargo, un estudio del PNUD a¨²n no publicado indica que, en los pa¨ªses de renta baja, ese colch¨®n de edad es ampliamente superado por la poca capacidad de los sistemas de salud; con diferentes perfiles de comorbilidad en comparaci¨®n a los pa¨ªses m¨¢s afectados hasta la fecha a causa del VIH, la tuberculosis, la malaria, la diabetes y la desnutrici¨®n, y el impacto de la interrupci¨®n de servicios m¨¦dicos para pacientes que no padecen de covid-19. Como vimos durante el brote de ¨¦bola en ?frica Occidental en 2014, m¨¢s personas murieron a causa de la interrupci¨®n de los servicios sociales y de la crisis econ¨®mica que del propio virus. La seguridad tanto de los trabajadores de salud como de las comunidades, sobre todo en zonas remotas donde el Estado no llega, es motivo de gran preocupaci¨®n.

Un nuevo informe del PNUD advierte que el desarrollo humano disminuir¨¢ este a?o por primera vez desde la introducci¨®n de este concepto en 1990. La COVID-19, con su triple impacto en la salud, el empleo y la educaci¨®n, empeorar¨¢ la situaci¨®n a menos que se tomen medidas decididas. La pandemia en el Sahel, al igual que en el resto de ?frica, debe ser aprovechada como una oportunidad para detener el retroceso y reajustar el enfoque de desarrollo a uno basado en la solidaridad, la integraci¨®n y el fortalecimiento de las alianzas. La implementaci¨®n del ?rea de Libre Comercio de ?frica Continental, por ejemplo, podr¨ªa ayudar a reavivar la antigua gloria del Sahel como el hogar de las rutas comerciales m¨¢s pr¨®speras del mundo.

N¨ªger tiene un promedio de 0,3 camas de hospital por cada 1.000 personas, en comparaci¨®n con Sud¨¢frica, que tiene casi tres camas por cada 1.000 personas

Al igual que las diferentes ideolog¨ªas y culturas que han definido el Sahel durante siglos, la comunidad internacional se enfrenta a una encrucijada: apoyar al Sahel en la construcci¨®n de un futuro post-pandemia m¨¢s inclusivo, resiliente y verde para aquellos que, incluso antes de que el virus se propagara, no ten¨ªan acceso a los centros de salud, a las escuelas, al trabajo, a internet ni al sistema, para quienes el extremismo violento ya era generalizado y los momentos de libertad eran escasos; o dejar a los sahelianos ¡ªy a todas las comunidades afectadas por complejos conflictos¡ª donde ahora se encuentran: en el espejo retrovisor de las ¨²ltimas prioridades internacionales.

Si este virus nos ha ense?ado una lecci¨®n clara, es que el mundo no puede avanzar si una parte de ¨¦l falla. Un fracaso en el Sahel solo retrasar¨ªa la recuperaci¨®n mundial; se interrumpir¨ªa la lucha contra el terrorismo a nivel mundial y conducir¨ªa a que m¨¢s sahelianos, en especial a los j¨®venes, emigren en busca de una vida mejor, incluso a trav¨¦s de canales no oficiales con altos riesgos para la seguridad.

El Sahel, por lo tanto, podr¨ªa ser una oportunidad para que la comunidad internacional demuestre lo que ser¨ªa una mejor recuperaci¨®n de la pandemia de covid-19: priorizar la financiaci¨®n para el desarrollo tanto como la ayuda humanitaria, apoyar nuevas intervenciones que rompan el ciclo de crisis mediante la prevenci¨®n de conflicto, la estabilizaci¨®n de comunidades, la inversi¨®n en transformaci¨®n y la promoci¨®n de la sostenibilidad.

Este nuevo enfoque invertir¨ªa en proyectos de energ¨ªa solar y e¨®lica como parte de la respuesta a la covid-19 para transformar la regi¨®n, creando oportunidades econ¨®micas, empleos, y acceso seguro a la electricidad para el 70% de sahelianos que no la tienen. Se apoyar¨ªa en el ingenio demostrado por sus j¨®venes en la respuesta a la COVID-19: como en Nigeria, poniendo en marcha centros de pruebas de covid-19 m¨®viles; en Senegal, inventando kits de prueba a un d¨®lar; o en Camer¨²n, donde han creado sistemas de desinfecci¨®n en espacios p¨²blicos. Ampliando la Gran Muralla Verde, se podr¨ªan restaurar 100 millones de hect¨¢reas de tierra, atrapar 250 millones de toneladas de carbono y crear 10 millones de empleos rurales.

Apoyar la cohesi¨®n social y la resiliencia de las comunidades, especialmente en las zonas fronterizas de Liptako Gourma, entre Mali, Burkina Faso, N¨ªger y la cuenca del lago Chad, reforzar¨ªa la gobernabilidad y la co-creaci¨®n, junto a las comunidades del Sahel, de modelos para sostener la paz local, abordar ideolog¨ªas extremistas, facilitar el di¨¢logo social y preservar los derechos humanos.

La covid-19 presenta una oportunidad para abordar la complejidad de los desaf¨ªos del Sahel. Este no es el momento de volver a la normalidad, de dejar al Sahel en la visi¨®n perif¨¦rica del mundo, ni de perpetuar la divisi¨®n desarrollo-humanitarismo sobre la cual los sistemas de ayuda internacional y las estructuras financieras han evolucionado y contin¨²an operando. Las intervenciones humanitarias y de salud que salvan vidas deben integrarse con acciones sociales y econ¨®micas urgentes. La comunidad internacional tiene la responsabilidad urgente de trabajar junta por un futuro mejor, para todos, incluidos los que viven en la costa del desierto m¨¢s grande del mundo.

Achim Steiner es administrador del PNUD, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

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