El fantasma de Maddie
La desaparici¨®n de Madeleine McCann, hace 13 a?os, desbord¨® los l¨ªmites del mero suceso. Es un fen¨®meno que no ha dejado de generar noticias. La ¨²ltima, la identificaci¨®n del presunto culpable.
Hay historias que tienen un desarrollo patol¨®gico. Atrapan el inter¨¦s general y se mantienen con vida indefinidamente. La desaparici¨®n de Madeleine McCann, el 3 de mayo de 2007, poco antes de cumplir los cuatro a?os, es uno de estos casos. Vuelve peri¨®dicamente a la actualidad como un fantasma dispuesto siempre a materializarse. Ahora, 13 a?os despu¨¦s del suceso, la polic¨ªa alemana cree tener en su poder al secuestrador y asesino de Maddie. El sospechoso se llama Christian Brueckner, tiene 43 a?os, ha sido condenado por violaci¨®n y viv¨ªa en la localidad portuguesa de Praia da Luz cuando se produjo la desaparici¨®n de la ni?a. ?Ser¨¢ el monstruo? Si lo es, hay que reconocerle la habilidad de haber eludido un cerco policial que puso en la mira de los investigadores a 600 ?sospechosos.
Entre mayo y septiembre de 2007, cientos de reporteros, fot¨®grafos y equipos de televisi¨®n de todo el mundo estuvieron al pie del ca?¨®n entre Lagos, Portimao y Praia da Luz. Los primeros en desembarcar fueron, l¨®gicamente, los brit¨¢nicos. En su pa¨ªs, millones de personas reclamaban detalles de lo ocurrido. ?Por qu¨¦ dorm¨ªa sola Madeleine con sus hermanos peque?os en el apartamento alquilado en un pa¨ªs extranjero mientras los padres cenaban fuera con unos amigos? La pol¨¦mica crec¨ªa dentro del drama, y eso alimentaba el inter¨¦s del caso.
La presencia de tantos periodistas parec¨ªa reconfortar a los McCann. Gerry y Kate se prodigaron hasta la extenuaci¨®n en comparecencias televisivas, entrevistas y contactos diarios. Siempre flanqueados por asesores de la Embajada brit¨¢nica en Lisboa. Todo el mundo los conoc¨ªa y todo el mundo compart¨ªa su angustia. Pronto se estableci¨® con ellos una relaci¨®n peligrosamente parecida a la mantenida a?os atr¨¢s con la princesa Diana. Los McCann pasaron a ser verdaderas celebridades. Sus viajes al extranjero, la web que abrieron para recoger donaciones y eventuales pistas sobre la peque?a, y la fundaci¨®n inmediatamente creada, todo ten¨ªa una repercusi¨®n global.
Pero el tiempo fue cambiando las cosas. La polic¨ªa empez¨® a ser cada vez m¨¢s inquisitiva con la pareja. Hab¨ªa detalles en sus declaraciones que no encajaban. Y luego estaban las alarmas levantadas por los perros tra¨ªdos del Reino Unido, que pareci¨® que detectaron huellas de sangre y olor a cad¨¢ver en el apartamento que hab¨ªan ocupado. En septiembre, los periodistas percib¨ªamos ya una cierta hostilidad hacia los McCann en Praia da Luz. Tras un largo interrogatorio, Kate pas¨® a ser considera sospechosa de la desaparici¨®n de su hija. Su marido la sigui¨® despu¨¦s. Regresaron con sus hijos a su casa de Rothley, en Inglaterra. La pol¨¦mica fue gigantesca. Gon?alo Amaral, el polic¨ªa que dirig¨ªa la investigaci¨®n, fue puesto en la picota por los tabloides. La diplomacia se puso en marcha y un fiscal portugu¨¦s desestim¨® la tesis construida por Amaral.
Kate y Gerry continuaron durante meses una campa?a activa de sensibilizaci¨®n p¨²blica en torno a Maddie, y lograron que Scotland Yard siguiera busc¨¢ndola. Pero hace tiempo que optaron por un perfil bajo. Eluden las apariciones p¨²blicas y llevan una vida discreta con sus hijos mellizos, ya adolescentes. A la noticia del nuevo sospechoso han reac?cionado con el l¨®gico inter¨¦s. No pierden la esperanza de encontrar viva a su hija, pero ante todo quieren saber la verdad. Es la ¨²nica manera de que ellos, y el fantasma de Madeleine, puedan descansar.
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