Pintar la casa
He encontrado el ejemplar de bolsillo de Vol de nuit, de Antoine de Saint-Exup¨¦ry, que le¨ª en franc¨¦s con la ayuda de mi madre
Benjamin Franklin dijo una vez que tres mudanzas equivalen a un incendio. Pintar una casa, a?ado yo ahora, equivale a tres cuartos de mudanza. Como m¨ªnimo.
Ya hab¨ªa pensado en pintar la casa de blanco este verano antes de que el coronavirus nos robara la primavera. Ha pasado tanto tiempo desde que lo hicimos por ¨²ltima vez que sus habitaciones son de colores, melocot¨®n, rosa, azul, verde¡ Llevo a?os cansada de verlos, pero durante el confinamiento, tantos d¨ªas seguidos encerrada entre cuatro paredes, me crisparon los nervios hasta el punto de que empec¨¦ a hacer gestiones por tel¨¦fono cuando todas las tiendas estaban cerradas y apenas nos dejaban salir a pasear. Con la crisis tan enorme que se nos viene encima, augur¨¦, no me resultar¨¢ dif¨ªcil encontrar pintores. Dif¨ªcil no fue, pero, aunque no lo crean, f¨¢cil tampoco, aunque lo consegu¨ª con tiempo de sobra para prepararme. O eso cre¨ªa yo.
Es incre¨ªble la cantidad de cosas que pueden llegar a acumularse en 15 a?os de la vida de cualquiera. Es asombroso que el tiempo logre convertir objetos que una vez fueron ¨²tiles en otros completamente in¨²tiles, y no siempre porque su utilidad o su funci¨®n hayan caducado, sino porque su existencia se convierte en un enigma incomprensible. ?Y esto cu¨¢ndo lo compr¨¦ yo, de d¨®nde lo saqu¨¦, qui¨¦n me lo regal¨®? Esas preguntas me acompa?an como indeseables guardaespaldas en mis periplos por armarios, maleteros y estanter¨ªas. Estas ¨²ltimas han sido especialmente dolorosas.
He encontrado cosas que cre¨ªa que hab¨ªa perdido, cosas que hab¨ªa olvidado que existieran, cosas que met¨ª en cajas de cart¨®n cuando hice la ¨²ltima mudanza y que nunca llegu¨¦ a sacar de all¨ª, pero he descubierto que me faltan much¨ªsimos libros, tantos que he llegado a dudar de haberlos pose¨ªdo alguna vez. Si no los ten¨ªa, vuelvo a preguntarme, ?c¨®mo, cu¨¢ndo los le¨ª? Y si los ten¨ªa, ?a qui¨¦n se los prest¨¦? Su ausencia no me hace tanto da?o como la presencia de otros que contienen en sus portadas, en sus p¨¢ginas, toda mi juventud.
Nunca me han gustado demasiado las fotograf¨ªas, quiz¨¢s porque perd¨ª a mi madre muy pronto y me daba miedo, entendido como una airosa variedad de la pena, encontrar a traici¨®n su sonrisa congelada en un marco o en un ¨¢lbum. Sin embargo, he guardado alegremente mis libros durante toda la vida sin sospechar que, alg¨²n d¨ªa, ciertos ejemplares me la devolver¨ªan con m¨¢s precisi¨®n, m¨¢s contundencia que su propia imagen. He encontrado, revuelto entre otros muchos, el ejemplar de bolsillo de Vol de nuit, de Antoine de Saint-Exup¨¦ry, que le¨ª en franc¨¦s, con su ayuda, a los 14 o 15 a?os. De vez en cuando aparecen palabras subrayadas con bol¨ªgrafo y encima, con la misma letra menuda y apelotonada que sigo teniendo, su traducci¨®n en espa?ol. Mam¨¢, ?qu¨¦ significa esto? A ver, trae¡ He encontrado tambi¨¦n, dentro de un libro que me regal¨® mi padre, una tarjeta postal sin sello ni matasellos, que debi¨® de llegar en una carta que recibi¨® mi familia. ¡°Querida sobrina, as¨ª de guapa ser¨¢s de mayor con la condici¨®n de que no comas tanto chocolate. Mil besos de tu t¨ªo Javier¡±, aparece escrito al dorso de una reproducci¨®n de un cuadro de ?douard Manet, el retrato de Madame Jacob con los hombros desnudos que se exhibe en el Museo del Louvre. Todo en esa postal, el estado del papel, el brillo de la imagen, el color del rotulador azul con el que mi t¨ªo la escribi¨®, parece tan nuevo como si la hubiera recibido ayer.
Tambi¨¦n me he llevado algunas alegr¨ªas, casi todas relacionadas con el otro extremo de mi vida. Yo sab¨ªa que no pod¨ªa haber tirado los trabajos manuales que mis hijos hicieron en el colegio, tarjetas, dibujos, collages, pero no sab¨ªa d¨®nde estaban. Los he ido encontrando aqu¨ª y all¨¢, encima de los libros de este o de aquel estante, entre pruebas m¨¦dicas, diplomas literarios, cartas de lectores, folletos de promoci¨®n. La reforma de la casa me ha dado la oportunidad de recuperarlos, organizarlos y guardarlos juntos, con m¨¢s cuidado, a costa de estrujarme otra vez el coraz¨®n.
Hab¨ªa que pintar la casa, me repito ahora a cada paso, si es que estaba fatal, no quedaba m¨¢s remedio¡ Espero que quede bien porque, despu¨¦s de esto, no s¨¦ si tendr¨¦ fuerzas para pintarla otra vez.
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