En peligro los humedales del Delta del r¨ªo Paran¨¢
El Paran¨¢ ha bajado su caudal a unos registros que no se recuerdan en d¨¦cadas, a lo que hay que sumar una sequ¨ªa no vista en a?os: un combo incendiario que desde febrero azota uno de los ecosistemas m¨¢s importantes y diversos de Sudam¨¦rica
¡°El domingo pasado cuando est¨¢bamos realizando los ¨²ltimos operativos en las islas les dije a los muchachos: ¡®Miren bien y no digan adi¨®s, digan hasta luego¡¯. Eso lo aprend¨ª en el 2008, cuando fueron los incendios que el humo llego a Buenos Aires; en un momento cre¨ªamos que hab¨ªamos terminado, festejamos, nos abrazamos, dijimos adi¨®s, nos fuimos y a los 12 d¨ªas est¨¢bamos instalados en las islas cuerpo a cuerpo de nuevo. Por eso, esta vuelta fue un hasta luego¡±, dice Fabian Dayde, vicejefe del cuartel de bomberos de la tranquila ciudad de Victoria en la provincia de Entre R¨ªos, una localidad de alrededor de 40.000 habitantes que tiene a su cargo una porci¨®n significante de uno de los ecosistemas m¨¢s complejos, ricos en bio diversidad y esenciales para la vida misma de Argentina: los humedales del Delta del R¨ªo Paran¨¢.
El hasta luego de los bomberos se debe a que desde que arranc¨® el a?o, se han registrado alrededor de 3,700 puntos calientes en las im¨¢genes satelitales que ofrece el servicio FIRMS de la NASA. Cada punto representa un incendio que puede ser de algunos metros a varias hect¨¢reas. El pico de estos incendios se dio, hasta ahora, el pasado 14 de junio cuando los sat¨¦lites registraron 380 focos distintos en un d¨ªa. El 21 de junio las lluvias trajeron un alivio, pero no llovi¨® ni cerca de lo suficiente para poder decir que el asunto est¨¢ terminado.
Menos de un mes despu¨¦s, al momento de esta publicaci¨®n, las islas se encuentran nuevamente en llamas y el humo llega, como lo hizo durante los meses de mayo y sobre todo junio, a las localidades que bordean la costa occidental del R¨ªo Paran¨¢, entre ellas, Rosario, la tercera ciudad m¨¢s poblada de Argentina, donde en el medio de una pandemia que afecta al sistema respiratorio, cuesta respirar de lo contaminado que est¨¢ el aire.
La cantidad de hect¨¢reas afectadas difiere seg¨²n quien analice las im¨¢genes satelitales y con qu¨¦ intenci¨®n lo haga. Grupos ambientalistas denuncian un da?o superior a las 40.000 hect¨¢reas desde que arranc¨® el a?o; dicen que es una cat¨¢strofe ambiental y que el a?o va amino de convertirse en hist¨®rico en cuanto al da?o que se est¨¢ ocasionando.
Dayde ¡ªquien tambi¨¦n es coordinador local del Plan de Manejo del Fuego, un comit¨¦ nacional que supervisa lo relacionado a la problem¨¢tica de incendios forestales¡ª, en consonancia con lo que dicen muchos por lo bajo en Entre R¨ªos, habla de un da?o menor en comparaci¨®n con otros incendios; de una mediatizaci¨®n del asunto desde Rosario con inter¨¦s de avanzar sobre la soberan¨ªa municipal y provincial de las islas. Dice que, aunque los ganaderos realizan quemas, no cree que sean los que est¨¢n detr¨¢s de los grandes incendios. Dice que han sido 7.000 hect¨¢reas las incendiadas este a?o, y no 40.000. Y apunta a los turistas (que ya no est¨¢n) como causantes de los incendios de febrero, pero no de los desatados desde marzo, cuando arranc¨® la cuarentena. Tambi¨¦n apunta a una teor¨ªa ¡°que la prensa prefiere no escuchar¡± como la de combusti¨®n bacteriana espont¨¢nea. Incendios inevitables y sin responsables.
La Justicia Federal de Victoria camina en la misma sinton¨ªa, sin procesar a nadie, sin acusaciones concretas contra autores materiales, a diferencia del Ministerio de Ambiente de la Naci¨®n que se ha presentado como querellante denunciando publicamente que los incendios son intencionales.
Cifras locales aparte, si se ampl¨ªa el mapa del da?o y se extienden de las fronteras invisibles municipales, provinciales y nacionales, el da?o es inconmensurable. Es ingenuo descontextualizar el caudal de la sequ¨ªa, y ¨¦sta de los incendios y avance brutal sobre la selva de Amazonas en Brasil y Bolivia. M¨¢s fuego y menos selva traen menos precipitaciones a nivel continental. Bajan los niveles de agua de los r¨ªos y lagunas, y m¨¢s superficies quedan expuestas al sol del verano y posteriormente a las heladas del invierno. Convirti¨¦ndose en materia seca combustible. Los incendios prendidos por los ganaderos y latifundistas que avanzan sobre el Amazonas propician las condiciones adecuadas para que los incendios que se prenden mucho m¨¢s al sur sean lo devastadores que son. Ciclos que pueden ser naturales, pero son exacerbados por el vector antropoc¨¦ntrico. Por la demanda sin fin de recursos que se pone sobre estas tierras.
¡°Las quemas son ancestrales, las quemazones son un negocio. No es un misterio que por detr¨¢s est¨¢n los ganaderos. Nos sorprendemos con que este a?o se quema todo y no lo relacionamos en absoluto con que Argentina est¨¢ a punto de abrir mercados internacionales para carne pastada de primera calidad, la misma que se produce ac¨¢ en las islas¡±, dice Juli¨¢n el Negro Aguilar, un pescador de Rosario, nacido en las islas y con m¨¢s de 60 a?os de experiencias vividas en estos territorios que conoce como pocos.
Despu¨¦s de d¨¦cadas de una militancia constante para enaltecer el oficio del pescador de r¨ªo y que este sea sustentable, llegando a fundar asociaciones, organizaciones y cooperativas, hoy Juli¨¢n se agot¨® del juego pol¨ªtico, las traiciones, especulaciones e intereses corporativos. Se dedica solo a pescar, con la colaboraci¨®n de N¨¦stor Chip¨¢, con quien divide la mitad de las piezas que capturan, aunque Juli¨¢n por ser el due?o del bote tiene la prioridad de elegir primero las suyas. ¡°De lo que se pesca ac¨¢ nada va a parar a los frigor¨ªficos¡±, dice Juli¨¢n y explica el por qu¨¦. ¡°Ellos son los grandes depredadores del r¨ªo, explotan a los pescadores, obligando a la sobre pesca, no distinguen especies, porque una inmensa parte de lo que no exportan lo venden para forrajes donde se procesa todo y cualquier cosa¡±.
El s¨¢balo, hist¨®ricamente abundante en la Cuenca del Plata es la principal especie que se pesca, y que se exporta. Argentina est¨¢ entre los pocos pa¨ªses del mundo que permite tal exportaci¨®n, que triplica en sus cupos permitidos el consumo interno. Vendiendo por fuera de los frigor¨ªficos Juli¨¢n y N¨¦stor deben trabajar m¨¢s, elegir las piezas; muchas veces devolver las que no van a poder comercializar. Conocer un acopiador que les pague bien, como el caso de Juli¨¢n, o como hace N¨¦stor, una vez terminada la jornada, vender los pescados directamente al p¨²blico en un puesto. Seguir trabajando despu¨¦s del trabajo. Requiere m¨¢s esfuerzo, principios y conocimiento del oficio, algo que estos dos veteranos pescadores tienen, pero no abunda. En el Delta, la necesidad tiene cara de frigor¨ªfico.
Jorge Bartoli, un activista ambiental miembro del grupo El Paran¨¢ No se Toca califica la problem¨¢tica pesquera como uno de los tantos dramas ecol¨®gicos que son tapados por el humo. Como los endicamientos, y el avance inmobiliario sobre las islas. El grupo, como otros grupos ambientales locales est¨¢ conformado mayormente por rosarinos que antes de ser ambientalistas eran gente de r¨ªo, amantes del entorno. Ante la falta de autoridades a las cual la problem¨¢tica de los humedales les importa de verdad, se han convertido en pr¨¢cticamente la primera y casi ¨²nica l¨ªnea de defensa que tienen estos ambientes, muchas veces teniendo que afrontar las consecuencias legales y sociales que luchar contra mal llamado progreso implica.
Las quemas son ancestrales, las quemazones son un negocio. No es ning¨²n misterio que por detr¨¢s est¨¢n los ganaderos Juli¨¢n el Negro Aguilar, pescador de Rosario
Control, descontrol e intereses
La ¨²nica presencia estatal permanente en las islas del bajo Delta son las tres comisar¨ªas, distribuidas en distintos accesos claves que tienen a su cargo controlar entre una veintena de hombres las 376.000 hect¨¢reas de islas del ejido de Victoria, donde se han registrado un 60% del total de incendios ocurridos en los humedales del r¨ªo Paran¨¢. La Comisaria II de la Isla Charig¨¹e es la que se llev¨® la peor parte en estos incendios, ya que una gran cantidad de los focos de este a?o, se originaron y contin¨²an en el territorio bajo su control.
Los polic¨ªas de isla gozan de un prestigio social que no tienen las dem¨¢s fuerzas de seguridad continentales, en especial sus colegas de azul de las polic¨ªas provinciales. Es un trabajo m¨¢s social, donde el intercambio entre pares con la comunidad es m¨¢s importante y lleva a mejor trabajo policial que la mera vigilancia e imposici¨®n por la fuerza. ¡°Ac¨¢ lo que se hace es en base al esfuerzo y sacrificio de los hombres, el propio y la ayuda y colaboraci¨®n de los vecinos, de la comunidad. El presupuesto con el que contamos es muy limitado para lo que implican las tareas de vigilancia y patrullaje, que es lo que permite estar en contacto real con lo que pasa en el territorio. Es poco el alcance que podemos tener para la vastedad del territorio¡±, dice Jos¨¦ Gonz¨¢lez, el c¨¢ndido y robusto comisario de Charig¨¹e. ¡°Si no los encontramos con las manos en la masa, no podemos decir qui¨¦n puede estar prendiendo fuego, se lo podr¨ªa indicar al Fiscal si me lo consulta, pero si no hay algo concreto, son solo opiniones, indicios... Y puedo estar equivocado; lo cierto es que hasta d¨®nde llega mi conocimiento no hay nada concreto sobre qui¨¦n o qui¨¦nes est¨¢n prendiendo los incendios, pero parece muy dif¨ªcil que no sean intencionales¡±, remata.
El presupuesto de las comisar¨ªas de islas es pr¨¢cticamente inexistente. De los 500 kil¨®metros de recorrido que deber¨ªan ser patrullados regularmente por la Comisar¨ªa II, Gonz¨¢lez admite que con suerte llegan a cubrir una quinta parte, y eso pidiendo caballos prestados a los vecinos. En la comisar¨ªa de Charig¨¹e llega un d¨ªa del mes en que hay que optar por comprar comida o ponerles nafta a las lanchas. Para alimentar a seis polic¨ªas trabajando a tiempo completo, la provincia les ingresa lo mismo que cobra una madre por la asignaci¨®n universal de un hijo. Los salarios que cobran estos polic¨ªas no cubren la canasta b¨¢sica para mantener a una familia por encima de la l¨ªnea de la pobreza. El presupuesto operativo mensual total de la comisar¨ªa es menos de 100 euros por mes.
Para los isle?os que viven el d¨ªa a d¨ªa, no hay relatos de combusti¨®n espont¨¢nea, ni misterios a resolver en cuanto a los incendios. ?ngel Correa es un correntino que lleva sus casi 70 a?os viviendo en distintos lugares del litoral. Hace m¨¢s de una d¨¦cada eligi¨® armar su rancho en una isla a unos 2.000 metros de distancia de la traza vial de la ruta provincial 174, que conecta la ciudad de Rosario con la de Victoria. Hasta su retiro, siempre trabaj¨® en establecimientos ganaderos; una vida entera en las islas, entre las vacas. Amable con forasteros y directo como solo suele ser la gente de campo, este aut¨¦ntico gaucho no tiene dudas sobre c¨®mo se originan los incendios: ¡°Yo no puedo decirle qui¨¦nes fueron, porque aun si lo s¨¦, es algo que no har¨ªa. Lo que s¨ª puedo decirle sin problema es que las quemas son la forma de renovar los pastos para las vacas y por eso, en un momento del a?o, vos ves fuego y humo. Es as¨ª. Siempre fue as¨ª. No hay otros motivos. En la vida vi otra cosa¡±, concluye.
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