?Existe el hijo favorito? Dos expertas responden

El subconsciente nunca traiciona. A menudo, si las relaciones humanas son de por s¨ª muy complejas, los v¨ªnculos entre padres e hijos, a pesar de su incondicionalidad, no est¨¢n exentas de esa ambig¨¹edad. Y es que son muchas las familias que, bromean o comentan sobre si carlitos o paquita es la favorita de pap¨¢ o mam¨¢. Un tema que le hemos escuchado alguna vez a nuestros abuelos y a nuestros padres, y que ahora, quiz¨¢s, te pase a ti y, puedas experimentar en primera persona, qu¨¦ sientes de verdad en todo esto.

Aunque la mayor¨ªa de los padres niegan en p¨²blico que se inclinan m¨¢s por un hijo que por otro, en el fondo, tienen un favorito, al menos seg¨²n las investigaciones. Un estudio de 2005 publicado en el Journal of Family Psychology, examin¨® hasta 384 familias en las que los hermanos nacieron con cuatro a?os de diferencia, y las conclusiones fueron que el 74% de las madres y el 70% de los padres exhibieron un trato preferencial hacia uno de los hijos.

Sentir preferencias o mostrar favoritismos

Al final, puede que, inevitablemente, sientas m¨¢s atracci¨®n por uno de tus hijos. Ya sea por la propia extensi¨®n de tu personalidad y deseo de cumplir tus deseos no cumplidos, por afinidad en la personalidad u otras razones, sentir preferencia es algo normal. Sin embargo, mostrar favoritismo no lo es tanto, sobre todo si es de manera constante y se alarga en el tiempo.

Para la psic¨®loga y formadora de psicolog¨ªa e inteligencia emocional a ni?os con problemas del desarrollo y aprendizaje, Valeria Sabater, mostrar que tienes un favorito en un momento puntual, ya sea por razones de edad o por las necesidades particulares de un hijo, no es algo sancionable. ¡°El problema viene cuando esa parcialidad es desmesurada y persiste en el tiempo. Cuando los progenitores empiezan a profesar un tratamiento diferente sobre uno de los ni?os, ensalz¨¢ndolo, molde¨¢ndolo y dirigiendo sobre ¨¦l todos los sue?os, elogios y atenciones, estamos ya ante ese fen¨®meno denominado como el ni?o trofeo¡±, asegura.

De esta forma, resulta crucial mantener ese favoritismo bajo control, y profesar y comunicar el mismo amor y con la misma intensidad a todos y cada uno de los ni?os.

?C¨®mo establecer y mantener v¨ªnculos sanos y justos con todos los hijos?

Asegurarle, a menudo, a tus hijos que les quieres por igual y tienes el mismo amor por todos ellos es el primer paso, sobre todo, si sientes inclinaci¨®n secreta por uno de ellos. La psic¨®loga y psicoterapeuta, experta en crianza y autora del libro 13 cosas que los padres mentalmente fuertes no hacen, la doctora Amy Morin, explica que primero se debe asumir ese sentimiento de preferencia.

¡°Dejar de lado la culpa y recordar que es natural llevarse mejor con algunas personas mejor que otras, en general, es normal, por lo que conectarse m¨¢s con un ni?o que con otro tambi¨¦n, adem¨¢s, esa conexi¨®n puede no ser permanente, y el v¨ªnculo, por diversas razones, puede cambiar con el tiempo¡±, comenta. As¨ª, reconocer los sentimientos hace que las medidas a tomar sean tempranas y se pueda evitar que uno de ellos se sienta desplazado emocionalmente.

Otro m¨¦todo para conectar con todos por igual es dedicar tiempo individual con cada uno de los ni?os. ¡°Es f¨¢cil pasar tiempo con un ni?o favorito, ocurre de forma natural, sin planear, simplemente, disfrutas de su compa?¨ªa; pero se debe hacer el esfuerzo de pasar el mismo tiempo con tu hijo cuyos intereses se salen de tu zona de confort¡±, asevera Morin.

¡°Es importante entrar en el mundo de cada hijo y crear oportunidades de forma proactiva de manera individual, planea fechas especiales juntos y realizarlas al mes con cada ni?o. Mostrar esa atenci¨®n positiva genuina y de calidad, garantizar¨¢ que todos se sientan amados por igual¡±, contin¨²a la doctora.

Asimismo, las reglas deben ser las mismas para todos, al igual que las consecuencias por malos actos, o a la hora de conceder privilegios. ¡°Adem¨¢s de eso, los elogios o el buen comportamiento deber¨¢n ir dirigidos a todos los ni?os por igual, y no tomar como ejemplo el acto positivo de uno de ellos¡±, concluye Morin.