?Podemos los seres humanos cambiar?
Buscamos los cambios, pero tambi¨¦n les tenemos pavor. Entonces, ?es posible cambiar? Aunque a algunos les cuesta hasta estrenar zapatos nuevos, la vida se mueve sutilmente entre la estabilidad y la mutaci¨®n.
Los tiempos de cambio evocan preguntas sobre el cambio. Valoramos el cambio, lo deseamos y le tenemos pavor. Estos d¨ªas, Proteo, el dios de la mitolog¨ªa griega ¡ªdel cual deriva el adjetivo proteo, que implica la habilidad de cambiar de forma a voluntad¡ª, anda suelto entre nosotros bajo la configuraci¨®n de un virus altamente mutable. ¡°Se vuelve mucho m¨¢s estable con la mutaci¨®n¡±, dice la doctora Hyeryun Choe, vir¨®loga del Departamento de Inmunolog¨ªa y Microbiolog¨ªa del Instituto Scripps en Florida. Las tragedias griegas siempre terminan con la muerte, pero para los griegos no representaban una cat¨¢strofe, sino una manera de ver las cosas, una forma de introspecci¨®n y de recordarnos que no somos dioses ni somos omnipotentes. Que vivimos en constante cambio y que somos mortales.
Para muchos de nosotros hasta cambiar de zapatos resulta dif¨ªcil. Sin embargo, cada d¨ªa, millones de personas se configuran distintas identidades digitales o avatares para conectarse con otros o para participar en juegos virtuales. De hecho, la mutabilidad en entornos en l¨ªnea es fundamental para mantener una identidad digital. Por otro lado, la capacidad de transformarse radicalmente ha sido considerada en mitos y leyendas altamente peligrosa; el hombre lobo, los vampiros o la ninfa Dafne, que para escabullirse de Apolo se metamorfose¨® en un laurel, son algunos ejemplos. A pesar de que las transformaciones extremas pueden ser costosas ¡ªcomo la cirug¨ªa est¨¦tica¡ª o dif¨ªciles de ejecutar ¡ªcomo la de reasignaci¨®n de sexo¡ª, en ninguna de ellas el cambio es tan insondable como lo es el cambio ps¨ªquico.
?Por qu¨¦ se busca el cambio? ?C¨®mo se causa el cambio? Una caracter¨ªstica fundamental de la mente humana es su capacidad de cambio. Si bien el derecho a cambiar y ser autores de nuestras propias vidas es una fuente de libertad y autonom¨ªa, entonces ?por qu¨¦ nos resistimos al cambio? ?Por qu¨¦ se aferra uno a la repetici¨®n de lo que es hasta doloroso, incluso cuando parece haber motivaci¨®n para cambiar y, de hecho, se ha dado el paso de buscar ayuda? Una de las razones principales es que como adultos repetimos inconscientemente ¡ªsobre todo en la esfera emocional¡ª todas las l¨®gicas presentes en nuestra mente de cuando ¨¦ramos ni?os. Sigmund Freud observ¨® que un ni?o que tiene una experiencia desagradable tiende a representarla y repetirla compulsivamente en su juego, llam¨® a este fen¨®meno la compulsi¨®n a la repetici¨®ny lo identific¨® como uno de los principios fundamentales de su teor¨ªa del psicoan¨¢lisis.
Cuando una situaci¨®n actual induce sentimientos de impotencia o soledad, activa inconscientemente en nosotros los mecanismos que se utilizaron en la infancia y provoca la compulsi¨®n a la repetici¨®n. Estos patrones se registran en el inconsciente y se repiten a lo largo de la vida. Son formas de comportamiento irresistibles, experiencias desagradables que vivimos como ni?os que se escapan de nuestro control consciente. Como resultado de su acci¨®n, uno se coloca deliberadamente en situaciones angustiosas, repitiendo as¨ª una vieja experiencia. Pero no lo asocia con el incidente remoto de la infancia; por el contrario, uno tiene la impresi¨®n de que la situaci¨®n est¨¢ completamente determinada por las circunstancias del momento.
Estas experiencias inconscientes que no han sido descodificadas ¡ªporque de ni?os no ten¨ªamos la capacidad para contextualizarlas¡ª, inevitablemente se repiten, como fantasmas que retornan, dice Freud. La dificultad para cambiar no es simplemente un obst¨¢culo a superarse por medio de consejos de c¨®mo modificar la conducta. Con la ayuda adecuada, la repetici¨®n se va gradualmente modificando al hacerse uno consciente del mecanismo que la activa, nuevos patrones de conducta se van incorporando y el dinamismo de la mente para transformarse facilita la posibilidad de cambio. Una mente pl¨¢stica encuentra el equilibrio entre la capacidad de cambio y la aptitud para permanecer igual.
Si bien es cierto que los rasgos de nuestra personalidad se perciben como relativamente estables, esto no quiere decir que sean inmutables. A pesar de que no es com¨²n que una persona enojada se vuelva paciente, ni que alguien pretensioso se vuelva humilde, es innegable que las personas cambian. En un estudio en el que se plantea la pregunta de ?cu¨¢nto cambia la personalidad o se mantiene estable desde la escuela secundaria hasta la jubilaci¨®n?, la doctora Rodica Damian de la Universidad de Houston y un grupo de colaboradores evaluaron a 1.795 personas en la adolescencia y 50 a?os despu¨¦s. Sus hallazgos concuerdan con que la personalidad tiene un componente estable a lo largo de la vida, pero que tambi¨¦n es maleable. La continuidad y el cambio coexisten. Las personas que son m¨¢s responsables a los 16 a?os, lo contin¨²an siendo a los 66. Pero, en promedio, todos se vuelven m¨¢s responsables, m¨¢s estables emocionalmente y m¨¢s abiertos a experiencias nuevas. Este estudio es el primero que se basa en la misma fuente de datos en ambos puntos temporales.
?C¨®mo es posible al mismo tiempo ser uno mismo y cambiar? En su libro Identidad y cambio, los psicoanalistas Le¨®n y Rebeca Grinberg proponen que la identidad es, precisamente, la capacidad de sentirse uno mismo en la sucesi¨®n de cambios a los que nos confronta la vida. El cambio implica aceptar lo desconocido, lo impredecible, y viene al encuentro una idea del poeta Jos¨¦ Enrique Rod¨® (Motivos de Proteo): reformarse es vivir. ¡ªeps
David Dorenbaum es psiquiatra y psicoanalista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.