Jovani quiere ser doctor, a pesar de la covid-19
Un sistema educativo limitado ya condicionaba la formaci¨®n de millones de menores de edad et¨ªopes antes de la pandemia. Ahora, el cierre forzado de las escuelas ha privado a muchos de ellos de su derecho a la educaci¨®n. Contar la historia de este ni?o es contar un pa¨ªs entero
El pasado 16 de marzo, cuando aumentaron a cinco los casos positivos de covid-19 en el pa¨ªs, el gobierno et¨ªope suspendi¨® las clases. Durante este tiempo el Ministerio de Educaci¨®n ha lanzado iniciativas para que la formaci¨®n de los ni?os no se detuviera durante el cierre de las escuelas, pero no ha conseguido llegar a todos los hogares y muchos alumnos han quedado desatendidos. La pandemia se ha convertido en un bache m¨¢s en su formaci¨®n, que ya estaba comprometida por un sistema educativo limitado.
Es probable que Jovani quiera seguir colaborando en la campa?a contra la covid-19 en Dessie, su ciudad natal, que est¨¢ en la regi¨®n de Amhara, en el centro norte de Etiop¨ªa. Este ni?o de siete a?os y ojeras marcadas quiere ser doctor, aunque ahora quiz¨¢ no acabe de entender por qu¨¦ debe quedarse en casa, pues los mayores no han dejado de trabajar pese a la amenaza del virus. En cambio, millones de menores como ¨¦l llevan semanas sin ir a la escuela y deben permanecer en sus casas para evitar contagios.
Pese a las limitaciones del sistema educativo, la madre de Jovani sabe que cualquier opci¨®n de futuro de sus hijos ¡ªtiene dos¡ª pasa por que vayan a la escuela. Ella mantiene a su familia lavando ropa a mano y cocinando injera, una masa fina que es la base de la alimentaci¨®n et¨ªope. Desde que enviud¨® es la ¨²nica persona que, de forma regular, lleva dinero a casa, una habitaci¨®n ¨²nica de paredes enyesadas y techo de hojalata en la que tambi¨¦n viven los abuelos.
Para la Administraci¨®n P¨²blica, Jovani es un ni?o en situaci¨®n de vulnerabilidad. Por eso le seleccion¨® para que se beneficiara del programa de apadrinamientos de la ONG IPI Cooperaci¨®, mediante el cual la familia recibe una ayuda mensual de 600 birr (17 euros) y se compromete a que el peque?o no deje de estudiar.
El sistema educativo et¨ªope
306 chicas y chicos van a la escuela primaria Sefere Selam de Dessie. Su director, Tilehun Azahij ¡ªcabeza rapada, camisa por dentro del pantal¨®n, afable¡ª, apunta que uno de los d¨¦ficits de la educaci¨®n et¨ªope es que ¡°el proceso de aprendizaje no tiene parte pr¨¢ctica, solo es te¨®rico¡±. A Azahij le gustar¨ªa que su colegio tuviera un aula de inform¨¢tica y un laboratorio para que el alumnado experimentara, pero debe resignarse a clases con paredes gastadas y pupitres astillados.
Los menores que no tienen radio o televisi¨®n en sus hogares no pueden estudiar a distancia y est¨¢n privados de su derecho a la educaci¨®n
La escuela primaria Millenium se encuentra en Kobo, una poblaci¨®n al norte de la regi¨®n de Amhara donde los ni?os y ni?as se han acostumbrado a la presencia de los militares que controlan las disputas territoriales de la zona. El director, Milla Jadea ¡ªbigote recortado, deportivas, reflexivo¡ª, explica que otra de las carencias de la educaci¨®n del pa¨ªs es que ¡°los libros de texto no se adaptan a la edad de los alumnos¡±. Jadea cuenta que los profesores no tienen tiempo de impartir el temario y que el alumnado pasa de curso sin recibir todas las lecciones.
Etiop¨ªa es uno de los pa¨ªses africanos que m¨¢s se ha implicado en la formaci¨®n de sus menores desde el cambio de siglo. En 2015 el gobierno destin¨® un 4,7% del gasto p¨²blico al ¨¢mbito educativo, una cifra que sit¨²a al pa¨ªs en el puesto n¨²mero 78 del ranking mundial y en el 15 del de ?frica subsahariana. Estos esfuerzos han contribuido a que pr¨¢cticamente todos los ni?os y ni?as vayan a la escuela hasta los 14 a?os, pero no han sido suficientes para asegurarles una formaci¨®n de calidad. Un 48% de et¨ªopes son analfabetos y la edad media de la poblaci¨®n es de 20 a?os.
La educaci¨®n p¨²blica en el pa¨ªs del cuerno de ?frica es gratuita. Los menores empiezan la primaria ¡ªobligatoria¡ª a los siete a?os, por delante les esperan ocho cursos en los que aprenden amh¨¢rico ¡ªel idioma oficial del pa¨ªs¡ª, la lengua de su respectiva regi¨®n, ingl¨¦s, matem¨¢ticas y ciencias naturales y sociales. La primera etapa de la secundaria ocupa dos a?os acad¨¦micos, noveno y d¨¦cimo, pero ya no es obligatoria, por eso muchas chicas y chicos dejan la escuela para contribuir a la econom¨ªa familiar: solo siguen estudiando un 35%. Antes de acceder a la universidad o a otros estudios superiores, los alumnos supervivientes cursan und¨¦cimo y duod¨¦cimo, que equivalen al bachillerato. Solo el alumnado que ha seguido estudiando a partir de noveno aprende a utilizar ordenadores.
La determinaci¨®n de Aweke
Cuando Aweke saluda a alguien le ofrece su mu?eca porque sus dedos terminan en los nudillos. A los 10 a?os se contagi¨® de lepra y tuvo que dejar la escuela. Desde entonces camina ayudado de un bast¨®n de madera que maneja con gran agilidad. Cuando se sinti¨® con fuerzas suficientes, volvi¨® a las aulas y continu¨® su formaci¨®n. Pese a las aparentes limitaciones, Aweke hace todo por s¨ª mismo. Ahora tiene 24 a?os y cursa duod¨¦cimo en la escuela preparatoria de Weldiya. Quiere ser abogado.
Los profesores no tienen tiempo de impartir el temario y el alumnado pasa de curso sin recibir todas las lecciones
Sin el apoyo de su hermano peque?o Kiros, Aweke no podr¨ªa estudiar. Kiros, que tiene 22 a?os, empez¨® a trabajar para que ¨¦l pudiese seguir en la escuela. Los hermanos perdieron a sus padres hace tiempo y si ambos estudiaban no pod¨ªan mantenerse, pese a que Aweke tambi¨¦n recibe la ayuda mensual de IPI Cooperaci¨®. De hecho, viven ¡°con lo justo¡± en una peque?a casa de Weldiya, una poblaci¨®n al norte de Dessie caracterizada por el tr¨¢fico de camiones que transportan mercanc¨ªas cargadas en el puerto de Yibuti. En su autorickshaw ¡ªtriciclo motorizado usado como taxi¡ª, Kiros no puede mantener la distancia de seguridad con los clientes, pero estos meses no ha dejado de trabajar. No puede, aunque se exponga al virus.
La suspensi¨®n de las clases ha llegado en un momento importante para Aweke, el a?o en que debe hacer la selectividad, que se ha pospuesto sine die. Durante estas semanas no ha dejado de estudiar, por su cuenta, con una determinaci¨®n que solo puede equipararse a su fuerza de voluntad. No sabe cu¨¢ndo har¨¢ el examen de acceso a la universidad, pero sabe que necesita una nota alta para entrar en Derecho. Adem¨¢s, siente que se lo debe a Kiros. Por eso no ha escatimado esfuerzos: ¡°He estado leyendo los libros de texto y fragmentos de la constituci¨®n¡±. Tambi¨¦n ha aprovechado los d¨ªas de confinamiento para escribir un poema, pero prefiere no compartirlo.
La covid-19 agrava las desigualdades
El cierre forzado de escuelas ha comprometido la educaci¨®n de millones de chicas y chicos durante las ¨²ltimas semanas. Los mayores han podido estudiar por su cuenta, pero los peque?os, que necesitan la gu¨ªa de un profesor, no han podido. Con el objetivo de que la formaci¨®n de estos menores no se paralice por completo, el Ministerio de Educaci¨®n et¨ªope ha habilitado un canal de televisi¨®n y un dial de radio para impartir clase, una medida cuestionada por no poder calcular su alcance y, sobre todo, por aumentar las desigualdades entre los menores que tienen receptores en casa y los que no, que llevan semanas privados de su educaci¨®n.
El sistema educativo et¨ªope se caracteriza por no ofrecer a todo el alumnado las mismas prestaciones. El director de la escuela primaria Negus Michael de Dessie, Faten ¡ªbarba descuidada, camisa tejana, cordial¡ª, indica que ¡°hay zonas del pa¨ªs muy pobres, donde ni siquiera hay comida, los ni?os que viven ah¨ª no tienen las mismas oportunidades¡±. M¨¢s de un 80% de la poblaci¨®n et¨ªope vive en ¨¢reas rurales. La administraci¨®n no llega a las m¨¢s apartadas, que son las m¨¢s empobrecidas del pa¨ªs. Faten explica que la ¨²nica forma de mejorar su situaci¨®n es aumentar el gasto p¨²blico en educaci¨®n.
Yesuf Mohammed ¡ªbarba recortada, americana, trato caluroso¡ª dirige el centro de educaci¨®n primaria Silk Amba de Dessie y, como su hom¨®logo de la escuela Negus Michael, advierte de la existencia de desigualdades: ¡°Se han construido muchos colegios en los ¨²ltimos a?os, pero las instalaciones suelen ser precarias, sobre todo en las zonas rurales¡±. Mohammed tambi¨¦n apunta a los profesores cuando habla de prestaciones dispares porque ¡°no todos son profesionales¡±. Adem¨¢s, en algunas escuelas el profesorado debe encargarse de muchos alumnos. La media nacional en la educaci¨®n primaria es de 43 escolares por profesor.
Un estuche de color naranja
En febrero, los voluntarios de IPI Cooperaci¨® se desplazaron a Etiop¨ªa para controlar el funcionamiento del programa de apadrinamientos y entrevistarse con los ni?os y ni?as, a los que llevaron material escolar. Jovani recibi¨® con alegr¨ªa e ilusi¨®n su nuevo estuche de color naranja y lo abri¨® para ver los l¨¢pices y bol¨ªgrafos que al menos ten¨ªan que durarle un a?o. De camino a casa, dos ni?os mayores le pararon y le pidieron que les ense?ara el estuche, que entonces se convirti¨® en el estuche robado de color naranja.
Etiop¨ªa tiene 109 millones de habitantes y es el segundo pa¨ªs m¨¢s poblado de ?frica, solo superado por Nigeria. Un 23% de et¨ªopes vive por debajo del umbral de pobreza y, en la regi¨®n de Amhara, tres de cada 10 personas son pobres. Ni los l¨¢pices ni los bol¨ªgrafos se tienen en cuenta en el c¨¢lculo que fija la l¨ªnea de pobreza de una regi¨®n.
Ellas y el sentido del deber
Las desigualdades no solo afectan a los menores que viven en ¨¢reas empobrecidas y rurales, tambi¨¦n a las ni?as. El sistema educativo promueve la igualdad en las aulas y no discrimina por g¨¦nero, pero la tradici¨®n patriarcal del pa¨ªs impide que tengan las mismas oportunidades que los ni?os. Por eso se est¨¢ fomentando una educaci¨®n equitativa que contribuya a superar los estigmas del patriarcado.
El n¨²mero de ni?as cae porque se casan o se van a trabajar a otras regiones para ganar dinero y enviarlo a sus familias Tilehun Azahij, director escuela primaria Sefere Selam
La clase pol¨ªtica tambi¨¦n se ha implicado en el impulso de una sociedad igualitaria: en 2018, Sahlework Zewde se convirti¨® en la primera presidenta et¨ªope y, ese mismo a?o, Abiy Ahmed, primer ministro del pa¨ªs, garantiz¨® la paridad en su gobierno al repartir el mismo n¨²mero de carteras entre hombres y mujeres. Sin embargo, pese a los esfuerzos desde los ¨¢mbitos educativo y pol¨ªtico, el mensaje feminista a¨²n no ha calado en todas las capas de la sociedad.
Hasta los 14 a?os, chicas y chicos ocupan las aulas a partes iguales. La diferencia aparece en la secundaria, cuando ellas son las primeras en abandonar la escuela. ¡°El n¨²mero de ni?as cae porque se casan o se van a trabajar a otras regiones para ganar dinero y enviarlo a sus familias¡±, explica Azahij, que apunta que las chicas tienen un sentido del deber m¨¢s desarrollado que los chicos, que solo se preocupan de comer y jugar.
Estas desigualdades se multiplican en los entornos vulnerables, como las zonas rurales, donde tambi¨¦n hay casos de absentismo femenino en la primaria. Un 40% de las mujeres et¨ªopes de entre 20 y 24 a?os se casa antes de los 18 y un 14% antes de los 15. Es en las ¨¢reas rurales donde estos casamientos tienen m¨¢s incidencia y donde, adem¨¢s, hay m¨¢s casos de mutilaci¨®n genital femenina. Cuando las chicas se casan, dejan atr¨¢s su vida, incluida la escuela, para atender las necesidades de sus nuevas familias. Antes de la ceremonia nupcial, el novio paga una dote en cabezas de ganado ¡ªo su equivalente en dinero¡ª a los padres de su prometida, que tendr¨¢n una boca menos que alimentar.
Rediet abre camino
El pasado 8 de marzo, con motivo del D¨ªa Internacional de la Mujer, la Universidad de Weldiya distingui¨® a Rediet por su excelencia acad¨¦mica. Esta joven de 20 a?os y pelo trenzado estudia Administraci¨®n del Territorio e Inspecci¨®n y es una de las pocas alumnas universitarias del pa¨ªs. Solo una de cada 20 mujeres va a la universidad o cursa otros estudios superiores en Etiop¨ªa. Aunque la matriculaci¨®n masculina tampoco es destacable, representa el doble que la femenina.
Rediet se considera afortunada por haber tenido el apoyo de su familia, que pudo permitirse que estudiara, y lamenta que su padre muriera antes de verla en la universidad, ya que fue quien le inst¨® a hacer Administraci¨®n del Territorio e Inspecci¨®n: ¡°Cre¨ªa que era lo mejor para m¨ª¡±. Pese a tener casa en Weldiya, cuando empez¨® la carrera se instal¨® en el campus, quer¨ªa exprimir la experiencia universitaria al m¨¢ximo. ¡°Comparto habitaci¨®n con cuatro chicas m¨¢s y mi taquilla es peque?a, pero me gusta estar aqu¨ª¡±, dice la joven de sonrisa amplia y mente inquieta.
Muchos menores de la regi¨®n de Amhara no consiguen aprender a leer ni a escribir y un 14% suspende el examen final que hacen al acabar la primaria
La universidad hace un pr¨¦stamo a los estudiantes, que mientras se forman no pagan ni por estudiar ni por alojarse en el campus, pero, cuando se grad¨²an, el centro acad¨¦mico les cobra por sus a?os de estudio en mensualidades adaptadas a sus salarios. Si no consiguen trabajo ¡ªel paro juvenil es del 25%¡ª y no pagan, no obtienen el t¨ªtulo. Algunos, los que quieren irse al extranjero o hacer una especializaci¨®n, se ven obligados a abonar toda la cantidad de golpe, pues el certificado temporal que les dan para buscar empleo tiene una validez administrativa limitada.
A Rediet le preocupa no encontrar trabajo y no poder pagar los 22.000 birr (600 euros) que cuesta su carrera, aunque ahora est¨¢ m¨¢s agobiada por estar perdiendo un semestre de estudio. Desde hace semanas no tiene ninguna noticia de la universidad, que cerr¨® pocos d¨ªas despu¨¦s que las escuelas. Rediet a?ora las clases, pero tambi¨¦n despertarse con las primeras luces del d¨ªa y pasear por el campus mientras escucha el pipiar de los p¨¢jaros. Es su peregrinaci¨®n personal, en la que busca el sentido a sus d¨ªas y se convence de que Dios tiene un buen plan para ella. ¡°Tengo que trabajar duro para descubrir lo que ?l espera de m¨ª¡±, se repite.
Futuro en juego
Seg¨²n Unicef, muchos de los menores de la regi¨®n de Amhara que van a la escuela no consiguen aprender a leer ni a escribir y un 14% suspende el examen final que hacen en octavo, al acabar la primaria. El entorno familiar de los ni?os y ni?as tiene incidencia en esta cifra, pero la responsabilidad pesa sobre un sistema educativo que limita su formaci¨®n y dificulta su progreso.
Ahora, la covid-19 tambi¨¦n est¨¢ coartando la educaci¨®n de los m¨¢s de 22 millones de menores et¨ªopes matriculados en escuelas primarias y secundarias, sobre todo la de los ni?os y ni?as que no pueden estudiar a distancia. En un comunicado de prensa, el director de Unicef en ?frica Oriental, Mohamed Fall, advierte que ¡°tras el cierre prolongado de escuelas, (¡) se hace m¨¢s complicado que los menores vulnerables vuelvan a las aulas¡±.
Las Naciones Unidas ponen la educaci¨®n en el centro de toda transformaci¨®n social y econ¨®mica. En la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible, la organizaci¨®n intergubernamental se?ala que ¡°adem¨¢s de mejorar la calidad de vida de las personas, el acceso a la educaci¨®n inclusiva y equitativa puede abastecer a la poblaci¨®n local con las herramientas necesarias para desarrollar soluciones innovadoras a los problemas m¨¢s grandes del mundo¡±.
Sue?os encomendados
Probablemente, a Jovani todav¨ªa no se le hab¨ªan secado las l¨¢grimas cuando lleg¨® a casa, desolado e impotente tras el robo. Nunca habr¨ªa imaginado que su abuelo le esperase con otro estuche de color naranja. Desde la furgoneta de importaci¨®n asi¨¢tica en la que volv¨ªan al hotel, los voluntarios de IPI Cooperaci¨® hab¨ªan visto c¨®mo le robaban y hab¨ªan parado en su casa para dejarle otro.
Horas antes, en la habitaci¨®n ¨²nica de paredes enyesadas y techo de hojalata donde ahora Jovani volv¨ªa a tener algo con lo que escribir, la abuela hab¨ªa convertido el sue?o de ser doctor de su nieto en una cuesti¨®n de fe: ¡°Cuando acabe la primaria solo Dios sabe qu¨¦ pasar¨¢¡±.
Tres meses despu¨¦s
Las escuelas han seguido cerradas y los menores vulnerables privados de su educaci¨®n desde entonces. Todos los alumnos, excepto los de octavo y duod¨¦cimo, pasar¨¢n de curso sin examinarse.
A finales de mayo, la universidad de Rediet habilit¨® un portal web para que el alumnado tuviera acceso a materiales de estudio como gu¨ªas docentes. Paralelamente, el director de su facultad cre¨® un grupo de Telegram para resolver las dudas de los estudiantes. Se espera que se examinen a finales de verano, justo antes de empezar el nuevo curso. Rediet reconoce que estudiar as¨ª, sin la explicaci¨®n de un profesor, es complicado.
A principios de junio, los profesores de Aweke empezaron a enviarle trabajos a trav¨¦s de la aplicaci¨®n de PDF. Se hizo un esfuerzo para que el alumnado que tiene que hacer la selectividad, que sigue sin fecha, tuviera m¨¢s recursos para estudiar. Adem¨¢s, Aweke y sus compa?eros de clase usan un grupo de Telegram en el que cooperan para llegar lo mejor preparados al examen.
Estas iniciativas educativas, como el resto de las que requieren acceso a la red, estuvieron paralizadas del 30 de junio al 23 de julio; el gobierno et¨ªope cort¨® el acceso a internet en todo el pa¨ªs para apaciguar las protestas por el asesinato de Haachaaluu Hundeessaa, un m¨²sico y activista de etnia oromo. "Ahora cualquier estudiante est¨¢ desesperado", explica Aweke, que, como el resto de sus compa?eros, dej¨® de recibir trabajos de sus profesores durante el apagado. ?l, acostumbrado a salir adelante ante situaciones adversas, confiesa que, pese a todo, es optimista.
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter y Facebook e Instagram, y suscribirte aqu¨ª a nuestra newsletter.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Agenda 2030
- Etiop¨ªa
- Agenda Post-2015
- Coronavirus Covid-19
- Desigualdad social
- ?frica subsahariana
- Pandemia
- Coronavirus
- Pobreza
- Colegios
- ?frica
- Enfermedades infecciosas
- Virolog¨ªa
- Epidemia
- Infancia
- Centros educativos
- Enfermedades
- Microbiolog¨ªa
- Medicina
- Educaci¨®n
- Problemas sociales
- Biolog¨ªa
- Salud
- Sociedad
- Ciencia
- Planeta Unicef
- Planeta Futuro