Ecuador: la educaci¨®n online desde casa es imposible e injusta
Un 70% de estudiantes tiene dificultad en el acceso a la ense?anza en l¨ªnea en el pa¨ªs andino. La carencia de tel¨¦fonos inteligentes o Internet, la ca¨ªda de ingresos y la falta de capacitaci¨®n impiden la normal formaci¨®n de millones de ni?os durante la pandemia. Padres, madres y profesores lo cuentan
Cuando la pandemia de covid-19 empuj¨® la educaci¨®n virtual en Ecuador, Anita Gualichico, madre de tres estudiantes, taxista de d¨ªa y costurera de noche, tuvo que comprar un smartphone con mayor capacidad que el suyo para descargarse las aplicaciones que le ped¨ªan los profesores de sus hijos. Fueron 300 d¨®lares que resolvi¨® pagar a plazos. Tambi¨¦n tuvo que destinar uno o dos d¨®lares para las recargas diarias y, cuando vio que eso era demasiado para su bolsillo, le propuso a su vecina, que ten¨ªa Internet fijo, compartir la cuota mensual de casi 30 d¨®lares que cuesta el servicio.
Otro rev¨¦s para esta madre de 37 a?os, que vive en el valle que colinda con Quito, fue no tener una impresora en su casa. Los primeros d¨ªas dibujaba muchas de las actividades, sobre todo las de su hija de cinco a?os, pero desde que el centro de computadoras del barrio volvi¨® a abrir, acumula las tareas de sus hijos y va a imprimir una vez por semana. Siempre encuentra una fila larga de otros padres. La espera suele ser de casi una hora. Gualichico se mantiene con su mascarilla casera y su cabello recogido.
¡ª?C¨®mo ve la educaci¨®n a distancia?
¡ªYo a ratos no le veo bien, porque todos no tenemos las facilidades. A veces si me siento mal, en la noche me pongo a pensar si pudiera comprar la computadora y la impresora, no tuvi¨¦ramos que estar as¨ª, pero la situaci¨®n econ¨®mica no nos da para endeudarnos m¨¢s ahorita ¡ªdice Anita, y comenta tambi¨¦n las dificultades que tiene para guiar a sus hijos con la tareas¡ª. Nos toca tomar el tiempo de estar leyendo con tranquilidad para resolver, s¨ª resulta complicadito. Las matem¨¢ticas es lo que m¨¢s me cuesta, eso de las divisiones, la ra¨ªz cuadrada, una ya no se acuerda. Igual con mi chiquita, los fonemas, yo pronunci¨® de una forma y ella me dice que no es as¨ª, que la profesora le explicaba de otra manera.
Llevar la escuela a la casa no ha resultado f¨¢cil en Ecuador. La ministra de Educaci¨®n, Monserrat Creamer, ha reconocido que un 70% de estudiantes tiene dificultad en el acceso a la educaci¨®n en l¨ªnea, pero los datos estaban all¨ª desde 2018: el porcentaje de hogares con acceso a Internet es de 37,17% a nivel nacional y baja al 16,07% en el a?rea rural, seg¨²n el Instituto de Estad¨ªsticas y Censos.
El ensayo del aprendizaje virtual en el pa¨ªs andino comenz¨® el 13 de marzo. Hasta ese momento se hab¨ªa evaluado el primer quimestre del a?o escolar. Casi dos millones de estudiantes de la sierra y el oriente del pa¨ªs cambiaron de modalidad abruptamente y deber¨¢n terminar el a?o escolar a distancia. Los alumnos de la costa, que suman algo m¨¢s de dos millones y medio, se unieron al experimento en mayo.
El Ministerio de Educaci¨®n inform¨® que hasta el 18 de mayo hubo un flujo de casi 850.000 usuarios activos en su plataforma, que tiene 1.200 recursos educativos para reforzar los conocimientos. Andr¨¦s Bed¨®n, director de tecnolog¨ªas para la ense?anza en la Cartera de Educaci¨®n, estima que los usuarios se duplicar¨¢n a partir de junio, con la incorporaci¨®n de los estudiantes de la costa. A¨²n as¨ª es evidente que no todo el universo de los estudiantes en Ecuador (4,6 millones) visita la plataforma. La apuesta de las autoridades es la tele y radio educaci¨®n, pero esta alternativa tampoco llega a todo el territorio. Hasta la casa de Gualichico, rodeada de campos de maizales, corrales de animales y caminos empedrados, no llega la se?al de televisi¨®n. La radio s¨ª, pero esta madre no tiene suficiente informaci¨®n.
Ellos se imaginan que todos tenemos capacidad de tener un Internet fijo, que la conectividad es excelente, que todos manejamos las plataformas, pero la realidad de nuestro medio es muy diferente Susana Ponce, maestra en Tulc¨¢n
¡ªLos profesores nos mandaron un mensaje al celular dici¨¦ndonos de las clases por televisi¨®n y radio, pero no fue desde el principio. Adem¨¢s donde yo vivo no me coge bien la se?al de la televisi¨®n, solo salen esas rayitas... Tendr¨ªamos que poner una antena arriba de la casa para coger un poquito de se?al. La radio s¨ª coge, pero en cambio no s¨¦ qu¨¦ emisoras buscar para la educaci¨®n.
El cierre de las escuelas tambi¨¦n impact¨® a los 200.000 docentes que tiene Ecuador. La instrucci¨®n que dio el Ministerio de Educaci¨®n a los docentes fue que usaran una plataforma llamada Team, pero no hubo ninguna capacitaci¨®n previa. Susana Ponce, de 39 a?os, maestra de una escuela p¨²blica de Tulc¨¢n, ciudad fronteriza entre Ecuador y Colombia, hizo como muchos profesores:? crear grupos de WhatsApp para comunicarse con los padres de familia y enviarles las tareas.
¡ª?Qu¨¦ opina de la disposici¨®n del Ministerio de Educaci¨®n?
¡ªEllos se imaginan que todos tenemos capacidad de tener un Internet fijo, que la conectividad es excelente, que todos manejamos las plataformas, pero la realidad de nuestro medio es muy diferente. Ya es complicado para nosotros como docentes, mucho m¨¢s para los padres de familia.
Los 21 alumnos de Susana deber¨ªan aprender a leer, escribir, sumar y restar en este a?o escolar, pero algunos est¨¢n lejos de alcanzar esas metas. Menos a¨²n cuando sus padres se conectan con menos frecuencia al WhatsApp.
¡ªNo avanzan al mismo nivel que en el aula. Los papitos no tienen la pedagog¨ªa o la paciencia para indicarles. A los papitos les pido que les pongan a sus hijos al tel¨¦fono, para ver si pueden leer y est¨¢n todav¨ªa quedaditos.
El director de la escuela de frontera, Carlos Enr¨ªquez, est¨¢ al tanto de las familias que dejan de comunicarse y dedica un par de d¨ªas de la semana para llevar las tareas impresas hasta el domicilio de los estudiantes que han dejado de hacerlas. Va, sobre todo, al ¨¢rea rural donde evidencia que las familias tienen necesidades m¨¢s apremiantes que la educaci¨®n de sus hijos. "Los padres me dicen: 'Se?or director, ya no tenemos ni un d¨®lar para poner recargas'. Ellos prefieren invertir ese d¨®lar en alimentaci¨®n", cuenta el docente. "Vemos gente muy pobre, por eso tambi¨¦n estamos procuramos recoger v¨ªveres para llevarles".
En las comunidades ind¨ªgenas y campesinas es m¨¢s dif¨ªcil seguir la educaci¨®n virtual. Los padres de familia escasamente han completado algunos niveles de la educaci¨®n b¨¢sica. Tampoco pueden descuidar sus cultivos ni sus animales para ocuparse de las tareas de sus hijos. En estos casos, se espera que los profesores hagan un esfuerzo extra para que los estudiantes no desconecten de la escuela. Mercedes Curichimbi, profesora ind¨ªgena de 40 a?os, explica una vez por semana las tareas en un grupo de WhatsApp y se toma el tiempo de llamar por tel¨¦fono convencional a los padres que no tienen un tel¨¦fono inteligente.
"Mi forma de trabajar es la siguiente: yo env¨ªo los lunes en la ma?ana la actividad y ellos mandan antes del fin de semana. La comunidad est¨¢ a dos horas del pueblo m¨¢s cercano y una persona sale los viernes para hacer la recarga de todos. Yo conozco la realidad de all¨¢, hay una se?ora que tiene tres hijitos y no tiene esposo ni tel¨¦fono inteligente, a ella todos los lunes le doy las tareas a trav¨¦s de una llamada telef¨®nica, uno a dos horas me toma. No quiero que ning¨²n ni?o por la economia o la distancia quede perjudicado", explica. .
¡ª?Sus alumnos est¨¢n siguiendo las clases por radio o televisi¨®n?
¡ªLa frecuencia no alcanza a esas comunidades tan alejadas y ellos no est¨¢n como nosotros en la ciudad, quedando hasta muy de d¨ªa en la casa. Ellos van a las tres o cuatro de la ma?ana a orde?ar la vaca, a deshierbar la chacra¡ Es dificil decirles que se queden en la casa para que oigan la radio. Gracias a ellos tenemos la comida en la ciudad.
Durante la entrevista, Mercedes comenta tambi¨¦n su desaz¨®n por la reducci¨®n del salario que ha anunciado el Gobierno central por la situaci¨®n econ¨®mica que atraviesa el pa¨ªs. Hasta ahora los docentes ganaban 817 d¨®lares, pero con la reducci¨®n ganar¨¢n unos 100 d¨®lares menos. La maestra ind¨ªgena, adem¨¢s, se queja de que en los dos ¨²ltimos meses han recibido el salario con 20 d¨ªas de retraso. "Eso nos perjudica, de nuestro bolsillo sale para el Internet, las llamadas, el transporte, el vestuario, pero hay que seguir".
Varias voces ya hablan del fracaso de acelerar la educaci¨®n virtual en medio de la pandemia por la covid-19. ¡°Ning¨²n pa¨ªs estaba preparado para implementar un sistema nacional de educaci¨®n virtual operando desde el hogar. La pandemia ha expuesto al rojo vivo los enormes d¨¦ficits e inequidades tecnol¨®gicos y sociales que existen en el mundo y dentro de cada pa¨ªs¡±, dice Rosa Mar¨ªa Torres, pedagoga e investigadora ecuatoriana. La Unesco ha alertado que la mitad del total de los alumnos en el mundo (unos 826 millones) no tienen acceso a una computadora en el hogar y el 43% (706 millones) no tienen Internet en sus casas. Adem¨¢s, a pesar de que mediante los tel¨¦fonos m¨®viles los estudiantes pueden acceder a la informaci¨®n y conectarse con sus profesores, unos 56 millones de alumnos viven en lugares donde no llega la cobertura de las redes m¨®viles.
La Unesco tambi¨¦n llam¨® la atenci¨®n sobre la formaci¨®n que requieren los maestros para impartir eficazmente la educaci¨®n a distancia y en l¨ªnea, pero ese apoyo es particularmente escaso en los pa¨ªses de bajos ingresos. ¡°Son temas cr¨ªticos en toda la regi¨®n la falta de preparaci¨®n y experiencia docente en el manejo del mundo virtual¡±, opina la investigadora ecuatoriana. Esto se agrava en el caso de Ecuador donde la ense?anza de inform¨¢tica o computaci¨®n sali¨® del curr¨ªculo escolar en 2015. Al hilo de eso, un grupo de profesores de esa asignatura, en abril pasado, hizo un pedido formal a las autoridades para que revisen esa decisi¨®n. En la carta se se?ala que el manejo de las nuevas tecnolog¨ªas qued¨® a discreci¨®n de cada centro educativo y eso ha contribuido a los problemas que ahora enfrentan alumnos y profesores para manejar los dispositivos electr¨®nicos necesarios para la educaci¨®n virtual.
La autoridad educativa en Ecuador considera que un 7% de la poblaci¨®n estudiantil no tiene acceso a nada. Eso equivale a unos 320.000 estudiantes. ¡°Hay muchas lecciones que nos deja la pandemia y esto nos obliga a fortalecer esas deficiencias para repensar este proceso de ense?anza¡±, dice el funcionario de Educaci¨®n consultado para este reportaje. ¡°Las tareas que a futuro tiene el ministerio son fortalecer el sistema de tele-educaci¨®n y radio-educaci¨®n y mejorar los contenidos digitales abiertos, la conectividad y las competencias digitales de los docentes¡±.
En las comunidades ind¨ªgenas y campesinas es m¨¢s dif¨ªcil seguir la educaci¨®n virtual. Los padres de familia escasamente han completado algunos niveles de la educaci¨®n b¨¢sica. Tampoco pueden descuidar sus cultivos ni sus animales
Todav¨ªa no est¨¢ claro en el pa¨ªs andino c¨®mo ser¨¢ la calificaci¨®n final de los estudiantes que desconectaron a mitad del a?o lectivo. De momento deben presentar un portafolio con los trabajos hechos. Torres opina que no deber¨ªa haber un criterio punitivo en la evaluaci¨®n final. ¡°Ser¨ªa un error monumental, penalizar a los estudiantes que no saben suficiente. Los profesores han hecho lo que han podido y los padres m¨¢s de lo que han podido¡±.
Los problemas para seguir la educaci¨®n a distancia no son exclusivos de las periferias, las fronteras o las comunidades ind¨ªgenas o campesinas de Ecuador, en Quito hay estudiantes que han quedado rezagados por sus circunstancias familiares. En el seno de una familia venezolana, que viv¨ªa de la venta ambulante de productos de limpieza, dos estudiantes, de 12 y 14 a?os, no han podido continuar con su educaci¨®n. Cuando la pandemia confin¨® a los adultos de la casa, fue imposible contar con los recursos para sostenerse. Lograron quedarse en la vivienda que alquilaban en el sur de la ciudad, por un acuerdo con la casera, y mantuvieron los servicios b¨¢sico por la orden gubernamental de no cortarlos mientras dure la crisis. Pero la conexi¨®n a Internet empeor¨®.
"Tengo Internet, pero es mal¨ªsimo. Las clases de Zoom no las agarra, los videos tampoco. En estos ¨²ltimos meses solo un tel¨¦fono puede conectarse. Tenemos tres meses ya atrasados, debe ser por eso que no est¨¢ bueno. Dejamos de cancelar por el tema de la pandemia, ahorita hay prioridad en la comida", relata Dayanira Blanca, 40 a?os, madre de las dos adolescentes. "Las clases de zoom no las descarga en el tel¨¦fono de mi esposo que no es tan bueno y nos perdemos las explicaciones del profesor".
El grupo familiar ingres¨® al pa¨ªs hace un a?o. Dayanira Blanca lleg¨® primero con cuatro de sus cinco hijos, a los 15 d¨ªas lleg¨® su esposo y, un mes m¨¢s tarde, su hija mayor con sus dos ni?as y el esposo. Desde el d¨ªa uno, esta familia numerosa hizo todo lo posible para arraigarse. La educaci¨®n de las dos adolescentes fue una prioridad. Dayanira consigui¨® cupo para sus dos hijas, aunque en distintos centros educativos. Al final del primer quimestre, esta madre cuenta que solo una de ellas se hab¨ªa adaptado a la escuela ecuatoriana y fue m¨¢s f¨¢cil conectar con sus profesores.
"Contactamos con una compa?era de mi hija por Facebook y esa ni?a me dio el n¨²mero del pap¨¢ que cre¨® el grupo de WhatsApp y nos incluyeron", cuenta Blanca. "La profesora de mi otra hija me llam¨® un d¨ªa, me pidi¨® el numero de Whatsapp, el correo y los datos de identificaci¨®n de mi ni?a, pero no me volvi¨® a llamar ni me ha mandado nada al correo. Intent¨¦ llamarla, pero parece que se comunic¨® desde una cabina y no hay forma", prosigue.
Diego Chango, de 30 a?os, obrero de la construcci¨®n y padre de dos ni?os de seis y ocho a?os, tampoco ha podido seguir el ritmo de la escuela virtual. Al igual que la familia venezolana, en su casa solo cuentan con un tel¨¦fono inteligente y hacen recargas semanales para recibir los deberes. "Trato de estar al d¨ªa con los deberes de mis hijos, busco conexi¨®n a WiFi para mandar los deberes, pero no siempre lo consigo", dice este padre que dej¨® de percibir ingresos al igual que su esposa, que se dedicaba a cuidar carros en las calles. Ahora ambos venden frutas en las calles del sur de la ciudad y cuando pillan una se?al de WiFi abierta, en alguna plaza o estaci¨®n de autobuses, se detienen para tratar enviar los deberes de sus hijos.
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