En la realidad y en la ficci¨®n: todo lo que puede suceder en un ascensor
Han sido espacio de experimentaci¨®n para los dise?adores m¨¢s arriesgados, polo de atracci¨®n tur¨ªstica y, en el cine, el mejor lugar en el que juntar a varios personajes. Pero la pandemia ha dado la raz¨®n a los claustrof¨®bicos. Repasamos elevadores ic¨®nicos e ic¨®nicas escenas de elevador
En el audiovisual dan mucho juego porque son la manera m¨¢s f¨¢cil de juntar a dos personajes en un espacio peque?o que cabe en un mismo plano y obligarlas a pasar un tiempo limitado juntas. En la vida diaria, no son muy distintos ¨Caunque poca gente puede decir que haya protagonizado una escena como la de Ryan Gosling y Carey Mulligan en Drive dentro de un elevador¨C. Los ascensores quedan en un espacio indefinido, h¨ªbrido, entre lo p¨²blico y lo privado, son casa pero tambi¨¦n pueden se?alar un territorio hostil. Y, seguramente, nunca hab¨ªamos sido tan conscientes de ello como este a?o. Resulta casi imposible ahora tomar un ascensor con un no-cohabitante y no preguntarse de d¨®nde vendr¨¢, si se lavar¨¢ mucho las manos o si se ha tomado la temperatura esa ma?ana. Antes daba miedo tener que dar conversaci¨®n inane, ahora que alguien tosa y se desencadene el p¨¢nico.
Qui¨¦n m¨¢s, qui¨¦n menos ha le¨ªdo noticias como la de la mujer asintom¨¢tica que subi¨® a un ascensor y desencaden¨® el contagio de 71 personas con coronavirus. Al parecer, ocurri¨® en marzo en la provincia china de Hilongjiang. Una estadounidense que cargaba el virus sin saberlo, pas¨® un minuto en el montacargas de un edificio. Un vecino que ni siquiera coincidi¨® con ella se contagi¨® y ¨¦ste se lo pas¨® a 70 personas. Los investigadores llegaron a esa conclusi¨®n porque el virus mostraba una secuencia gen¨¦tica diferente a la que circular en China en ese momento y la investigaci¨®n acab¨® determinando que la paciente debi¨® contaminar el ascensor.
En general, se cree que existe riesgo si no se mantiene la distancia de seguridad o la higiene, ya que el virus permanece en las superficies durante algunas horas. Un experto en control de poluci¨®n en edificios, Richard Corsi, hizo un estudio informal (no lo ha publicado aun en una revista cient¨ªfica pero habl¨® de ¨¦l en su cuenta de Twitter y en una entrevista en The New York Times) para ver qu¨¦ pasaba si una persona infectada viaja al d¨¦cimo piso de un edificio y el ascensor retorna despu¨¦s al primero. La persona sana que lo coge despu¨¦s estaba expuesta, seg¨²n su estudio, al 25% de la carga viral del primero.
Cuando todo esto pase, los ascensores volver¨¢n a sencillamente un espacio lleno de posibilidades arquitect¨®nicas y narrativas. Esperando que llegue ese momento, aqu¨ª va un homenaje a algunos de los ascensores m¨¢s interesantes de la realidad pero tambi¨¦n de la ficci¨®n.
La silla voladora de los Borbones
La historia de la ingenier¨ªa civil debe algunos de sus hallazgos a la pereza suprema de monarcas que buscaban incrementar su comodidad. Es el caso tambi¨¦n de uno de los primeros ascensores, llamado la ¡°silla voladora¡±. El arquitecto Gaetano Genovese lo instal¨® en el Palacio Real de Caserta en 1839, a petici¨®n de Fernando II de Borb¨®n. Era una proeza t¨¦cnica adelantada a su tiempo, se operaba a mano y la tracci¨®n se controlaba sin ning¨²n esfuerzo por parte de los ocupantes gracias a un motor mec¨¢nico. Por dentro, era como un peque?o gabinete de madera de casta?o y arce, con dos banquitos y una l¨¢mpara.
El ascensor ?racista? de Lost in Translation
El 60% de los fotogramas de la pel¨ªcula de Sofia Coppola parecen dise?ados para funcionar aislados, como postales del nuevo milenio. Una de las m¨¢s conocidas, buscadamente ic¨®nica, es la de Bill Murray en el ascensor del Park Hyatt, un espacio importante dentro de la pel¨ªcula, vestido de Helmut Lang, con cara de hast¨ªo de millonario y rodeado de hombres japoneses a los les saca una cabeza. Todos ellos visten trajes grises y la mayor¨ªa est¨¢n calvos y llevan gafas, una masa de seres id¨¦nticos y anodinos. La intenci¨®n es enfatizar la diferencia y la alienaci¨®n de un occidental en Tokio. Ya cuando se estren¨® la pel¨ªcula en 2003, el grupo Asian Mediawatch alert¨® de que Coppola deshumanizaba a los japoneses ¡°al retratarlos como una colecci¨®n de estereotipos superficiales a los que se trata con desd¨¦n y desprecio¡±. Pero vista con el paso de los a?os es f¨¢cil detectar las escenas que no han envejecido bien por este motivo, como la de la prostituta que pronuncia ¡°rip¡± (rasga) como ¡°lip¡± (labio) cuando va a la habitaci¨®n de Murray
Atracciones tur¨ªsticas
Hubo un momento, a principios de siglo XX, en que no hab¨ªa nada m¨¢s excitante que construirse un ascensor p¨²blico. Todo el mundo quer¨ªa uno. De esa ¨¦poca data el elevador de Santa Justa (1902) en Lisboa, una maquinaria en hierro forjado de estilo neog¨®tico que da acceso a una de las mejores vistas sobre la ciudad. Tambi¨¦n el espectacular Hammetschwand (1905), en los Alpes suizos. La estructura permite contemplar las monta?as y el lago Lucerna. Les precede Lacerda, en Bah¨ªa. Fue el primer ascensor que se construy¨® en Brasil, en 1873, en estilo Art Deco, y de noche se ilumina.
Futurismo en el Atomium
Como un juguete gigante de la Era At¨®mica, B¨¦lgica erigi¨® el Atomium para utilizarlo solo durante seis meses, como el pabell¨®n principal de la Expo 58. Los cr¨ªticos lo detestaron. Sibyl Moholy-Nagi dijo de ¨¦l que era ¡°trope, vac¨ªo y pat¨¦ticamente deslazado de las fuerzas visibles que podr¨ªan ser el fin de todos nosotros¡±, refiri¨¦ndose a la tensi¨®n nuclear de la Guerra Fr¨ªa. Ah, pero a la mayor parte de los ciudadanos les encant¨® y Bruselas quiso conservar para siempre esa especie de escultura habitable. Uno de los motivos que hac¨ªa del Atomium tan excitante es que ten¨ªa el que en ese momento era el ascensor m¨¢s r¨¢pido del mundo, y tambi¨¦n uno de los m¨¢s divertidos. El techo es transparente y el tubo por el que asciende la cabina se ilumina. Como para desmontarlo.
El ascensor de Willy Wonka
Roald Dahl invent¨® para la f¨¢brica de chocolate de Willy Wonka un ascensor que no solo va arriba y abajo, tambi¨¦n de lado a lado y en diagonal. De hecho, Charlie y la f¨¢brica de chocolate tiene una secuela menos conocida, Charlie y el ascensor de cristal en la que el ascensor sale de ¨®rbita y llega al espacio. Taika Waititi la est¨¢ adaptando para Netflix. En 2017, el conglomerado ThyssenKrupp introdujo el Multi, un ascensor sin cuerdas que tambi¨¦n es capaz de moverse en todas las direcciones.
Shirley MacLaine, operadora
¡°No me importar¨ªa coger el ascensor lento para ir con ella¡±, dice un compa?ero de oficina de Jack Lemmon en El apartamento, el mismo que no le soba el culo a Shirley McLaine, la operadora m¨¢s dulce del edificio, cada vez que sale del cub¨ªculo. Billy Wilder hace un uso magistral del ascensor en varias escenas de la pel¨ªcula, entre ellas esa introductoria. Pero ninguna como cuando Baxter (Lemmon) y Fran Kubelik (MacLaine) hacen un brindis navide?o con tazas de papel de la m¨¢quina de caf¨¦, ella dentro del elevador, ¨¦l fuera. Baxter pr¨¢cticamente se declara a su compa?era pero las puertas se cierran antes de que podamos ver la reacci¨®n de Kubelik.
?Con qui¨¦n quedar¨ªas atrapado?
Es una cl¨¢sica pregunta de juego de sobremesa: ?con qui¨¦n no te importar¨ªa quedarte atrapado dentro de un ascensor? Nora Ephron utiliz¨® ese recurso en el gui¨®n de su comedia rom¨¢ntica Tienes un e-mail y dej¨® encerrados a cuatro personajes en un montacargas a causa de una aver¨ªa: el protagonista masculino, Joe Fox (Tom Hanks), heredero millonario de buen coraz¨®n, su novia, la editora neur¨®tica Patricia (Parker Posey), el ascensorista Charlie al que interpreta Michael Badalucco y una escritora, Veronica Grant (Deborah Rush) con un chihuahua. Que, por cierto, era Lucy, el chihuahua de Nora Ephron. Cuando ya llevan un buen rato atrapados, se ponen a hablar de ¡°qu¨¦ har¨¢n si alguna vez salen de ah¨ª¡±. Grant dice que volver¨¢ a hablar con su madre, Charlie que se casar¨¢ con su novia Oreet. Ha decidido que la ama ?Y Patricia? Se operar¨¢ de miop¨ªa con laser. En ese momento, Fox se da cuetna de que no la ama y decide dejarla, y as¨ª el gui¨®n le deja pista libre para cortejar a Kathleen Kelly /Meg Ryan.
El del museo Mercedes Benz
Hablando de futurismo, si alguien en 1958 os¨® imaginar c¨®mo ser¨ªan los ascensores en 2020 puede que llegara a algo parecido al que hay en el museo de Mercedes en Stuttgart, una especie de pitillera o de pastilla espacial, hecha de metal y con un peque?o ventanuco ?Por qu¨¦ no son todos los ascensores as¨ª?
Maravillas chinas
El ascensor m¨¢s r¨¢pido del mundo est¨¢, por supuesto, en China, en un rascacielos de la ciudad de Guangzhou. Es capaz de recorrer 1260 por minuto y conecta el lobby con el piso 95 en unos 42 segundos. Eso s¨ª, no tiene las vistas del elevador de los Cien Dragones, en las monta?as de Zhangjiajie, en la provincia de Hunan. Con esta estructura de acero y cristal de m¨¢s de 300 metros, se tarda menos de dos minutos en escalar a la cima con el m¨ªnimo esfuerzo.
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