Solidaridad bajo techos de lat¨®n
Algunas redes vecinales de apoyo que surgen sin financiaci¨®n alguna en barrios empobrecidos de ?frica ponen en evidencia los escasos y fallidos planes de vivienda gubernamentales
?frica es la regi¨®n del mundo que se est¨¢ urbanizando con mayor rapidez. En los ¨²ltimos 25 a?os, la poblaci¨®n urbana se ha m¨¢s que duplicado en casi todo el ?frica subsahariana, y cuenta con la tasa m¨¢s alta de asentamientos informales. Los datos disponibles sugieren que la proporci¨®n de pobres urbanos es del 72% en las ciudades de ?frica, en comparaci¨®n con el 43% en Asia y el Pac¨ªfico, el 32% en Am¨¦rica Latina y el 30% en Medio Oriente y ?frica del Norte. Intentar mitigar los efectos nefastos de tener a una mayor¨ªa de poblaci¨®n urbana residiendo en barrios con vivienda precaria y servicios ineficientes no es tarea f¨¢cil. En tiempos de pandemia global, las carencias se han hecho m¨¢s que evidentes en cuarentenas imposibles. Sin embargo, las respuestas ciudadanas parecen funcionar mejor que las soluciones propuestas desde las instituciones p¨²blicas, y plantean serias dudas sobre el abordaje en la mejora de los barrios chabolistas del continente.?
Las pol¨ªticas de vivienda p¨²blica o mejora de los barrios empobrecidos implementadas en gran parte de las ciudades del Sur del S¨¢hara han dependido de un enfoque de arriba hacia abajo, en un intento por asegurar un suministro de vivienda y de servicios que respondieran al d¨¦ficit existente. Sin embargo, las autoridades p¨²blicas, a veces respaldadas por agencias internacionales interesadas en operar a trav¨¦s del mercado, no han logrado satisfacer la necesidad existentes entre las personas de bajos ingresos. As¨ª, el paisaje urbano de las ciudades africanas, desde per¨ªodo colonial, se ha caracterizado por barriadas con alta densidad de poblaci¨®n y una mayor¨ªa de personas cobijadas en viviendas precarias bajo techos de lat¨®n. Si bien los gobiernos e instituciones p¨²blicas han conseguido proveer algunas para las clases m¨¢s humildes, es la propia poblaci¨®n local la que produce y construye sus propias viviendas en la mayor¨ªa de ciudades del Sur del Sahara. Y paralelamente a la construcci¨®n f¨ªsica, la poblaci¨®n teje lazos afectivos y efectivos para la convivencia y la supervivencia. Observamos dos ejemplos ilustrativos desde Sud¨¢frica y Kenia.
Una propuesta de "mejora" desde Sud¨¢frica
En la era posterior al apartheid, el gobierno sudafricano quiso corregir las desigualdades sociales y econ¨®micas generadas a partir del d¨¦ficit habitacional. As¨ª, en 1994, introdujo un programa nacional de vivienda "gratuita" para sudafricanos con pocos recursos (aunque los residentes tienen que pagar las tasas y servicios). Se trata de edificaciones s¨®lidas, construidas a partir de materiales como los ladrillos y el cemento, y con techos resistentes capaces de proteger a sus residentes de condiciones ambientales severas como las lluvias. Hasta la fecha, Sud¨¢frica ha creado m¨¢s de cuatro millones de viviendas asequibles. Y un dato a priori positivo es que el 56% de estas han ido a parar a manos de mujeres.
Muchos de estos proyectos se encuentran en las periferias de las ciudades, donde la tierra es m¨¢s barata. Sin embargo, esto puede suponer un handicap para los residentes, que a menudo tienen que recorrer distancias m¨¢s largas y dedicar m¨¢s dinero al transporte para acceder a sus puestos de trabajo o a los centros sanitarios, mayoritariamente situados en los centros urbanos. De esta manera, se contribuye a sistemas de movilidad menos sostenible que aquellos que proporcionan estilos de vida de proximidad ¡ªcomo lo que se conoce como "ciudad de 15 minutos"¡ª. Y en tiempos de pandemia, estos residentes acaban siendo m¨¢s vulnerables al contagio al depender enormemente de sistemas de transporte p¨²blico que, adem¨¢s, son escasos y caros.
Los materiales con los que est¨¢n construidos las casas, destinadas a aislar a nivel clim¨¢tico y a proteger a sus residentes, tambi¨¦n pueden convertirse en "ratoneras" para la violencia machista en un pa¨ªs donde el 51% de las mujeres ha experimentado violencia domestica
Otro aspecto cr¨ªtico de este modelo de mejora de barrios informales es que, al tratarse de unidades habitacionales separadas entre s¨ª, las viviendas asequibles para sudafricanos empobrecidos han contribuido a la individualizaci¨®n de la vida social en un contexto donde la vida en comunidad es importante. Pero no solo esto. Los materiales con los que est¨¢n construidos las casas, destinadas a aislar a nivel clim¨¢tico y a proteger a sus residentes, tambi¨¦n pueden convertirse en "ratoneras" para la violencia machista en un pa¨ªs donde el 51% de las mujeres la ha experimentado por parte de sus parejas. Igualmente, seg¨²n polic¨ªa y autoridades locales, privilegiar a las mujeres como propietarias de estas viviendas, genera animadversi¨®n entre sus compa?eros masculinos, siendo una fuente de conflicto dom¨¦stico m¨¢s.
?Por qu¨¦ se expulsa a los pobres de sus barrios?
Los desalojos forzosos como respuesta institucional se repiten a lo largo y ancho del ?frica urbana, vulnerando el derecho a una vivienda para la gran mayor¨ªa de residentes en ciudades de la regi¨®n. Mientras iniciativas de vivienda asequible siguen siendo escasas, y a veces err¨¢ticas, muchos son los proyectos que abogan por trabajar en la l¨ªnea de legalizar los asentamientos informales, o como m¨ªnimo, mejorarlos y reconocer el derecho de sus residentes para con los territorios que habitan.?
El hecho es que muchos ayuntamientos africanos recaudan impuestos a trav¨¦s de la venta o arrendamiento de terrenos a empresas privadas. A trav¨¦s de la venta a constructoras, las administraciones locales recaudan el dinero que no pueden embolsar a trav¨¦s de las econom¨ªas sumergidas ¡ªla econom¨ªa informal representa casi el 86% de todo el empleo regional seg¨²n la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo¡ª. Sin embargo, esto vulnera el derecho a la tierra de las comunidades locales, y olvida y silencia la mayor parte de sistemas tradicionales de acceso a la tierra, contribuyendo enormemente a la segregaci¨®n de ciertos grupos ¨¦tnicos. Tal es el caso de los masai de Kenia y Tanzania o los oromo en Etiop¨ªa, cuyas reivindicaciones y resistencias acaban siendo un foco de conflicto y violencia que trasciende el ¨¢mbito urbano.?
En la mayor parte de ?frica Subsahariana, hay una falta de enfoques inclusivos en la planificaci¨®n participativa y de colaboraci¨®n entre las partes interesadas y los responsables de la formulaci¨®n de pol¨ªticas. Esto deriva en recurrentes desalojos forzosos y la demolici¨®n de los asentamientos informales ¡ªo no reconocidos por las normativas y regulaciones heredadas de las ¨¦poca colonial¡ª. A menudo, se suelen realizar sin previo aviso, con lo que a veces, los residentes vuelven a casa por la noche ante el asombro de ver sus hogares reducidos a escombros. Las reubicaciones y compensaciones suelen ser escasas, y muchas veces, inadecuadas. Ante el menosprecio, el malestar generado, y las fuerzas de seguridad jugando el rol de centinelas de una legalidad al servicio del capital, a menudo los barrios informales son percibidos como focos de violencia urbana y tratadas con mano dura por las autoridades. Pero cabe subrayar que, en la mayor¨ªa de casos, el embri¨®n de la violencia es la injusticia y la vulneraci¨®n de derechos, y que el paliativo m¨¢s eficaz podr¨ªa pasar por apoyar sistemas m¨¢s justos y horizontales o el reconocimiento de legitimidades populares.
Resistencia desde los barrios chabolistas
En plena pandemia global de covid-19, la mejora de las condiciones de vida en los barrios informales deviene una esfuerzo ineludible. Mientras la recalificaci¨®n de terrenos "informales" para la venta o las reubicaciones a la periferia atentan contra los derechos de los propios residentes, desplazados y relegados en la toma de decisiones, nacen iniciativas que suponen ejemplos de resistencia y supervivencia. Y afloran desde la humildad y la solidaridad ciudadana.
We demand an end to police killings! Outside Parliament right now #MamasCry #StopPoliceBrutality @UhaiWetu @nhrf_hrd @MissingVoicesKE @IPOA_KE @MissingVoicesKE pic.twitter.com/FAlECaVvqa
— Mathare Social Justice Centre (MSJC) (@MathareSJustice) June 9, 2020
En uno de los distritos m¨¢s empobrecidos de la capital keniana, el Colectivo de Investigaci¨®n del ?rea de Planificaci¨®n Especial de Mathare (MSPARC) ha desarrollado mecanismos de solidaridad, seguridad y atenci¨®n a los residentes locales frente a la covid-19 y las regulaciones gubernamentales para hacerles frente. As¨ª, grupos de mujeres, de j¨®venes e incluso "pandilleros" han empezado a trabajar para desarrollar una respuesta efectiva?liderada por la propia comunidad en el barrio de Mathare ¡ªcon m¨¢s de 200.000 habitantes empobrecidos¡ª ante la pandemia. Desde fondos de apoyo financiero para los vecinos y vecinas que han perdido sus fuentes de ingresos a documentaci¨®n y den¨²ncia de la violencia policial para exigir compensaciones, MSPARC ¡ªuna agrupaci¨®n de iniciativas locales sin apoyo financiero externo¡ª vela por el bienestar de los residentes de Mathare.?
Si bien el modelo de planificaci¨®n urbana de la mayor parte de ciudades subsaharianas se ha mostrado caduco y, muchas veces, de implementaci¨®n ineficaz, las f¨®rmulas de organizaci¨®n ciudadana que emergen de los barrios empobrecidos responden de una forma vigorosa a las necesidades de sus pobladores. ?Y si construir casas s¨®lidas no tuviera sentido sin apoyar redes compactas de apoyo mutuo? Empoderar el tejido vecinal en un momento tan delicado como el que se est¨¢ viviendo a escala global ser¨¢ crucial para lograr un mayor nivel de bienestar, seguridad, salud y paz a escala local. Pero tambi¨¦n, en un mundo interconectado, generar¨¢ un impacto positivo a escala internacional. Que los propios gobiernos y alcald¨ªas incorporen con rapidez mecanismos pertinentes de amparo a estas redes, ser¨¢ determinante.
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