Jaume Plensa: ¡°Ser¨ªa una frivolidad reducir la pandemia a una lecci¨®n de vida¡±
El escultor catal¨¢n presenta el libro de artista 'Plensa 61' mientras inaugura en Nueva Jersey una nueva escultura de 22 metros que, a causa del coronavirus, no podr¨¢ ver c¨®mo se monta: "Puede parecer una tonter¨ªa, pero es algo que me angustia"
Jaume Plensa (Barcelona, 1955) ha venido a hablar de su libro. De Plensa 61, un libro objeto en edici¨®n limitada que edita Artika y es una perfecta v¨ªa de acceso a la intimidad del artista, porque deja entreabierta la puerta de un espacio sagrado: su estudio. Plensa lo concibe como ¡°una botella que he arrojado al oc¨¦ano con la esperanza de que alguien la encuentre y sienta curiosidad por el mensaje que lleva dentro¡±.
El escultor barcelon¨¦s ha venido a hablar de su libro, pero tambi¨¦n (comunicador infatigable, hombre de m¨²ltiples facetas y curiosidades omn¨ªvoras) de cualquier tema que queramos proponerle. De Carmela, de Julia y de Arwilda, sus ni?as gigantes de resina y m¨¢rmol, esculturas de gran formato que han echado ra¨ªces en lugares como Madrid, Barcelona, Londres, Salzburgo, Houston, Boston, Liverpool o R¨ªo de Janeiro y que forman parte del Plensa p¨²blico, el que todo el mundo conoce. De su instinto n¨®mada y sus nuevos proyectos, de sus a?os en Berl¨ªn o Bruselas. De la vida cotidiana, de cine, de novela negra, de la responsabilidad del artista en tiempos convulsos, de hormigas, de tragedia griega, de belleza superflua, de c¨®mo sobrellevar un confinamiento forzoso sin dejar de crear y sin perder la cordura y la alegr¨ªa.
Cuando le comentamos que su forma de exhibir la propia intimidad ¨Cen un libro que es un puente tendido a sensibilidades ajenas¨C nos parece ¡°muy de antes¡±, anterior a la era de los tuits incendiarios y a las actualizaciones de estado imprudentes y narcisistas, Plensa recurre a una cordial iron¨ªa: ¡°A lo mejor es que ya empiezo a ser un se?or ¡®muy de antes¡¯, pero creo que si hay algo que merece ser compartido es un objeto bello¡±.
P.¨C ?Es Plensa 61 la oportunidad de llevarse a casa un Plensa de dimensiones humanas?
R.¨C Me interesan mucho las cuestiones de escala y de contexto, c¨®mo esa Julia gigante en la v¨ªa p¨²blica [en la Plaza de Col¨®n de Madrid] es percibida de manera distinta a una Julia a escala humana en una exposici¨®n o reducida casi a miniatura en las p¨¢ginas de un libro. El cerebro que las percibe se relaciona con ellas de manera muy distinta. Al final, la ¨²nica Julia que de verdad importa es la imagen que queda en el recuerdo del que la ha visto. Una imagen sin tama?o y tal vez distorsionada por el efecto transformador de la memoria.
P.¨C Dec¨ªa Luis Bu?uel que lo primero que le fascin¨® del cine fueron los planos de detalle y, sobre todo, los primeros planos de rostros, que vistos en una gran pantalla eran para ¨¦l como un paisaje humano ins¨®lito. Quiz¨¢ sus ni?as gigantes producen un efecto parecido.
R.¨C Puede que s¨ª. F¨ªjate que yo las conceb¨ª m¨¢s bien para que fuesen vistas desde lejos, de ah¨ª que prestase mucha atenci¨®n a la perspectiva, al entorno¡ Pero s¨ª, me consta que muchos paseantes se acercan a ellas guiados por la curiosidad y disfrutan de una experiencia distinta, de una contemplaci¨®n del detalle, las deformaciones, las fugas, las posibles imperfecciones y la erosi¨®n gradual de los materiales. Eso puede acercarse a la perspectiva ins¨®lita y la sensaci¨®n de irrealidad de que hablaba Bu?uel.
Soy muy cin¨¦filo y me seduce la idea de que mis esculturas puedan interpretarse como primeros planos. Ahora voy a instalar una en Nueva Jersey, a orillas del Hudson, que medir¨¢ 22 metros. Va a ser la m¨¢s alta, pero mi fascinaci¨®n infantil por las hormigas ya me ense?¨® que el tama?o es siempre relativo. Vistas de lejos, las hormigas son min¨²sculas, pero a medida que te aproximas a ellas, ?c¨®mo considerar peque?a a una criatura capaz de cargar con hasta nueve veces su propio peso?
P.¨C He le¨ªdo que es usted un gran aficionado al cine negro y que su pel¨ªcula preferida tal vez sea El sue?o eterno, de Howard Hawks.
R.¨C Sin duda. Llegu¨¦ al cine negro a trav¨¦s de la novela negra estadounidense, en especial Raymond Chandler y Dashiell Hammett, que escribieron novelas secas y ¨¢speras que son como tragedias griegas. De Hammett me gusta sobre todo Cosecha roja y el agente de la Continental es uno de mis personajes de ficci¨®n preferidos. Me encanta que nunca se cite su nombre y se le defina como un tipo bajito, m¨¢s bien regordete y poco atractivo, un hombre en apariencia gris pero que puede poner una ciudad entera patas arriba con su inteligencia y su energ¨ªa.
P.¨C Se me ocurre que tiene usted algunas de las cualidades del detective privado del cine negro, una especie de desclasado al que acuden los ricos y famosos (mecenas privados e institucionales) porque le necesitan e incluso respetan o admiran, pero que en el fondo no forma parte de su mundo.
R.¨C Algo de eso hay, s¨ª. Un artista es admitido en las mansiones de los multimillonarios, como Philip Marlowe en El sue?o eterno, pero al final del d¨ªa vuelve a su oficina en los suburbios y es tratado con cierta condescendencia. S¨ª, me divierte la idea. Adem¨¢s, encaja con este otro pensamiento: que a los artistas se les respeta, pero no se les escucha. Pienso que, aunque se acepta que aportamos algo, muchas veces no se sabe muy bien qu¨¦.
P.¨C ?Su libro es tambi¨¦n la puerta de acceso a un Plensa privado, a ese lugar al que vuelve al final del d¨ªa y que no se puede ver a trav¨¦s de su exposici¨®n p¨²blica?
R.¨C Es la puerta de acceso a un espacio, mi estudio, en el que se conciben y realizan mis proyectos, los m¨¢s grandes y los m¨¢s peque?os. Quer¨ªa mostrarlo como lo que es, un espacio org¨¢nico que se transforma continuamente. Me he sentido como un actor en el centro del escenario de mi creaci¨®n cotidiana, y eso implica sin duda un cierto grado de exhibici¨®n de la propia intimidad.
P.¨C ?Hasta qu¨¦ punto su estudio es una especie de santuario al que muy poca gente accede?
R.¨C Bueno, no es un espacio del todo ¨ªntimo, porque en ¨¦l trabajo con un equipo de 13 personas. Pero tampoco suelo recibir visitas ni hago venta directa de mi obra, como s¨ª hacen otros artistas. As¨ª que digamos que intento no convertirlo en un espacio p¨²blico, preservo hasta cierto punto su privacidad. Pero no de forma obsesiva, sino con naturalidad. Yo, en l¨ªneas generales, llevo una vida escondida, muy de puertas adentro.
P.¨C ?Es posible convertir la creatividad en rutina, crear algo todos los d¨ªas?
R.¨C Detesto la disciplina y el m¨¦todo, pero los necesito y hago lo posible por impon¨¦rmelos. Y no solo porque debo adaptarme a los horarios de otras personas, sino tambi¨¦n porque s¨¦ que en el fondo es verdad aquello de que es mejor que la inspiraci¨®n te pille trabajando. Intento convivir de manera po¨¦tica con mis contradicciones, equilibrando caos y orden. Yo siento que siempre estoy creando. Pero que quede claro que crear no implica necesariamente hacer algo tangible ni ¡°construir¡± nada definitivo. La m¨¢s creativa de las actividades humanas es pensar, aunque a veces los pensamientos no se transformen en objetos. Hay que pensar m¨¢s y hacer menos. Yo me siento como un atleta que se pasa la vida entrenando para una competici¨®n que est¨¢ a punto de empezar, pero a veces no s¨¦ si voy a correr una marat¨®n o los 100 metros lisos.
P.¨C ?Un ciudadano del mundo como usted no siente que el planeta se nos ha encogido de repente, que a causa de la pandemia y de la nueva normalidad surgida de ella vamos a poder viajar menos y puede que seamos peor recibidos en los lugares a los que viajemos?
R.¨C Sin duda. Echo de menos la posibilidad de viajar adonde quiera. Pero lo que m¨¢s me mortifica es no poder supervisar de manera activa mis proyectos internacionales. Tengo uno en Haw¨¢i y no voy a poder ir all¨ª a ver c¨®mo evoluciona. Peor a¨²n: estoy a punto de inaugurar una escultura en Grand Rapids, en el estado de Michigan, 400 toneladas de m¨¢rmol, y no podr¨¦ ver c¨®mo se monta, no podr¨¦ asistir a ese instante m¨¢gico en que tu planta arraiga en suelo extra?o. Voy a tener que dejarlo en otras manos y ni siquiera podr¨¦ verlo. Puede parecer una tonter¨ªa, pero es algo que me angustia.
P.¨C Debe ser como que un hijo tuyo crezca en otro continente, lejos de tu supervisi¨®n.
R.¨C ?Algo as¨ª! Y tambi¨¦n a?oro lugares que tal vez me vaya a resultar m¨¢s dif¨ªcil visitar de nuevo a partir de ahora. Pienso en ciudades en las que viv¨ª en mi juventud, como Berl¨ªn y Bruselas. Aunque lo cierto es que el Berl¨ªn y las Bruselas que de verdad a?oro no son los de ahora, sino los que conoc¨ª en su d¨ªa, y esos ya no volver¨¢n. Sobre todo, no volver¨¢ mucha de la gente con la que compart¨ª esos espacios. Es verdad que la pandemia nos ha empeque?ecido el mundo, pero ya lo estaba haciendo, al menos para m¨ª, el paso del tiempo.
P.¨C Usted ha llevado una vida n¨®mada y triunf¨® antes a nivel internacional que en Espa?a, pero lo cierto es que su obra tiene unas muy s¨®lidas ra¨ªces mediterr¨¢neas. ?Tal vez ese sea el (parad¨®jico) secreto de su ¨¦xito global?
Creo que s¨ª. Lo internacional no existe, es una etiqueta vac¨ªa. S¨ª que existe lo universal. Es mi car¨¢cter mediterr¨¢neo lo que permite conectar a un nivel ¨ªntimo con lo africano, lo oriental, lo anglosaj¨®n, porque aporto una identidad que puede entroncar con otras identidades ofreciendo un intercambio, un di¨¢logo. El arte sin identidad, sin ra¨ªces, o no existe o no interesa a nadie.
P.¨C ?Qu¨¦ cualidades necesita un artista?
R.¨C Dir¨ªa que, sobre todo, unos ojos transformadores, capaces de convertir la experiencia cotidiana en materia prima con la que crear algo distinto. Es una cuesti¨®n de sensibilidad y luego, claro, hay que adquirir una t¨¦cnica y sentir ese impulso tan puro y tan salvaje; no s¨¦ si la generosidad de compartir lo que haces con el mundo convirtiendo algo muy tuyo, muy ¨ªntimo, en un acto de comunicaci¨®n. Creo tambi¨¦n que hay que estar un poco loco, pero la locura de los artistas suele encontrar la terapia adecuada en su propia obra, por suerte para ellos y por desgracia para los psicoanalistas.
P.¨C He visto en su p¨¢gina que durante el confinamiento le ha dado usted cancha a otras facetas de su creatividad, como la de dibujante, en la serie de dibujos titulada STILL, en la que hay una reflexi¨®n sobre la ansiedad, el miedo, la depresi¨®n, los l¨ªmites de la cordura¡
R.¨C S¨ª, es un proyecto de exposici¨®n virtual para la galer¨ªa Lelong & Co. de Nueva York. Pero mi faceta de dibujante siempre ha estado ah¨ª: dedico mucho tiempo a dibujar, aunque no siempre d¨¦ salida a mis dibujos. Por lo general forman parte de ese entrenamiento atl¨¦tico permanente del que te hablaba antes.
STILL es un intento personal de acabar de digerir el enorme impacto de lo que estamos viviendo. Es curioso, pero mientras realizaba esos dibujos tuve muy presentes mis ilustraciones inspiradas en la obra de Shakespeare y los dise?os de escenarios que hice hace ya un tiempo para las ¨®peras de Verdi. Luego record¨¦ que Shakespeare hab¨ªa escrito Macbeth en plena pandemia, y aunque no haya en la obra referencias directas a la enfermedad, intuyo que ese sufrimiento colectivo est¨¢ ah¨ª, de alguna manera. Todo est¨¢ conectado de una manera ¨ªntima. Los mismos problemas, inquietudes y est¨ªmulos vuelven una y otra vez.
P.¨C En ellos desarrolla usted relatos visuales, algo curioso, porque en cierta ocasi¨®n dijo que si se hab¨ªa dedicado a la escultura es porque la pintura exige narraci¨®n y usted no sabe narrar.
R.¨C Es cierto que hay narraci¨®n en esos dibujos. Y resulta curioso tambi¨¦n porque, como indica su t¨ªtulo, STILL (quieto), es una reflexi¨®n sobre c¨®mo el confinamiento nos oblig¨® a quedarnos quietos, congel¨® nuestro movimiento en un punto determinado del espacio y del tiempo y nos hizo enfrentarnos a una realidad distinta a la de cuando estamos en movimiento. Es parad¨®jico que una reflexi¨®n sobre la inmovilidad forzosa haya acabado siendo una de mis obras m¨¢s din¨¢micas.
P.¨C ?Se ha preguntado estos d¨ªas sobre cu¨¢l es la funci¨®n del arte y la responsabilidad del artista en tiempos tan convulsos como estos?
R.¨C Por supuesto que s¨ª. Los periodistas me pregunt¨¢is mucho sobre esto y ojal¨¢ los pol¨ªticos lo hiciesen tambi¨¦n, porque creo que los artistas somos obreros de la cultura y del esp¨ªritu y que nuestra opini¨®n podr¨ªa tenerse en cuenta. Yo he colaborado en obras sociales y, sobre todo, siento un inmenso respeto por los m¨¦dicos, porque son los que se encargan de preservar los cuerpos, y si no hay cuerpos, tampoco hay almas. Pero d¨¦jame decirte que las almas tambi¨¦n deben ser curadas, alimentadas y acariciadas. Y eso es lo que, modestamente, intentamos hacer los artistas.
P.¨C Dijo usted en cierta ocasi¨®n que una de las mejores cualidades del arte es que no sirve para nada.
R.¨C Cierto. Y supongo que pude ser malinterpretado. No sirve para nada si lo llevamos al terreno de esa l¨®gica utilitarista que quiere convertir la belleza en una simple mercanc¨ªa, cuando hay cosas que ni pueden ni deben reducirse a su valor de mercado. Reivindico la riqueza que supone para una sociedad que haya una serie de individuos que se dediquen a crear belleza superflua. No a producirla, a crearla. Eso tiene un valor que va, creo yo, mucho m¨¢s all¨¢ de su precio.
P.¨C En Andrei Rublev, la pel¨ªcula de Tarkovski, el protagonista decid¨ªa volver a pintar iconos al descubrir que el arte proporciona consuelo y que, adem¨¢s, ser capaz de crearlo es un don al que no se puede renunciar y que hay que compartir con el mundo, como si fuese una especie de imperativo moral.
R.¨C Exacto. El arte no tiene por qu¨¦ servir para nada, pero puede aportar muchas cosas. Tal vez no respuestas, pero s¨ª preguntas distintas, puede que mejores.
P.¨C Por ¨²ltimo, ?qu¨¦ es lo m¨¢s importante que ha aprendido de la vida en los ¨²ltimos meses?
R.¨C A veces ni siquiera s¨¦ si se puede aprender algo de la vida, pero voy a intentar responder a tu pregunta. [Tras pensarlo con calma] Me niego a decir que he aprendido algo de la pandemia, porque ha sido un desastre humano de tal envergadura que no quiero reducirlo a una lecci¨®n de vida, ser¨ªa demasiado fr¨ªvolo y una falta de respeto para el dolor de la gente. Pero s¨ª, la vida te ense?a. Y vivir a otro ritmo puede ser una manera de conectar mejor con la m¨²sica silenciosa de las cosas. A medida que me hago mayor me reafirmo en la importancia de la fisicidad, de la percepci¨®n, del roce. De asomarse al mundo de manera cada vez m¨¢s receptiva esforz¨¢ndose por olerlo, sentirlo, palparlo. Acariciarlo m¨¢s que rozarlo y agarrarlo. Pero eso me lo han ense?ado el tiempo y la experiencia de estar vivo, no ninguna pandemia.
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