Ayuno de derechos humanos
Si la reconstrucci¨®n tras la pandemia no la hacemos tomando como referencia la garant¨ªa de los DD. HH. la siguiente crisis que llegue har¨¢ a¨²n m¨¢s profunda la desigualdad y la brecha social
¡°Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como est¨¢n de raz¨®n y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros¡±. (Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos)
Con esta frase conmovedora inicia el texto de la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos que naci¨® en 1948, cuando la humanidad comenzaba a despertar de una de sus noches m¨¢s largas y oscuras. Las consecuencias de la II Guerra Mundial en vidas humanas fueron incalculables y sus secuelas pol¨ªticas, sociales y econ¨®micas a¨²n marcan el devenir de la humanidad en nuestros tiempos.
Hoy en d¨ªa, hemos asumido como id¨ªlico el panorama al que nos invita a so?ar esta declaraci¨®n porque, 72 a?os despu¨¦s de su publicaci¨®n, aunque suene molesto, como humanidad no hemos sido capaces de alcanzar ni uno solo de los 29 art¨ªculos que la conforman.
Lo m¨¢s preocupante es que asumir como id¨ªlico algo es ponerle la etiqueta de inalcanzable. Esto hace que consideremos la Declaraci¨®n de los Derechos Humanos como una retah¨ªla que nos ronda la conciencia y que nos resulta incomoda a veces como esa mosca nocturna que se nos posa en la nariz o en la frente.
De este modo y con el tel¨®n de fondo de la crisis social y sanitaria que ha desatado el coronavirus, terminamos ubicando una vez m¨¢s la Declaraci¨®n de los Derechos Humanos en la estanter¨ªa de las cosas altamente improbables (junto con la dieta milagrosa que nos har¨¢ bajar de peso, el compromiso de aprender ingl¨¦s, o de apuntarnos al gimnasio).
Los derechos humanos no son un asunto exclusivo de los Gobiernos o de las autoridades. Si hacemos un examen de conciencia y leemos con atenci¨®n la declaraci¨®n podremos comprobar que en alg¨²n momento de nuestras vidas hemos privado de alg¨²n derecho humano a alguien. Seguramente no hemos matado ni esclavizado, pero a lo mejor impedimos que alguien expresara sus opiniones o creencias, tal vez hemos denostado o infravalorado a alguna persona por su procedencia o su nivel socioecon¨®mico, o quiz¨¢ nos hemos inmiscuido en la intimidad o en la vida privada de otras personas sin su consentimiento. En el mundo vivimos hoy una dieta de derechos humanos. Un ayuno forzado que siempre encuentra un pretexto para no saciar el hambre que, como humanidad, tenemos de igualdad, libertad y prosperidad.
Si las crisis globales sirven para algo es para poner en evidencia las desigualdades e injusticias que existen en el mundo. No es que antes del coronavirus no hubiera pobreza, precariedad laboral o falta de acceso a bienes de primera necesidad en algunos lugares del mundo. Es que cuando una emergencia se presenta de esta forma tan brusca, sus consecuencias se multiplican y sus efectos alcanzan a much¨ªsimas m¨¢s personas, lo que sencillamente los hace m¨¢s visibles.
Cuando una emergencia se presenta de esta forma tan brusca, sus consecuencias se multiplican y sus efectos alcanzan a much¨ªsimas m¨¢s personas, lo que sencillamente los hace m¨¢s visibles
Cuando una injusticia o una privaci¨®n de derechos nos toca de cerca, nos enfurecemos y ponemos el grito en el cielo. Pero olvidamos que esa es la situaci¨®n de millones de personas en el mundo cada d¨ªa, y que despu¨¦s de a?os de atropellos a su libertad o a su dignidad, a muchos ya nos les quedan fuerzas para reivindicarse como sujetos de derechos y, sencillamente, abandonan.
Cada vez que un ser humano pierde un derecho, de una u otra forma, toda la humanidad los pierde. Creer que no somos c¨®mplices de eso es renunciar a nuestra responsabilidad social ciudadana. Cada persona tendr¨¢ a lo largo de su vida la oportunidad de defender los derechos humanos de otra. Puede que sea en peque?os detalles, en gestos menores, pero ocurrir¨¢. Si en ese momento miramos para otro lado, o creemos que este cuento no va con nosotros, estaremos renunciando tambi¨¦n a nuestros derechos y cuando los necesitemos no podremos hacerlos exigibles.
No podemos seguir postergando m¨¢s la exigencia en el cumplimiento de la Declaraci¨®n de los Derechos Humanos. Cada d¨ªa que pasa, sin que estos sean reconocidos y respetados, es un d¨ªa m¨¢s en el que fracasamos como humanidad.
Si la reconstrucci¨®n social y econ¨®mica de la pandemia en el mundo, no la hacemos tomando como referencia la garant¨ªa de los derechos de cada persona, la siguiente crisis que llegue, sea esta sanitaria, econ¨®mica o pol¨ªtica, har¨¢ a¨²n m¨¢s profunda la desigualdad y la brecha social.
Es fundamental que no dejemos de indignarnos ante las injusticias que vemos cada d¨ªa, pero es igualmente importante que junto a esa indignaci¨®n siempre camine la acci¨®n. No existen las acciones peque?as, cada una de ellas cuenta y nos hace m¨¢s humanos, ya que, como escribi¨® Eduardo Galeano: ¡°Mucha gente peque?a, en lugares peque?os, haciendo cosas peque?as, puede cambiar el mundo.¡±
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