De c¨®mo Fidel Castro ha influido en Plat¨®n
No es f¨¢cil ense?arle la realidad a quien se empe?a en estar con los ojos cerrados. ?Qu¨¦ podemos hacer con esa gente?
Einstein y Fidel Castro han influido decisivamente en el pensamiento de Plat¨®n. Ah¨ª queda eso. C¨®mo, ?que te parece un disparate? Pues exactamente igual de disparatadas son las teor¨ªas negacionistas y conspiroparanoicas que brotan como champi?ones por doquier. La frase se la escuch¨¦ a mi amigo el f¨ªsico te¨®rico Jos¨¦ Edelstein; ¨¦l opina, con m¨¢s raz¨®n que un santo, que la burricie antiv¨ªrica prolifera al amparo de la ignorancia cient¨ªfica que buena parte de la sociedad padece. Porque se da la paradoja de que habitamos en una sociedad hipertecnol¨®gica, pero la gran mayor¨ªa de los ciudadanos vive de espaldas a la ciencia. Y as¨ª, todo el mundo sabe m¨¢s o menos qui¨¦n es Shakespeare, aunque no lo haya le¨ªdo; pero mucha gente no sabr¨ªa responder a cosas tan b¨¢sicas como por qu¨¦ vuela un avi¨®n. Y no me refiero a una respuesta rigurosa sobre la complej¨ªsima mec¨¢nica de fluidos, que la verdad es que no hay quien la entienda, sino a una idea aproximada, un barrunto al mismo nivel que el conocimiento elemental de Shakespeare (por ejemplo: vuela colgado del vac¨ªo que se va creando sobre sus alas).
Por eso, cuando a mi amigo Edelstein le vienen con las t¨ªpicas tesis peregrinas y necias, ¨¦l contesta, entre desesperado y did¨¢ctico (al fin y al cabo es profesor), con la frase de Fidel Castro y Einstein, para ver si as¨ª logra meter un rayito de luz en las cabezas calcinadas de sus interlocutores. Puesto que es imposible discutir afirmaciones que carecen por completo de base y de l¨®gica, ¨¦l pone un ejemplo a modo de espejo, como quien dice: por tu incultura cient¨ªfica no te das cuenta de que est¨¢s soltando una memez tan grande como esta, pero ya te vale, amigo, ya te vale.
He usado la palabra amigo porque no s¨¦ c¨®mo llamar a los conspiratas. Y en realidad me cuesta much¨ªsimo entenderlos. Toda esa gente manifest¨¢ndose en Madrid o en Berl¨ªn, esos zumbados diciendo por las redes que el virus no existe o que es un plan perverso de Bill Gates, esa unanimidad en la alucinaci¨®n como si se hubieran ca¨ªdo en una caldera de LSD, es algo que me deja estupefacta. Una hasta se siente tentada de explicarse el fen¨®meno con otra teor¨ªa ultraparanoica: no me digas que no parece que los han abducido los extraterrestres. Hay alg¨²n famoso por ah¨ª al que se le ha tenido que meter un marciano dentro. Es como vivir en una pel¨ªcula de los Hombres de Negro.
Por detr¨¢s de esta hoguera delirante hay, claro est¨¢, intereses pol¨ªticos avivando el fuego; partidos extremistas, por lo general de derechas, pero no siempre, o dirigentes populistas tipo Trump o Bolsonaro, a los que les interesa fomentar la ignorancia y capitalizar el miedo. Aparte de que muchos de ellos son burros de por s¨ª e incapaces de soportar este trauma. Porque la covid nos ha impartido una lecci¨®n de humildad. Nos ha demostrado lo poco que controlamos nuestras vidas. Y es una lecci¨®n dur¨ªsima, tan angustiosa que hay gente que no puede sobrellevarla. La pandemia es una descarga el¨¦ctrica y a algunos se les han frito demasiadas neuronas. Lo he contado hasta aqu¨ª con sentido del humor, pero me acongoja. Me entristece la debilidad de los humanos; que muchos escojan creer a pies juntillas en un disparate colosal porque prefieren una explicaci¨®n simplista para su dolor, algo que les proporcione un sentido y unos malos a los que culpar, en vez de tener que admitir que no somos m¨¢s que hormigas indefensas y pataleantes en el caos de la vida. Me compadezco de su miedo, que ellos convierten en rabia, y me averg¨¹enzo de su falta de hembr¨ªa (que es como hombr¨ªa pero en versi¨®n femenina: lo que viene siendo falta de entereza). Y tambi¨¦n creo, y hay expertos que lo corroboran, que una parte de los negacionistas son personas con dolencias mentales que la pandemia ha exacerbado. V¨ªctimas del virus, de otro modo. Esos son los que me dan m¨¢s pena.
Pero el problema es que sus disparates son muy da?inos y nos ponen en riesgo. ?Qu¨¦ podemos hacer con esa gente? ?C¨®mo convivir con vecinos que de pronto nos parecen delirantes? No es f¨¢cil ense?arle la realidad a quien se empe?a en estar con los ojos cerrados. Pero quiz¨¢ el humor sea una v¨ªa; el humor es un arma poderosa contra necedades y pamplinas. Ridiculicemos sus teor¨ªas rid¨ªculas e intentemos ayudar a los brotados.
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