?Qui¨¦n dio la orden de matar?

Colombia no vive su mejor momento y los colombianos en Madrid est¨¢n empe?ados en que el mundo lo sepa. Por ello, con una actuaci¨®n en la que escenificaban j¨®venes baleados sobre el asfalto, el pasado s¨¢bado 12 septiembre un numeroso grupo de ciudadanos colombianos se concentraron frente a la entrada principal del Parque de El Retiro, para gritar alto el dolor que les est¨¢ suponiendo la constante masacre de l¨ªderes sociales y el imparable asesinato de j¨®venes a manos de la Polic¨ªa Nacional de Colombia, sin que el Gobierno del presidente Iv¨¢n Duque ponga freno a este r¨ªo de sangre.

En octubre de 2016, un 50,2% de los colombianos votaron en el plebiscito que buscaba refrendar los acuerdos de paz de La Habana (firmados por el Gobierno y la guerrilla de las FARC), que no quer¨ªan la paz, y el mundo entero qued¨® at¨®nito ante aquel resultado. Pese a ello, las FARC firmaron el Acuerdo, entregaron las armas, se convirtieron en partido pol¨ªtico y llegaron al Congreso Nacional. Durante un a?o entero, el Hospital Militar de Colombia se vaci¨® de heridos en combate y el 49,7% de los votantes comenzaron a tener esperanza en que, por fin, luego de 70 a?os de guerra interna, por alg¨²n huequecito de la oscura noche de la guerra la paz dejar¨ªa entrar el sol del progreso y la justicia social al pa¨ªs. Nada m¨¢s alejado de la realidad.

Cuando las v¨ªctimas estaban comenzando a encontrar la verdad y cuando la esperanza comenzaba a apoderarse de las nuevas generaciones, el 7 de agosto de 2018 lleg¨® Iv¨¢n Duque a la presidencia y la tan anhelada paz comenz¨® a resquebrajarse. A dos a?os de su cuestionado mandato a causa de la ¡°?e?epol¨ªtica¡±, que no es m¨¢s que la compra de votos a su favor por parte de estructuras de narcotraficantes y paramilitares, Duque parece m¨¢s empe?ado en cumplir lo prometido por su alter ego, el expresidente ?lvaro Uribe V¨¦lez (en detenci¨®n domiciliaria por manipulaci¨®n de testigos), de ¡°hacer trizas el Acuerdo¡±, que en gobernar y facilitar la paz.

Ni el largo confinamiento que a causa de la pandemia han enfrentado los colombianos ha logrado parar las masacres de l¨ªderes sociales, ind¨ªgenas, reclamantes de tierras, campesinos inermes, sindicalistas, ambientalistas, j¨®venes estudiantes y desmovilizados de la guerrilla en los que se han visto involucrados miembros del Ej¨¦rcito Nacional, sin que hoy en d¨ªa se conozca ninguna judicializaci¨®n ni se haya identificado alg¨²n culpable. La impunidad es total y mientras el Gobierno de Iv¨¢n Duque mira para otro lado mostrando m¨¢s inter¨¦s en su trabajo como animador de un programa de televisi¨®n que, al mejor estilo de ¡°Al¨® Presidente¡±, de Hugo Ch¨¢vez en Venezuela, presenta todas las noches hablando incesantemente sin decir absolutamente nada, Colombia se le derrumba en una crisis social, pol¨ªtica, econ¨®mica e institucional sin precedentes en la historia del ya conflictivo pa¨ªs.

Bogot¨¢ en llamas

Motivos para la indignaci¨®n de los ciudadanos hay muchos, pero el asesinato en Bogot¨¢ del abogado Javier Ord¨®?ez el pasado 7 de septiembre a manos de dos miembros de la Polic¨ªa Nacional fue la gasolina que acerc¨® la cerilla al inconformismo de una poblaci¨®n constantemente agredida por la fuerza p¨²blica y, en disturbios que a d¨ªa de hoy brotan por cualquier punto del territorio colombiano, el resultado arroja la muerte de 13 civiles a manos de la polic¨ªa, 170 heridos y 48 CAI (Centro de Atenci¨®n Inmediata de la Polic¨ªa) incendiados en distintos puntos de la capital colombiana.

Las concentraciones y manifestaciones pac¨ªficas que se est¨¢n sucediendo en todo el pa¨ªs son contenidas a bala, gases, choques el¨¦ctricos y palo por parte de un grupo policial desbordado en la fuerza de su represi¨®n y odio hacia cualquier voz contraria al discurso oficial. Saqueos a comercios y algunas entidades bancarias por parte de v¨¢ndalos presentes en todas las concentraciones p¨²blicas, son la excusa perfecta para que el Gobierno de Iv¨¢n Duque reste importancia a la indignaci¨®n popular, justifique los excesos y la violaci¨®n a los derechos humanos con que se frena el descontento popular y maneje, como ¨²nico discurso y ¨²nico se?alamiento, la infiltraci¨®n por parte de las milicias de las FARC (grupos que no se desmovilizaron o que abandonaron el Acuerdo) y la guerrilla del ELN (Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional con quien se niega a negociar) azuzados, seg¨²n ¨¦l, por los partidos de la oposici¨®n, sin presentar una sola prueba de ello, ni un solo detenido por parte de estas organizaciones guerrilleras.

Las cifras hablan por s¨ª solas

De acuerdo con un informe entregado por el Observatorio de Conflictos, Paz y Derechos Humanos, Indepaz, en lo que va corrido del a?o 2020 en Colombia se han perpetrado 51 masacres, que para evitar sean declaradas delitos de lesa humanidad, tanto Duque, como por su Ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, han dado en llamar eufem¨ªsticamente como ¡°asesinatos colectivos¡±. Despu¨¦s de cada masacre el Gobierno habla de investigaciones exhaustivas que no llegan a ninguna parte y los muertos siguen cayendo y el pa¨ªs sigue perdiendo un capital invaluable de activistas sociales, l¨ªderes comunitarios y m¨¢s recientemente de estudiantes.

A los homicidios ocurridos desde la firma del Acuerdo de Paz (m¨¢s de mil l¨ªderes sociales y casi 300 excombatientes), han llegado a sumarse los 13 j¨®venes asesinados la semana pasada en las calles de Bogot¨¢ sin que ni el Gobierno, ni el Director General de la Polic¨ªa Nacional, ?scar Atehort¨²a Duque, se responsabilicen de lo ocurrido. Mientras la alcaldesa de Bogot¨¢, Claudia L¨®pez se pregunta qui¨¦n dio la orden, el brigadier general Hoover Penilla Romero, comandante de la Polic¨ªa local, asegura: ¡°Los polic¨ªas no necesitamos que alguien nos ordene para hacer uso de las armas o de los elementos del servicio¡±.

Mientras que el pa¨ªs se llena de grafitis que denuncian la brutalidad del Estado frente a las protestas que piden frenar los asesinatos selectivos y se convoca a un gran paro nacional, los colombianos en Madrid apoyan a sus v¨ªctimas y alzan la voz exigiendo justicia, as¨ª como la renuncia de Iv¨¢n Duque M¨¢rquez, un presidente que peligrosamente y de la forma m¨¢s descarada se est¨¢ haciendo con todos los ¨®rganos de poder, utiliza el dinero aportado por la comunidad internacional para la implementaci¨®n de la paz en propaganda de posicionamiento de su imagen y perfilamiento de todo lo que le suene a oposici¨®n y permite, impunemente, que el pa¨ªs se siembre de muertos y coca a partes iguales.

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