La calle brama en Colombia y se escucha en Madrid
El colectivo colombiano en Espa?a protesta un¨¢nimemente para apoyar una causa: el Paro Nacional que se inici¨® en su pa¨ªs de origen el pasado 21 de noviembre
Pocas veces el colectivo colombiano en Espa?a se hab¨ªa juntado en un grupo tan numeroso alrededor de una reivindicaci¨®n y pocas veces se ha aglutinado tan un¨¢nimemente para apoyar una causa: el Paro Nacional que se inici¨® en Colombia el pasado 21 de noviembre y que a d¨ªa de hoy sigue vivo en las calles del pa¨ªs.
En ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia o Bilbao se han le¨ªdo manifiestos, se han escuchado arengas en contra de la inoperancia del Gobierno y, como hecho ins¨®lito, se han escuchado cacerolazos pidiendo la renuncia de Iv¨¢n Duque, un presidente con un ¨ªndice de popularidad que raja estrepitosamente su nefasta gesti¨®n.
Los colombianos est¨¢n hablando y llenando calles y plazas, no solo en todo su territorio, sino en m¨¢s de cien ciudades del mundo; el paro se ha convertido en un movimiento amplio, multicultural y multi¨¦tnico que, de momento, no tiene visos de detenerse frente a la reivindicaci¨®n de sus puntos b¨¢sicos.
Mientras el pa¨ªs vibra en las calles, el Gobierno dilata y condiciona la negociaci¨®n y, de manera insultante hacia los ciudadanos, lo ¨²nico "serio" que hasta el momento ha ofrecido son tres d¨ªas al a?o sin IVA, como si con ello solucionara la corrupci¨®n institucional que tiene desangrado al pa¨ªs, el grave problema humanitario que atraviesan las comunidades ind¨ªgenas, la masacre que d¨ªa a d¨ªa deja l¨ªderes sociales y defensores de derechos humanos muertos, una reforma tributaria completamente impopular y abusiva, el futuro incierto de la salud y las pensiones de los colombianos y, la cuerda floja en la que se encuentran la educaci¨®n p¨²blica y el Acuerdo de Paz (el Gobierno ha borrado de todos los documentos oficiales la palabra PAZ reemplaz¨¢ndola por "legalidad", un eufemismo con que la propaganda uribista se empe?a en negar la legitimidad del Acuerdo).
La movilizaci¨®n ciudadana ha ido creciendo y a ella se han unido pr¨¢cticamente todos los sectores vivos del pa¨ªs. La participaci¨®n activa y de resistencia de las comunidades ind¨ªgenas y los estudiantes, todos los d¨ªas dan ejemplo de sensatez y movilizaci¨®n pac¨ªfica en medio de la provocaci¨®n y represi¨®n de la polic¨ªa en un pa¨ªs completamente militarizado y al borde de la conmoci¨®n interior.
Duque y su bancada de Gobierno del Centro Democr¨¢tico, encabezado por el ya tristemente c¨¦lebre expresidente ?lvaro Uribe V¨¦lez, se han expuesto al rid¨ªculo internacional y, una vez agotado el discurso de culpar al "Castrochavismo" de todos los males del pa¨ªs, se han despachado sin ning¨²n rubor achacando al Foro de Sao Pablo y al "comunismo internacional" una protesta que no tiene otro origen que el descontento de una sociedad cada vez m¨¢s asfixiada por las medidas de un Gobierno que prometi¨® todo lo contrario a lo que est¨¢ haciendo.
La evidencia en que ha quedado el Gobierno, luego de una ola de p¨¢nico general creada para atemorizar a la poblaci¨®n, deja mucho que desear y que pensar, porque la irresponsabilidad con que algunos miembros del Gobierno usaron las redes sociales para difundir rumores de vandalismo (responsabilizando a los manifestantes y a los venezolanos migrantes) pudo haber conducido, sin ning¨²n fundamento, a que los ciudadanos se agredieran unos a otros, o lo que es lo mismo: Colombia pudo estar al borde de una guerra civil creada con mentiras para defender un Gobierno completamente resquebrajado.
Colombia afronta una crisis institucional sin precedentes. Nunca en la historia del pa¨ªs se hab¨ªan escuchado cacerolazos a lo largo y ancho del territorio y, en un simbolismo sin precedentes, estos se han unido al gran cacerolazo latinoamericano que de manera simult¨¢nea se escuch¨® el domingo pasado en pa¨ªses como Bolivia, Chile, Ecuador, Venezuela, Paraguay y M¨¦xico y que fue acompa?ado por los latinoamericanos dispersos en varios pa¨ªses, incluida Espa?a.
A los frentes que se le abren diariamente al Gobierno colombiano, se suman cientos de heridos a manos de la Fuerza P¨²blica y el suicidio del soldado Brayan Cely quien, al no soportar la presi¨®n ejercida por sus superiores por su apoyo p¨²blico a las marchas, decidi¨® quitarse la vida dejando su testimonio en un video que ha conmocionado al pa¨ªs. A esta muerte se suma el asesinato del joven estudiante Dilan Cruz a manos del ESMAD (Escuadr¨®n M¨®vil Antidisturbios) y que se ha convertido en un s¨ªmbolo de la protesta considerado por los sectores sociales como un crimen de Estado y, por el Gobierno, como un "accidente" al que no ha dado mayor importancia. Por hechos como estos los manifestantes, adem¨¢s, est¨¢n pidiendo a gritos el desmonte del controvertido escuadr¨®n que en poco m¨¢s de una d¨¦cada de creaci¨®n, ya acumula la cifra de 34 asesinatos.
Asamblea permanente en Madrid
La entrada principal del Parque del Retiro se ha convertido en un lugar emblem¨¢tico para las reivindicaciones de los colombianos en Madrid. El pasado 21 de noviembre se unieron masivamente al Paro Nacional y leyeron un fuerte y contundente manifiesto de protesta a la err¨¢tica funci¨®n de Iv¨¢n Duque y su inoperancia ante el asesinato de ni?os inocentes por parte del Ej¨¦rcito Nacional y su silencio ante el asesinato de ya casi 900 ind¨ªgenas y l¨ªderes sociales.
Dos cacerolazos posteriores han unido de nuevo al colectivo. El m¨¢s reciente, en medio del fr¨ªo y la lluvia del domingo 1 de diciembre, sirvi¨® como plataforma para que se votara la Asamblea Permanente de Colombianos en Espa?a que, en palabras del periodista ?lvaro Hern¨¢ndez, director de Todo Noticias Latinas, nace con el objetivo de "elaborar un documento que pueda llegar hasta el Comit¨¦ Nacional del Paro y se incorpore dentro de las reivindicaciones que la sociedad civil est¨¢ haciendo en esta coyuntura en la que hay mucha gente interesada en crear una pol¨ªtica nueva para todos. Los colombianos en el exterior y particularmente en Madrid, estamos viendo y viviendo casos dram¨¢ticos de compromiso de la dignidad, con colombianos que est¨¢n llegando a Espa?a en condiciones muy complejas y esto es algo que queremos incluir en la agenda social y hacer llegar a la Mesa de Negociaci¨®n del Paro en Colombia".
El movimiento ciudadano
Despu¨¦s de 12 d¨ªas de paralizaci¨®n del pa¨ªs y ante el negacionismo de la situaci¨®n por parte del Gobierno y de evitar el uso de peligrosas armas disuasorias en las manifestaciones diarias, el movimiento popular crece y se retroalimenta con una fuerza espont¨¢nea fuerte y multitudinaria. Ante los acontecimientos violentos por parte de las fuerzas del Estado, el Comit¨¦ Nacional del Paro ha sumado cinco puntos m¨¢s a las 18 iniciales que Duque se niega a negociar con quien tiene que hacerlo, pues para solucionar la grave situaci¨®n que afronta, ha preferido hablar antes que con la sociedad inconforme, con los industriales y empresarios del pa¨ªs.
Mientras Iv¨¢n Duque sigue dilatando el di¨¢logo y contin¨²a a espaldas de la mayor¨ªa, sus detractores crecen como setas incluso dentro del Centro Democr¨¢tico, su partido de gobierno, desde donde ya se comienzan a escuchar duras cr¨ªticas y, algunos analistas aseguran, que pretenden tumbarlo.
Entre tanto, la m¨²sica, la cultura y las manifestaciones art¨ªsticas toman las calles de Bogot¨¢ de manera pac¨ªfica haciendo de la l¨²dica un grito de protesta que no claudicar¨¢ hasta que sean escuchados seria y atentamente por el debilitado Iv¨¢n Duque. Las calles colombianas piden que ?lvaro Uribe deje de gobernar en cuerpo ajeno y que el presidente deje de dar palos de ciego amparado en un ej¨¦rcito y un cuerpo policial al que no para de felicitar, pese a los desmanes y ataques a los manifestantes.
Esta es una oportunidad sin precedentes para el movimiento social, que por estos d¨ªas est¨¢ siendo parte de la cultura nacional, para que sea escuchado, hecho hist¨®rico en un pa¨ªs reconocido por ser la democracia m¨¢s antigua de Latinoam¨¦rica y que, pese a ello, se ha caracterizado por la sevicia de una guerra interna no declarada y por la aniquilaci¨®n de los movimientos sociales y de izquierda por parte de grupos paramilitares en comprobada anuencia con las fuerzas militares.
Mientras escribo esta columna, el presidente Iv¨¢n Duque ofrece al Comit¨¦ del Paro una "conversaci¨®n" y este, contundente, solicita una "negociaci¨®n" seria. Y as¨ª, en este tira y afloja de las dos fuerzas, en medio de cacerolas, pitos y expresiones art¨ªsticas, el otro pa¨ªs, el que cree que con ¨¦l no va la cosa, intenta continuar su otra marcha: la econ¨®mica.
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