Naciones Unidas: renovarse, pero no morir
La ONU puede considerarse el primer intento exitoso de crear un sistema de seguridad colectiva y de gobernanza global que deseche el recurso a la guerra como instrumento de relaciones internacionales. Ahora debe atender a las cr¨ªticas
En un contexto en el que la pandemia ha producido tanto tensiones y nacionalismo como conciencia de nuestra interdependencia, y por tanto de la necesidad de mayor cooperaci¨®n internacional, la Asamblea General se reuni¨® virtualmente este 21 de septiembre para conmemorar el 75 aniversario de la creaci¨®n de la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas (ONU). Ese mismo d¨ªa hizo p¨²blica una declaraci¨®n que abundaba sobre una aseveraci¨®n hecha previamente por Ant¨°nio Guterres, secretario general de la ONU: ¡°No estamos aqu¨ª para celebrar, sino para actuar¡±.
El primer sistema de seguridad colectiva
A pesar de las cr¨ªticas que recibe ¡ªmuchas probablemente justificadas¡ª, la ONU puede considerarse el primer intento exitoso de crear un sistema de seguridad colectiva y de gobernanza global. Su precursora, la Liga de Naciones, sucumbi¨® con la Segunda Guerra Mundial. En otras palabras, la ONU representa el sue?o hist¨®rico de crear un sistema internacional que coloque al inter¨¦s colectivo en el centro, por encima de los intereses nacionales, y que deseche el recurso a la guerra como instrumento leg¨ªtimo de las relaciones internacionales.
La declaraci¨®n aludida pone de relieve, por un lado, que la ONU ha cosechado ¨¦xitos sin parang¨®n que rara vez se reconocen y, por el otro, que la organizaci¨®n adolece de problemas estructurales y conceptuales que dificultan su funcionamiento e impiden que evolucione al comp¨¢s de los cambios que ocurren en el mundo.
En cuanto a los resultados positivos que ha arrojado, destacan el hecho de que ha prevenido una tercera guerra mundial y que ha coordinado cientos de operaciones para el mantenimiento de la paz; que ha establecido, a trav¨¦s de los derechos humanos, un est¨¢ndar ¨¦tico com¨²n que sirve de discurso de legitimaci¨®n de las pr¨¢cticas de los Estados y de las organizaciones; que ha implementado programas que han sacado de la pobreza a cientos de miles de personas y empoderado a millones de mujeres; que ha promovido la conciencia ecol¨®gica; o que ha servido de foro donde los Estados han aprendido a dirimir sus diferencias de manera pac¨ªfica.
Una organizaci¨®n poco eficaz
Sin embargo, en cuanto a los reveses, tambi¨¦n existen m¨²ltiples cuestiones que sobresalen: la ONU es una organizaci¨®n poco eficaz, con una arquitectura institucional anacr¨®nica que refleja el orden internacional surgido hace 75 a?os; los intereses nacionales siguen jugando un papel preponderante en los procesos de toma de decisiones importantes; no ha podido evitar que crezcan las desigualdades entre los Estados y dentro de los mismos, a pesar del crecimiento econ¨®mico; carece todav¨ªa de mecanismos coercitivos que permitan traducir sus resoluciones en acciones, sus recomendaciones en medidas; el Consejo de Seguridad no ha evolucionado pr¨¢cticamente nada, con la p¨¦rdida de credibilidad que esto supone; por mencionar algunas.
El Pew Research Center, en su ¨²ltima encuesta mundial sobre la perspectiva ciudadana de la ONU, mostr¨® que el apoyo al organismo internacional sigue siendo un¨¢nime.
M¨¢s partidarios que detractores
El 64% de los encuestados en 14 pa¨ªses expresa una visi¨®n favorable de la organizaci¨®n. La excepci¨®n es Jap¨®n. Este hecho quiz¨¢ se justifique al tener en cuenta otro dato: aquellas personas que consideran que la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) ha realizado un buen trabajo durante la pandemia, tienden a valorar m¨¢s positivamente la ONU que aquellos que opinan lo contrario. Y en Jap¨®n la mayor¨ªa de la gente encuestada considera que la OMS no lo ha hecho bien.
A pesar del apoyo favorable, otra gran encuesta global, el Gallup Survey, muestra una tendencia que se corresponde con la idea central de la declaraci¨®n: la ONU es necesaria, pero no est¨¢ respondiendo efectivamente ante muchos de los problemas que la humanidad enfrenta en este momento.
Esta falta de operatividad, as¨ª como algunas de las tendencias se?aladas arriba, se han vuelto m¨¢s visibles si cabe durante la pandemia. La OMS ha intentado liderar un proyecto global para investigar en conjunto la covid-19, para aplicar medidas y pol¨ªticas sociales y sanitarias coordinadas multilateralmente, para desarrollar una vacuna, para producirla cooperativamente y para distribuirla pensando en el bien com¨²n y en la protecci¨®n de los m¨¢s vulnerables.
La vacuna de la covid-19 y el nacionalismo
Su presidente alert¨® del peligro del nacionalismo en cuesti¨®n de vacunas (vaccine nationalism), debido a las actitudes de diversos Estados y regiones, como EE UU y Europa, que comenzaron a priorizar la investigaci¨®n, producci¨®n y distribuci¨®n nacional sobre el proyecto com¨²n. Por esta falta de apoyo, la misma OMS quiz¨¢ haya lanzado la iniciativa denominada Accelerator (ACT), a trav¨¦s de la cual, cient¨ªficos, organismos internacionales, algunos Estados y organizaciones civiles abogan por una acci¨®n concertada para enfrentar la crisis sanitaria.
A pesar de que la iniciativa se presente as¨ª, como un proyecto colaborativo y participativo, entre letras se podr¨ªa observar que el capital privado, especialmente de la Fundaci¨®n Bill Gates, est¨¢ intentando suplir el papel que probablemente deber¨ªa jugar el capital p¨²blico y que no ha hecho.
Tiempo de cambios
En breve, a pesar del ¨¦xito y de la innovaci¨®n pol¨ªtica colectiva que ha supuesto la ONU, puesto que el mundo ha cambiado y que dicho organismo no est¨¢ respondiendo de forma eficaz ante el mismo, est¨¢ claro que la ONU ha de transformarse o reinventarse. Que desaparezca no puede ser una opci¨®n. La frase ¡°Si la ONU no existiera, se deber¨ªa inventar de nuevo¡± ha sido atribuida a diferentes personalidades mundiales, pero condensa lo que podr¨ªa considerarse la quintaesencia de una verdad incontestable.
Reformar la ONU no es f¨¢cil. No es una cuesti¨®n de ideas simplemente, sino, sobre todo, de voluntad. Ha habido m¨²ltiples y muy s¨®lidas propuestas para su reforma, desde Kofi Annan hasta la actualidad, aunque el clima de confianza y esperanza ante tal cambio de forma racional, en raz¨®n del poco movimiento que ha existido, ha sido reemplazado por un contexto de negociaci¨®n en el que cada Estado busca ampliar sus intereses en la organizaci¨®n.
A pesar de esa realidad, la cooperaci¨®n que el mundo hoy necesita no es altruismo ni un lujo ¨¦tico; es inter¨¦s compartido, un imperativo para la supervivencia ante un mundo plagado de amenazas colectivas que trascienden las fronteras nacionales, un ajuste necesario del comportamiento y las estructuras institucionales comunes ante la creciente e inevitable interdependencia.
Superar la pandemia, revertir el cambio clim¨¢tico, lograr la recuperaci¨®n econ¨®mica, abordar las crecientes desigualdades que amenazan la cohesi¨®n social y azuzan conflictos potenciales, anticiparse ante los problemas asociados a la irrupci¨®n de otros virus, al desempleo y la radical automatizaci¨®n de la producci¨®n en ciernes ¨Cpor no traer a la palestra las ya manidas amenazas del terrorismo internacional, el crimen mundial y las armas de destrucci¨®n masiva¨C requieren concluir un proceso de integraci¨®n pol¨ªtica global que exige visi¨®n y voluntad; pero, sobre todo, sentido com¨²n.
La ONU debe anteponer los intereses globales a los nacionales
No parece razonable intentar solucionar problemas interdependientes con medidas fragmentadas, independientes e interesadas. Se podr¨ªa aseverar incluso que actualmente el inter¨¦s particular m¨¢s ego¨ªsta, para poderse satisfacer racionalmente ¨Catendiendo al corto, medio y largo plazo¨C, requiere que cada uno anteponga el bien com¨²n al propio, el inter¨¦s global al nacional. De ello depende hoy la supervivencia.
A modo de corolario, hay dos nociones entrelazadas que valdr¨ªa la pena recordar. La primera es que tanto la antropolog¨ªa como la gen¨¦tica han demostrado que la humanidad es una sola especie. La segunda es que la interdependencia f¨ªsica, biol¨®gica, social y pol¨ªtica son ineludibles.
Si las decisiones pol¨ªticas del m¨¢s alto nivel, tales como las referidas a la reforma de la ONU con motivo de su 75 aniversario ¨Cy as¨ª poder cumplir con su mandato de preservar la paz y seguridad a trav¨¦s de la promoci¨®n del desarrollo y los derechos humanos¨C, a la lucha contra la pandemia o a la recuperaci¨®n econ¨®mica vinculada al coronavirus, tomaran en cuenta estos dos principios que parecen estar incrustados en la estructura del universo, probablemente se podr¨ªan encontrar las pol¨ªticas y arreglos institucionales m¨¢s pertinentes tanto para responder a la coyuntura actual como para, al mismo tiempo, salvaguardar y promover el leg¨ªtimo, pero en ¨²ltima instancia secundario ¨Cen t¨¦rminos de supervivencia¨C, inter¨¦s nacional y particular.
Aunque parezca que no interesa a nadie, en realidad, nos interesa a todos.
Sergio Garc¨ªa Magari?o es investigador de I-Communitas, Institute for Advanced Social Research, Universidad P¨²blica de Navarra.
El art¨ªculo original fue publicado en The Conversation.?
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