?Est¨¢ la ONU a la altura?
La globalidad de la pandemia del coronavirus ha cogido a la comunidad internacional con el pie cambiado, en el peor momento de la cooperaci¨®n de los ¨²ltimos a?os, con un grupo de pa¨ªses intentando dinamitar el esfuerzo colectivo ante los grandes retos
La globalidad de la pandemia del coronavirus ha cogido a la comunidad internacional con el pie cambiado, en el peor momento de la cooperaci¨®n internacional ¡ªmultilateralidad es el t¨¦rmino t¨¦cnico¡ª de los ¨²ltimos a?os, con un grupo de pa¨ªses intentando a toda costa dinamitar el esfuerzo colectivo ante los grandes retos, empezando por el cambio clim¨¢tico y la ambiciosa Agenda 2030 de desarrollo sostenible. En ello est¨¢bamos cuando aparece esta amenaza mundial en forma de virus que destapa todas nuestras carencias globales.
Para empezar, nadie est¨¢ realmente coordinando a nivel mundial los esfuerzos que cada pa¨ªs est¨¢ improvisando por su cuenta y riesgo. Lo cual no es extra?o cuando ni siquiera dentro de la propia Uni¨®n Europea, que ser¨ªa lo l¨®gico, se est¨¢ concertando una respuesta com¨²n. Cada pa¨ªs ha decidido cerrar sus fronteras cuando le ha parecido, se han implementado iniciativas dispares y nadie est¨¢ coordinando un protocolo com¨²n para cuantificar la pandemia ni una definici¨®n clara de las metodolog¨ªas y ni siquiera de c¨®mo contabilizar los muertos. Si eso ha ocurrido aqu¨ª en nuestro patio trasero con los recursos del mundo occidental no hace falta mucha imaginaci¨®n para vislumbrar la que se viene en algunos pa¨ªses de Latinoam¨¦rica o ?frica.
Es curioso sin embargo que para ejecutar muchas de las medidas y, sobre todo, conseguir el apoyo de los ciudadanos a tan duras medidas, se busque desesperadamente alg¨²n clavo al que agarrarse y que represente una instancia superior de referencia tanto ¨¦tica como t¨¦cnica, por encima del estado-naci¨®n con todas sus complejas pol¨ªticas internas. Una vez m¨¢s, esa referencia global es la ¨²nica que tenemos, con todas sus limitaciones y errores, pero la ¨²nica al fin y al cabo: las Naciones Unidas (ONU) y, en este caso, la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS). A ella se ha acudido para justificar pol¨ªticas, apoyar medidas complejas y escudarse de los ataques de la oposici¨®n pol¨ªtica.
Si algo ha demostrado esta pandemia es que es necesario alg¨²n tipo de gobernanza mundial que facilite la coordinaci¨®n y las respuestas comunes a los desaf¨ªos globales
Si algo ha demostrado esta pandemia es que es necesario alg¨²n tipo de gobernanza mundial que facilite la coordinaci¨®n y las respuestas comunes a los desaf¨ªos globales. Mientras no se invente otra cosa, lo m¨¢s parecido que tenemos a eso es la ONU. Una organizaci¨®n a la que los pa¨ªses ¡ªsus due?os¡ª se resisten a empoderar pero a la que se acude desesperadamente en casos de crisis y a la que se abandona en el olvido con la misma facilidad una vez superada la dificultad. Una organizaci¨®n, con sus virtudes y sus defectos, y sus escasas capacidades, que debe lidiar ante expectativas que la suelen superar.
Pero, ?est¨¢ la ONU a la altura del reto? Porque, seamos ahora cr¨ªticos, ?qu¨¦ ha hecho la OMS desde Ginebra aparte de decir a los pa¨ªses que tengan cuidado, que implementen medidas especiales y de contar las cifras imprecisas que le llegaban de fuentes tan dudosas como las que facilita cada pa¨ªs? ?D¨®nde estaban los expertos para facilitar metodolog¨ªas universales que permitan cuantificar de forma unitaria a nivel mundial los efectos de la pandemia? Lo que hemos visto desde Ginebra son consejos, y m¨¢s consejos, algunos incluso contradictorios en cuestiones tan sencillas como en el tema de la necesidad del uso de mascarillas, primero diciendo que no eran necesarias y ahora que mejor que s¨ª.
La verdad es que cuesta creer a la OMS si la juzgamos por su nefasto historial en manejar crisis similares, como la de la gripe A (?se acuerdan?) sin ir m¨¢s lejos, que tanta pol¨¦mica suscit¨® tanto por sus elevados costos como por la influencia de los poderosos laboratorios farmac¨¦uticos en los pasillos de la organizaci¨®n en Ginebra. La memoria es corta: nadie aqu¨ª ha hecho referencia a los 13,5 millones de vacunas que el Ministerio de Sanidad compr¨® solo en Espa?a en el a?o 2010 y de las que apenas se utilizaron tres millones. La no utilizadas, m¨¢s de 10 millones de vacunas, compradas en medio de una espectacular alarma social, hubo que tirarlas a la basura.
?Y la ONU en Nueva York? El Secretario General, Antonio Guterres, levanta la voz de alarma y ha aprovechado para pedir que se paren todos los conflictos en el mundo debido a la pandemia. Pero ?qu¨¦ ha hecho el Consejo de Seguridad ante la mayor amenaza global desde la II Guerra Mundial? Nada: no se ha reunido ni una sola vez, ni f¨ªsica ni telem¨¢ticamente (al menos hasta el 5 de abril en que se escribi¨® este art¨ªculo).
Es cierto que necesitamos una gobernanza global m¨¢s s¨®lida, pero la ONU, para que pueda funcionar m¨ªnimamente, debe tener el mandato y los recursos para ello. Mientras tanto, cada pa¨ªs seguir¨¢ haciendo la guerra por su cuenta. Este virus global nos ha cogido a traspi¨¦s. Cuando pase, volveremos a las andadas. Y acudiremos a una endeble ONU en la pr¨®xima crisis.
Enrique Yeves es periodista especializado en pol¨ªtica internacional y ONU, donde ha ocupado varios altos cargos en Nueva York, Roma y Madrid.
La Red de Expertos Planeta Futuro est¨¢ abierta al an¨¢lisis y el debate sobre tem¨¢s de la Agenda2030 por parte de investigadores, acad¨¦micos, pol¨ªticos, representantes de ONG, y un largo etc¨¦tera. Las opiniones vertidas en los art¨ªculos son responsabilidad de los autores.
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