Hacer bien el bien
?La caridad y la fe pueden convertirse en productos de mercado? El periodista Migue Roth recorri¨® Am¨¦rica Latina para responder esta y otras preguntas sobre la cooperaci¨®n y la ayuda humanitaria
Las veces que me preguntaron cu¨¢l es el primer recuerdo incisivo de mi primer viaje por Latinoam¨¦rica, de mochilero, siempre aparecen dos momentos precisos en mi mente. No son recuerdos irrefutables, hay jirones del tiempo en sublimaci¨®n. A veces abordar los inicios resulta en recuerdos ap¨®crifos, pero si lo intento, cada vez que lo intento, puedo reconocer dos lugares ¡ªdos momentos precisos¡ªal comienzo de mi peregrinaci¨®n her¨¦tica por Sudam¨¦rica: la tarde en estado de oxidaci¨®n sobre un puente sucio y los olores agrios gravitando alrededor del hito despintado de Argentina/Bolivia. Luego, un hotel barato frente a la terminal bimodal de Santa Cruz de la Sierra, y el ventilador que giraba chirriando a las cuatro de la madrugada.
Por entonces intu¨ªa que feligreses, cooperantes y turistas iban a lo seguro en sus procesiones: ellos sab¨ªan d¨®nde ir, qu¨¦ ver y arreglaban de antemano c¨®mo regresar de sus viajes. Los que no, escap¨¢bamos o busc¨¢bamos rozar por el camino alg¨²n matiz de la verdad.
Sal¨ª solo, convencido de que era el momento de caminar los paisajes y palpar, tambi¨¦n, el lado oscuro del continente; como tantos otros amigos latinoamericanos, quer¨ªa recorrer los lugares dif¨ªciles, no trillados, y ayudar ¡ªen lo que pudiera¡ª a quien estuviera sufriendo, pero no ten¨ªa un mango. Hab¨ªa ahorrado, en pesos argentinos: nada. La soluci¨®n lleg¨® bajo el t¨ªtulo del voluntariado. Conoc¨ª propuestas sociales de grupos religiosos y oeneg¨¦s con proyectos humanitarios que necesitaban mano de obra joven y entusiasta. Me alist¨¦ y serv¨ª.
Cre¨ªa que la compasi¨®n, la caridad o la solidaridad eran la respuesta a tanta penuria; pero asomaron dudas. Los buenos prop¨®sitos del grupo de estudiantes que hac¨ªa obra misionera; la moda solidaria que lideraban actrices y cantantes, hasta los mayores intervencionismos se justificaban con argumentos altruistas y no resultaban como promet¨ªan y publicitaban.
A lo largo del recorrido, ciertas preguntas se fueron tornando m¨¢s y m¨¢s insistentes: ?tiene sombras la compasi¨®n? ?la caridad y la fe pueden convertirse en productos de mercado? ?puede causar da?o la bondad?
El gobierno, por ejemplo, que destina millones de d¨®lares a pa¨ªses en crisis y a trav¨¦s de organizaciones e iglesias cristianas ejecuta programas de desarrollo, ?lo hace por bondad? Si las instituciones que implementan sus programas denunciaran las injusticias y la desigualdad provocada por el mismo gobierno, ?seguir¨ªan recibiendo financiaci¨®n?, ?podr¨ªan pagar a sus trabajadores y garantizar la continuidad de los proyectos?
Me preocupa que la conmoci¨®n y la compasi¨®n ¡ªcuando se sienten¡ª no necesariamente den lugar al compromiso por buscar las causas de la violencia y la desigualdad.
La solidaridad, la caridad, la filantrop¨ªa o como prefiramos llamarlas, forman parte del bienintencionismo y como tal, son insuficientes, siempre lo han sido y siempre lo ser¨¢n. S¨¦ que ninguna instituci¨®n tiene la capacidad de eliminar la miseria, ni la tendr¨¢; pero eso tampoco impide explorar otras formas de mejorar las cosas.
Es indispensable pasar de la reacci¨®n solidaria a relaciones aut¨¦nticas con el otro, basadas en el respeto y la igualdad. Los que est¨¢n sufriendo ¡ªpersecuci¨®n, hambre, miseria: violencia en cualquiera de sus formas¡ª nos ayudan a ver lo que descuidamos y el valor de lo que tantas veces damos por sentado. Pero ayudar a los dem¨¢s es algo digno si se trata de un ejercicio reflexivo; si se estanca en lo espont¨¢neo y meramente piadoso, solo formar¨¢ parte de la industria humanitaria sentimental, ¨²til a los mercaderes de la fe y funcional a quienes manipulan el dolor ajeno para su beneficio.
Todo esto no puede tratarse simplemente de hacer el bien, sino de hacer bien el bien que pretendemos hacer; y eso debe incluir la forma en que narramos nuestra compasi¨®n.
De todo esto hablo en las cr¨®nicas que aparecen en Sin piedad, publicado en Latinoam¨¦rica por Angular y en campa?a para ser publicado en Espa?a a trav¨¦s de libros.com, un ensayo ¡ªuna aproximaci¨®n¡ª, mi intento por narrar lo insondable que puede ser un barrio paraguayo, las riberas del Solim?es o la mirada desenga?ada de las madres ind¨ªgenas Wich¨ª. Andanzas de un viaje mayor y sin retorno, que sirvi¨® para desmentir las postales de Sudam¨¦rica que mostraban las viejas National Geographic y Travel de mi t¨ªo. El libro recoge una serie de charlas y vivencias de una d¨¦cada de viajes por el continente que dan cuenta de mis encuentros en el camino con personas, lugares y conceptos que sacudieron mi visi¨®n de Sudam¨¦rica, la manera y las ideas en las que cre¨ªa.
Migue Roth (Patagonia, 1985) es docente y periodista independiente especializado en temas de acci¨®n humanitaria. Es editor fundador de la plataforma period¨ªstica Angular.
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