?Queremos combatir honestamente el racismo?
Si las pol¨¦micas y discursos del odio del modelo norteamericano consiguen monopolizar el debate electoral en Europa, el aumento del racismo est¨¢ servido
El racismo ha vuelto a convertirse en arma arrojadiza entre los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos. El asesinato de George Floyd, el pasado mes de mayo, a manos de la polic¨ªa de Minneapolis, mostr¨® al mundo que una parte de la sociedad estadounidense contin¨²a siendo impunemente racista. Sin lugar a dudas, la actitud del presidente electo y candidato por el partido republicano, Donald Trump, aviva las brasas de una problem¨¢tica que parec¨ªa superada. Trump exhibe sin complejos sus ideas populistas y nacionalistas, olvidando su responsabilidad moral como l¨ªder de un pa¨ªs tan influyente como Estados Unidos. Sin escr¨²pulos que puedan hacer reconsiderar su estrategia, Trump, que ha calificado las protestas del movimiento Black Live Matters de ¡°terrorismo dom¨¦stico¡±, basa su carrera a la Casa Blanca en legitimar los comportamientos xen¨®fobos de sus votantes. Y eso es jugar con fuego.
Lamentablemente, el estilo de campa?a electoral norteamericana resulta ser un modelo para Europa. Los partidos de ultraderecha, con narrativas similares, han alcanzado ya diversas posiciones de gobierno. Si sus pol¨¦micas y sus discursos del odio consiguen monopolizar el debate electoral, el aumento del racismo est¨¢ servido.
Frente a esta situaci¨®n, obviamente, no existe una soluci¨®n ¨²nica. La complicidad pol¨ªtica y social, adem¨¢s de un trabajo constante de integraci¨®n ¡ªatendiendo dignamente a las personas¡ª, son estrategias que ayudar¨ªan a evitar que el racismo vuelva ser el epicentro del debate. El desconocido y la etnia distinta asociada a la pobreza son aspectos que pueden provocar sensaci¨®n de inseguridad, miedo y, a partir de ah¨ª, dar lugar al rechazo. Esa impresi¨®n solo se puede vencer desde una integraci¨®n social real, lo que significa facilitar la obtenci¨®n digna de puestos de trabajo que faciliten la adaptaci¨®n y fusi¨®n con el entorno a trav¨¦s de una vivienda decente y unas relaciones sociales normalizadas. Unos factores que, cuando se logran, hacen que el rechazo pierda su raz¨®n de ser.
Es obvio que deben calibrarse las consecuencias de las decisiones que se tomen. El pol¨ªtico no puede ser alguien ingenuo y debe asumir que sus resoluciones pueden tener efectos colaterales. Es aqu¨ª donde tienen sentido los cupos generosos, las contrataciones en origen y la armonizaci¨®n de criterios en el marco de la Uni¨®n Europea. A pesar de ello, atendiendo a la dignidad de las personas que han vivido un trayecto migratorio dur¨ªsimo y para evitar una imagen social que fomente el rechazo, no tiene ning¨²n sentido mantener a estos ciudadanos en situaciones ¡°en tierra de nadie¡± a la hora de conseguir su inserci¨®n sociolaboral. Algunos ejemplos del actual bloqueo son la imposibilidad de seguir la formaci¨®n reglada, cuando esta deja de ser obligatoria, o exigirles quimeras, como ofertas de empleo de un a?o m¨ªnimo de duraci¨®n, inexistentes hoy en d¨ªa en nuestro mercado laboral, para que puedan regularizar su situaci¨®n en el pa¨ªs.
A nuestro entender, la verdadera causa del racismo es la desigualdad y las situaciones de pobreza, un contexto que algunos utilizan como combustible para dar alas y sustento a posiciones radicales de rechazo
Informar a la ciudadan¨ªa del marco legal vigente que imposibilita la inserci¨®n de las personas migrantes ser¨ªa un paso significativo hacia la neutralizaci¨®n de los discursos racistas. Y no solo por la dignidad humana de los afectados, sino tambi¨¦n para tomar conciencia de las causas de tanta marginalidad. Solo desde este cambio de mentalidad y visi¨®n, desde la concienciaci¨®n social, ser¨¢ posible forzar la revisi¨®n normativa. Tambi¨¦n ser¨¢ clave ir m¨¢s all¨¢, y mirar al otro desde la conexi¨®n personal para poder verlo como a alguien con plenos derechos, como cualquier ser humano.
Las ONG, como organizaciones intermediarias entre los individuos y el Estado, con una misi¨®n integradora, tenemos una gran responsabilidad social en propiciar este acercamiento entre personas, as¨ª como en forzar el cambio positivo del marco legal. El intercambio personal, la divulgaci¨®n de testimonios de ¨¦xito y de necesidad, o simplemente constatar lo absurdo e injusto de algunas situaciones, nos har¨ªa ver que todos tenemos los mismos miedos y los mismos objetivos vitales. Ver al otro como un igual favorecer¨ªa la integraci¨®n, as¨ª como superar el discurso de rechazo radical que da sentido a ciertas formaciones pol¨ªticas. Compartir espacio educativo o tener compa?eros de distintos or¨ªgenes familiares nos aproximar¨¢ a lo desconocido y favorecer¨¢ la superaci¨®n de los prejuicios. Por otro lado, tambi¨¦n es importante combatir los discursos del odio de forma contundente, y no desde el silencio o la indulgencia. Cuando alguien a nuestro alrededor hace un comentario racista no deber¨ªa ser pasado por alto, y ni mucho menos corroborado con una sonrisa. Nuestra responsabilidad como ciudadanos empieza en los peque?os gestos del d¨ªa a d¨ªa.
A nuestro entender, la verdadera causa del racismo es la desigualdad y las situaciones de pobreza, un contexto que algunos utilizan como combustible para dar alas y sustento a posiciones radicales de rechazo. Contribuir a mejorar las condiciones y a eliminar las circunstancias de desigualdad de la persona migrante permitir¨¢ dar por obsoleto el debate, lo que supondr¨ªa vencer ciertos radicalismos que sacan r¨¦dito de esta realidad en beneficio electoral propio.
Josep Oriol Pujol Humet es director general de la Fundaci¨®n Pere Tarr¨¦s.
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