¡°En los momentos tristes pienso que, sin nuestro trabajo, muchas de las ni?as estar¨ªan muertas¡±
La activista colombiana Mayerl¨ªn Vergara P¨¦rez es galardonada con el considerado Nobel Humanitario, el Premio Nansen para los Refugiados, que otorga Acnur, por su labor apoyando a v¨ªctimas de trata y explotaci¨®n sexual. Muchas de ellas son refugiadas
El primer Premio Nansen se concedi¨® a una mujer: Eleanor Roosevelt, primera presidenta de la Comisi¨®n de Derechos Humanos de la ONU y Primera Dama de Estados Unidos?durante la presidencia de Franklin D. Roosevelt. Eso sucedi¨® en 1954, cuando la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) creo el galard¨®n en honor de Fridjof Nansen, el que fuera primer Alto Comisionado para los Refugiados?de la Liga de Naciones, entre 1920 y 1930, y Premio Nobel de la Paz en 1922. ?l, que atraves¨® Groenlandia en esqu¨ªs cuando nadie lo hab¨ªa hecho, en 1888, fue quien dijo aquello de "lo dif¨ªcil es lo que toma alg¨²n tiempo; lo imposible, un poco m¨¢s".
Algo une ahora a ambos personajes con Mayerl¨ªn Vergara P¨¦rez (Sahag¨²n, 1975). La activista colombiana ha sido distinguida con este reconocimiento, conocido como el Premio Nobel Humanitario, este 2020. Y erradicar la explotaci¨®n sexual y ayudar a las v¨ªctimas en su pa¨ªs es una haza?a dif¨ªcil pero menos imposible que hace dos d¨¦cadas, cuando comenz¨® su trabajo para conseguirlo.?
Con 18 a?os, Vergara comenz¨® a dar clases a ni?os de educaci¨®n primaria en Cali. "Empec¨¦ a escuchar y conocer sus historias, que eran muy dolorosas. Muchos estaban en una situaci¨®n muy vulnerable", rememora. "En una ocasi¨®n, les ped¨ª que escribieran una carta de Navidad. Y un ni?o puso que ped¨ªa comida y una nevera porque en su casa no hab¨ªa". Aquello la marc¨®, pero fue dos a?os despu¨¦s cuando recibi¨® el aldabonazo que empuj¨® a la maestra al activismo. "Viv¨ªa ya en Cartagena y vi a dos cr¨ªos de cuatro o cinco a?os consumiendo pegamento. Y le dije a Dios que me dedicar¨ªa a ayudarles". Por eso, cuando se traslad¨® a Barranquilla y vio que una ONG buscaba psicopedagoga en un anuncio en el peri¨®dico, no se lo pens¨®. "No ten¨ªa nada que ver conmigo. No sab¨ªa lo que era una ONG ni era psic¨®loga, pero s¨ª era atrevida", r¨ªe desde el despacho de ACNUR en La Guajira, donde hay buena conexi¨®n de Internet para mantener esta conversaci¨®n por videoconferencia.
Mand¨® su curr¨ªculo y al d¨ªa siguiente se encontraba en una entrevista de trabajo en la que le explicaron que la organizaci¨®n trabajaba con ni?as, y tambi¨¦n chicos, v¨ªctimas de la explotaci¨®n sexual. "Yo creo que necesitan una persona que los escuche", dijo ella. Aquella frase, asegura, le vali¨® el puesto: 24 horas despu¨¦s, el 23 de julio de 1999, empez¨® como educadora nocturna en una de las casas de acogida de la Fundaci¨®n Renacer, entidad en la que todav¨ªa trabaja. "Entraba a las seis de la tarde y sal¨ªa a las ocho de la ma?ana. Ah¨ª ves la cotidianeidad de los ni?os, tambi¨¦n sus momentos de crisis porque sufren ansiedad por las drogas o por los recuerdos de la prostituci¨®n". Esa fue su tarea y su vida durante siete a?os.
"Me acuerdo hasta de sus nombres", reconoce a pesar del paso del tiempo. "Cuando llevaba dos meses, lleg¨® una ni?a embarazada y tuvo a su hija. Hoy, 21 a?os despu¨¦s, aquel beb¨¦ estudia Sociolog¨ªa en la universidad", cuenta Vergara orgullosa, que tambi¨¦n curs¨® la misma carrera. "No solo la salvamos a ella, sino a la siguiente generaci¨®n, tambi¨¦n a los otros tres hijos que ha tenido con su esposo", se emociona.
Tras ese per¨ªodo, se mud¨® a Cartagena, donde su labor fue distinta. Pas¨® de recomponer vidas rotas a tratar de prevenir el problema. Comenz¨® a dise?ar programas de formaci¨®n y sensibilizaci¨®n, para profesores y agentes del sector tur¨ªstico. "Fue duro que los hoteleros se vieran como parte del problema, para poder ser parte de la soluci¨®n", reconoce. De aquel esfuerzo naci¨® la estrategia La muralla soy yo para luchar contra la explotaci¨®n sexual comercial de ni?os, ni?as y adolescentes en el contexto de viajes y turismo.
Este trabajo de concienciaci¨®n es muy importante, defiende la activista. "Los abusos los perpetran los padres, alg¨²n familiar. Y la gente est¨¢ sensibilizada. Pero en el caso de la explotaci¨®n y de la trata, se piensa que les gusta, que ganan mucha plata y que incluso el proxeneta las est¨¢ ayudando", explica. Para acabar con este delito y vulneraci¨®n de los derechos de las menores, es crucial que profesores, l¨ªderes comunitarios, empresarios, todos, aprendan a identificar a las v¨ªctimas. "Antes la encontr¨¢bamos en las calles, pero ahora est¨¢n en las aulas", apunta. "Siempre que organizamos talleres en escuelas, encontramos casos de trata, explotaci¨®n y abuso".
Ella ha aprendido a identificar a las v¨ªctimas con la experiencia de los a?os. Luego, viene todo lo dem¨¢s. Un "duro proceso" de acercamiento y construcci¨®n de confianza. "Vamos a los sitios donde sabemos que se establecen contactos o se produce la propia explotaci¨®n. Nos sentamos junto a las chicas y empezamos a conversar de cualquier cosa. Pero somos adultas desconocidas, y normalmente son adultos los que han vulnerado sus derechos", detalla Vergara. Despu¨¦s, les hablan del programa de la Fundaci¨®n Renacer. Algunas se unen r¨¢pido y a otras les lleva semanas o meses dar el paso. "No es f¨¢cil para ellas ir al proceso terap¨¦utico". Cuando lo hacen, empieza otro cap¨ªtulo.
En el caso de la explotaci¨®n y de la trata, se piensa que les gusta, que ganan mucha plata y que incluso el proxeneta las est¨¢ ayudando
Una vez son acogidas por la organizaci¨®n, "lo primero es que se sientan en casa". Despu¨¦s vendr¨¢ lo de hablar, las sesiones para expresar sus emociones y llorar para sanar. "Ellas son mis hero¨ªnas, ellas son las que se merecen este premio". El reconocimiento es mutuo. Las supervivientes escriben frecuentemente cartas de agradecimiento a Vergara. "En los momentos tristes pienso en que muchas de las ni?as, sin nuestro trabajo, estar¨ªan muertas por suicidio o asesinadas por delincuentes".
Hace dos a?os, Vergara volvi¨® a cambiar de rumbo, pero no de meta. En 2018 visit¨® La Guajira para redactar un informe de situaci¨®n y evaluar si la Fundaci¨®n deb¨ªa abrir all¨ª un programa. "Lo que he visto all¨ª es lo m¨¢s duro que he visto en mi tiempo en la organizaci¨®n", afirma. En este departamento fronterizo con Venezuela, el cuarto m¨¢s pobre de Colombia, reside la mayor concentraci¨®n de refugiados y migrantes venezolanos en el pa¨ªs. Representan el 16% de la poblaci¨®n total, seg¨²n datos de ACNUR. "Encontramos ni?as captadas para ser explotadas, ni?as que atraviesan solas las trochas, pasos fronterizos informales, caminos peligrosos en los que sufren abusos, y acaban siendo prostituidas. Ni?as conviviendo con se?ores que les triplican la edad a cambio de comida y vivienda. Ni?as que con 12 o 13 a?os te dicen que no quieren vivir".
Motivos hab¨ªa. Pero, ?qui¨¦n iba a encargarse del programa? Vergara se ofreci¨® y se mud¨® a Riohacha donde, en abril de 2019, abri¨® el Centro de Atenci¨®n Internado de la Fundaci¨®n Renacer. Era la primera vez que afrontaba un reto similar y tem¨ªa no hacerlo bien. Pero consigui¨® una casa adecuada, con espacios amplios donde las ni?as pudieran jugar y otros donde poder estar solas. "Tuvimos que construir una cocina, ba?os y una zona de lavander¨ªa porque antes era un colegio y no hab¨ªa". Para ello, recibi¨® ayuda de Acnur, y tambi¨¦n de Unicef y de la Organizaci¨®n Internacional de Migraciones.
La primera inquilina fue una ni?a ind¨ªgena way¨² venezolana. "Hab¨ªa sido v¨ªctima de abuso sexual desde chiquita y despu¨¦s de explotaci¨®n. Antes de que abri¨¦semos la casa nos escrib¨ªa mensajes diciendo que se quer¨ªa morir", recuerda Vergara. "Es que es muy duro. Es tanto da?o el que se les? hace a las ni?as, y tambi¨¦n a los ni?os", se emociona. Desde entonces, el centro ha atendido a 75 de ellas, de las que 18 eran v¨ªctimas de trata. "Las captan en Venezuela, las llevan a casas donde est¨¢n tiradas en colchones en el suelo y son explotadas", describe. "Otras llegan solas y son captadas aqu¨ª", contin¨²a.
Su trayectoria, pero especialmente esta ¨²ltima etapa en La Guajira, ha sido clave para ser reconocida con el Premio Nansen para los Refugiados, dotado con 150.000 d¨®lares. Vergara ya sabe a qu¨¦ los va a dedicar: "Voy a proponer comprar la casa en la que estamos de arriendo". Toda ayuda es bienvenida y, a la luz de los datos, necesaria. Entre 2015 y 2019, el n¨²mero de v¨ªctimas de trata de personas identificadas en Colombia aument¨® en un 23%. Y solo en los primeros cinco meses de 2020, las autoridades colombianas ya hab¨ªan registrado un aumento del 20% entre las v¨ªctimas de trata de personas no colombianas con respecto al n¨²mero total de v¨ªctimas de todo 2019.
Adem¨¢s del cheque, para Vergara, el premio tiene otro valor: el de la visibilidad de su causa. EL Comit¨¦ que decide qui¨¦n es premiado, formado por representantes del Gobierno noruego, el suizo, el Consejo de Europa y el Presidente del Comit¨¦ Ejecutivo de ACNUR, entre otros, ha decidido que este a?o, Vergara sea la protagonista en la ceremonia de entrega el pr¨®ximo d¨ªa 5 de octubre, virtual esta edici¨®n, que se transmitir¨¢ en espa?ol en el canal de YouTube del ACNUR. La gala contar¨¢ con la participaci¨®n del Ato Comisionado, Filippo Grandi, Isabel Allende, Angelina Jolie, el actor mexicano Alfonso Herrera como conductor del evento, as¨ª como el cantante colombiano Juanes.
Justo a Vergara, por primera vez en la historia del galard¨®n, otras cuatro mujeres ser¨¢n reconocidas con los Premios Nansen Regionales: Francoise Sabuni Chikunda, una maestra de escuela para refugiados de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo que vive en Uganda; Rozma Ghafouri, una refugiada afgana que vive en Ir¨¢n, aspirante a futbolista que usa su amor por el deporte para sacar a los ni?os refugiados de las calles y llevarlos al aula; Tetiana Barantsova, una activista de Ucrania, cofundadora de AMI-Skhid, una ONG que aboga por el cambio y la protecci¨®n de los derechos de las personas con discapacidad, incluidas las personas discapacitadas desplazadas internamente; y Rana Dajani, cient¨ªfica y madre de cuatro hijos que busca conseguir que la lectura y el aprendizaje sean accesibles para los ni?os refugiados.
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