La fruta no es buena para todo el mundo o c¨®mo tu sand¨ªa es necropol¨ªtica
La artista A?da G¨®mez denuncia mediante una acci¨®n en los supermercados las situaci¨®n de los temporeros
El fil¨®sofo camerun¨¦s Achille Mbembe ha llamado necropol¨ªtica a ese derecho de algunas personas a manipular la vida de otras hasta a ponerlas en peligro de muerte. Partiendo de la idea de biopoder de Foucault, considera que la esclavitud, la marginaci¨®n, la violencia pol¨ªtica, tambi¨¦n son otras formas de ejercer esa necropol¨ªtica, esa pol¨ªtica de la muerte o de los ¡°muertos vivientes¡±. Esos cuya vida no vale nada ante el poder, cuyos cuerpos son mercanc¨ªa intercambiable o desechable al dictado de los mercados. La artista A?da G¨®mez (Madrid, 1986)? ha tomado este concepto para desarrollar, a petici¨®n de la galer¨ªa madrile?a La Gran, una obra con el mismo nombre, Necropol¨ªtica. La acci¨®n consisti¨® en dise?ar unas peque?as pegatinas como las que indican la marca de las piezas de fruta donde dijera esa palabra. Varios modelos, pegatinas muy llamativas y coloridas. Luego ir a pegarlas en la superficie de diferentes frutas (peras, manzanas, nectarinas) de diferentes supermercados del centro de Madrid mientras grababa la acci¨®n en v¨ªdeo con el m¨®vil. ?Por qu¨¦?
Necropol¨ªtica from A?da G¨®mez on Vimeo.
¡°Me preocupa la situaci¨®n de los temporeros inmigrantes que trabajan en el campo recogiendo la fruta¡±, dice G¨®mez, ¡°cuando pensamos en las plantaciones de algod¨®n en la que trabajaban los esclavos negros en Am¨¦rica nos echamos las manos a la cabeza, pero las cosas no son ahora muy diferentes¡±. Durante el primer confinamiento por la pandemia de Covid-19 salt¨® a primera l¨ªnea la situaci¨®n de estos trabajadores esenciales que, cuando todo el mundo se quedaba en casa, ten¨ªan que seguir yendo al campo a currar por el bien de todos. ¡°La fruta no es sana para todo el mundo¡±, dice la artista.
Posteriormente tambi¨¦n han salido noticias relacionadas con brotes de la enfermedad que surgen del hacinamiento y las malas condiciones en las que viven y trabajan estas personas. El goteo de noticias es constante. Acusaciones por violaciones en serie a trabajadoras precarias. La muerte por un golpe de calor de un trabajador que recog¨ªa sand¨ªas de sol a sol, en jornadas de 11 horas a 44 grados y sin agua. Cuando ese hombre se desmay¨® lo dejaron an¨®nimamente en un centro de salud en Lorca, Murcia. Luego nos refrescamos con esas sand¨ªas sin preguntarnos qu¨¦ pasa detr¨¢s.
?Qu¨¦ efecto causaron las pegatinas en los compradores de los supermercados? ¡°Pues la verdad es que, en el momento de colocarlas, nadie repar¨® en lo que estaba haciendo. Hoy todo el mundo va lo suyo y nadie se fija en lo que ocurre alrededor¡±, explica G¨®mez, en lo que no deja de ser una met¨¢fora de lo que pretende denunciar: la falta de inter¨¦s en el mundo circundante. Karl Marx llam¨® ¡°fetichismo de la mercanc¨ªa¡± a esa ceguera ante las condiciones y los procesos mediante los cuales las cosas que consumimos son producidas. Y somos muy fetichistas: la mercanc¨ªa nos obnubila y no nos deja ver m¨¢s all¨¢. O preferimos no hacerlo.
La acci¨®n de G¨®mez podr¨ªa haber causado algo de esc¨¢ndalo si al menos los guardias de seguridad la hubiesen interceptado y la hubieran sacado a rastras, pero ni siquiera estos vigilantes repararon en la acci¨®n. ¡°Espero que las pegatinas hayan llegado a casa de alg¨²n cliente y haya buscado en Internet el t¨¦rmino necropol¨ªtica¡±, dice la artista, ¡°provocar la reflexi¨®n¡±. ?Es el consumo responsable una forma de acci¨®n pol¨ªtica? ¡°Realmente creo que los consumidores poco podemos hacer ante estas injusticias, sobre todo los que tenemos bajos ingresos y tenemos que ir siempre a los m¨¢s barato. Lo que hay que exigir es que cambien las leyes¡±.
El trabajo de esta artista urbana ha discurrido con frecuencia por el camino de la denuncia, siempre rompiendo esa burbuja en la que nos movemos por el entorno urbano y por la vida cotidiana. En la obra Cookie fabric¨® unas galletas de la fortuna, como las que dan en los restaurantes chinos, que conten¨ªa un papelito con t¨¦rminos y condiciones de uso de esas que solemos aceptar sin leer en Internet, cuando aceptamos cookies. ¡°Es una met¨¢fora de todas esas cosas que en Internet nos hacen tragarnos sin darnos cuenta¡±, explica.
En otra de sus obras, Banco de abrazos, le coloc¨® unos brazos muy tiernos a un banco p¨²blico de esos que los ayuntamientos tratan de hacer lo m¨¢s inc¨®modo posible para las personas sin hogar, en lo que se llama ¡°arquitectura hostil¡±. En otra acci¨®n cambi¨® el cartel que dice ¡°Lavapi¨¦s¡± en la estaci¨®n de metro de ese barrio por la palabra ¡°AirBnB¡±, para denunciar la turistificaci¨®n del barrio y la expulsi¨®n de los vecinos. Frente al juzgado Manresa coloc¨® una estatua de solo 30 cent¨ªmetros de una mujer orgullosa. Por su tama?o, se?alaba la poca importancia que tienen las agresiones sexuales, a juzgar por las sentencias con las que se condena a los culpables. ¡°A los pocos d¨ªas la estatua apareci¨® rota en un descampado, probablemente por alguien al que no le gustaba la idea¡±, dice G¨®mez.
El arte pol¨ªtico suele estar rodeado de controversia, sobre todo cuando es la m¨¢xima atracci¨®n de ferias como ARCO o es objeto para la especulaci¨®n de millonarios globales: como si la cr¨ªtica se hubiera convertido m¨¢s en un estilo art¨ªstico que en algo con fundamento. Una moda. El te¨®rico Alberto Santamar¨ªa ha llamado a este fen¨®meno ¡°situacionismo low cost¡±. ¡°Yo creo que cualquier expresi¨®n art¨ªstica tiene un contenido pol¨ªtico, aunque no sea expl¨ªcito¡±, dice G¨®mez. En su caso, sus obras se encuentran en la calle, en contacto con la gente, y algunas tratan de poner su granito de arena. Dentro de la acci¨®n Necropol¨ªtica es posible comprar una risograf¨ªa a tama?o grande de las pegatinas de la fruta. El dinero recolectado se destinar¨¢ a la ONG Open Arms, involucrada en la mejora de las condiciones de vida de esos que recogen la fruta que nos comemos.
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