La voz inc¨®moda del antirracismo franc¨¦s
Musulmana de izquierdas, referente del movimiento negro y feminista, cuestionada desde posiciones laicas, denuncia el ¡°racismo de Estado¡± y no rechaza el velo. Rokhaya Diallo es una polemista estrella en la Francia del siglo XXI.
Cuando Rokhaya Diallo (Par¨ªs, 1978) era peque?a, pasaba horas ante el televisor. De all¨ª sac¨®, quiz¨¢ sin darse cuenta, los c¨®digos que a?os despu¨¦s le permitir¨ªan moverse con soltura en las el¨¦ctricas tertulias televisivas a las que es asidua. Y fue ante el televisor donde aquella ni?a t¨ªmida y aplicada, hija de una costurera y de un mec¨¢nico senegaleses, descubri¨® lo que ser¨ªa una de las pasiones de su vida: los dibujos animados japoneses y el manga.
¡°En estos dibujos, hab¨ªa muchas cosas relacionadas con el combate, con el hecho de luchar y vencer en busca de un mundo ideal¡±, dice. ¡°Y pienso que me influy¨®¡±.
Rokhaya. Hay personas cuyo nombre basta para identificarlas. En los ¨¢mbitos en los que ella se mueve, donde confluyen periodismo, activismo y pol¨ªtica, cuando se pronuncian estas tres s¨ªlabas enseguida se sabe de qui¨¦n se est¨¢ hablando. Ella insiste en que no representa a nadie m¨¢s que a s¨ª misma, pero quienes la escuchan en las tertulias, o la siguen en las redes sociales, o leen sus libros, o ven sus documentales, para aplaudirla o para vilipendiarla, proyectan en ella algo m¨¢s. ¡°Mujer, negra, musulmana¡±, se define a s¨ª misma.
Las tres palabras pueden ser suficientes para despertar la admiraci¨®n: al fin una voz que hace visible esta Francia menos visible. O la irritaci¨®n: he aqu¨ª ¡ªen un pa¨ªs donde todos los ciudadanos son libres e iguales y el Estado debe ser ciego ante su religi¨®n, el color de su piel o su adhesi¨®n a otras identidades¡ª a alguien que lleva a gala estas se?as de identidad y que, adem¨¢s, denuncia que, en 2020, son motivo de discriminaci¨®n; que Francia, como Estados Unidos, arrastra un pecado original racial.
¡°Francia es un pa¨ªs en el que las mujeres deben expresarse dentro de una l¨®gica de seducci¨®n, se nos educa para gustar y ser agradables y sonrientes. Y de una mujer negra se espera una forma de gratitud. Que yo me sienta c¨®moda en los medios de comunicaci¨®n, y en mi lugar, se considera una forma de arrogancia¡±, dice. ¡°Si represento algo, es una palabra minoritaria, porque soy mujer, soy negra, soy musulmana. No somos muchas que seamos tan visibles¡±, contin¨²a. Y a?ade: ¡°Cuando cometo un error, lo pago m¨¢s que otros¡±.
La entrevista para preparar esta semblanza se desarroll¨® el viernes 16 de octubre a las cinco de la tarde. Mientras habl¨¢bamos en un caf¨¦ cerca del Centro Pompidou en Par¨ªs, en Conflans-Sainte-Honorine, una localidad a 35 kil¨®metros de aqu¨ª, un refugiado checheno, inspirado por la agitaci¨®n en las redes sociales del islamismo radical, decapitaba a un profesor por mostrar en clase las caricaturas de Mahoma publicadas por el semanario sat¨ªrico Charlie Hebdo.
¡°Su estatuto de mujer, musulmana y negra hace de usted una privilegiada¡±, le reproch¨®, unos d¨ªas despu¨¦s del atentado, el ensayista Pascal Bruckner en un programa de televisi¨®n en el que ambos participaban. ¡°Le permite expresar una serie de cosas que, si las hubiese dicho yo, sobre todo respecto a Charlie Hebdo, llev¨®, junto a otros, a la muerte de los 12 de Charlie Hebdo¡¡±. ¡°?Lo que yo dije llev¨® a la muerte de alguien? Es escandaloso lo que usted dice¡±, replic¨® Diallo. ¡°No tengo absolutamente ninguna responsabilidad en ning¨²n acto terrorista¡±.
Bruckner citaba, para apoyar la grave acusaci¨®n, un texto que, seg¨²n admite ahora Diallo, figura entre esos errores que supuestamente habr¨ªa pagado m¨¢s caro que otros. Se trata de una carta colectiva publicada en 2011, despu¨¦s de un primer atentado sin muertos ni heridos que incendi¨® la redacci¨®n de Charlie Hebdo. La carta acusaba al semanario de ¡°anticlericalismo primario unido a una obsesi¨®n islam¨®foba¡± y sosten¨ªa que ¡°no es de recibo apiadarse¡± de la publicaci¨®n, puesto que ¡°los da?os materiales los asumir¨¢ el seguro¡±.
El texto envejeci¨® r¨¢pido y mal.
Ella lo firm¨®. ¡°Fue en 2011, antes de los atentados [de 2015], pero se presenta como si lo hubi¨¦semos firmado despu¨¦s de los atentados. Lo firmamos una veintena de personas, pero soy la ¨²nica a quien se le reprocha¡±, justifica. ¡°Considero que el texto no era pertinente¡±, admite.
Rokhaya Diallo es una presencia p¨²blica en Francia desde hace una d¨¦cada al menos. Despu¨¦s de estudiar Derecho y Comercio, trabaj¨® en el canal Disney. Los disturbios de 2005 en la banlieue ¡ªlos barrios perif¨¦ricos¡ª tras la muerte de dos adolescentes que se electrocutaron cuando hu¨ªan de la polic¨ªa despertaron su conciencia pol¨ªtica.
¡°En los medios se les trataba de sinverg¨¹enzas. Habr¨ªan podido ser mis hermanos o primos, su vida no ten¨ªa valor¡±, recuerda. ¡°Y me di cuenta de que quienes comentaban esto en la televisi¨®n o en la radio eran hombres blancos, y hablaban de eso como de algo lejano¡±. Ha dedicado estos a?os a intentar solventar este d¨¦ficit. ¡°Si soy francesa, es porque el encuentro entre mis ancestros y Francia fue racista, colonial, violento¡±, dice, incansable contra lo que llama el ¡°racismo sist¨¦mico o de Estado¡±.
Pero ?c¨®mo sostener este argumento si la Constituci¨®n proh¨ªbe la discriminaci¨®n racial y esta es ilegal? La respuesta se encuentra, en parte, en marginaciones reales reconocidas por el propio Macron: en la vivienda, en la educaci¨®n, en el mercado laboral. Tambi¨¦n en actos racistas de la polic¨ªa, como ha reconocido el ex defensor del pueblo Jacques Toubon. La ecuaci¨®n es compleja.
¡°Racismo de Estado¡±, aclara Diallo, ¡°no significa que el Estado sea legalmente racista: no hace falta que el racismo est¨¦ inscrito en la ley para que las instituciones lo propaguen¡±.
Muchas de sus opiniones son, para sus adversarios, ideas extranjeras directamente importadas del multiculturalismo norteamericano. Chocan con una idea de la laicidad francesa, e incluso con el feminismo del que ella se reclama part¨ªcipe. Diallo, por ejemplo, no rechaza el velo, que ella no lleva, y se opone a la ley de 2004 que proh¨ªbe la ostentaci¨®n de signos religiosos ¡ªentre ellos, el pa?uelo isl¨¢mico¡ª en las escuelas.
¡°No soy provelo: soy proelecci¨®n. Lo que debe estar en el centro de las consideraciones es la libertad de las mujeres a disponer de su cuerpo. Me batir¨¦ tanto por que no se proh¨ªba a una musulmana francesa que lleve el pa?uelo como contra el hecho de que en Ir¨¢n o Arabia Saud¨ª se la obligue a llevarlo. Lo importante es la elecci¨®n y que las cosas sean impuestas o no. En Francia, la mayor parte de mujeres que llevan el pa?uelo lo hacen de manera voluntaria, seg¨²n un estudio del Instituto Montaigne¡±, argumenta. Cuando se le objeta que el velo puede entenderse como una imposici¨®n machista, una manera, precisamente, de controlar el cuerpo de las mujeres, responde: ¡°La mayor¨ªa de chicas que llevan el pa?uelo dicen que lo llevan como sumisi¨®n respecto a Dios. No quiero entrar en la teolog¨ªa porque no es mi punto fuerte. Pero si analizamos el velo como un s¨ªmbolo que marca la dignidad del cuerpo, no podemos no asociarlo a otros s¨ªmbolos, como los tacones que deforman los pies, por ejemplo¡±, responde. ¡°A m¨ª no me gusta que, en un pa¨ªs en el que los musulmanes son minoritarios, se juzgue que el sexismo de los musulmanes es particularmente retr¨®grado: hay un sexismo general¡±.
Todas estas posiciones contra corriente, su descaro, su empe?o en denunciar el ¡°racismo institucional¡± llevaron al Gobierno franc¨¦s, a finales de 2017, a excluirla de un grupo de expertos sobre Internet. The New York Times dedic¨® al caso Diallo un editorial. ¡°Francia fracasa a la hora de afrontar el racismo¡±, lo titul¨®. ¡°Siempre me dicen que no amo Francia, pero yo hab¨ªa aceptado dar mi tiempo a la Rep¨²blica por algo que me importaba¡±, comenta.
La raza, como el sentimiento nacional, es un aprendizaje.
De peque?a, Diallo no era consciente de que era negra. Creci¨® en la banlieue de Par¨ªs, rodeada de personas de todos los or¨ªgenes. Descubri¨® que era negra m¨¢s tarde, con la mirada de los dem¨¢s. Le preguntaban de d¨®nde ven¨ªa. Se extra?aban de que no tuviese acento al hablar franc¨¦s. A?os despu¨¦s, algunos cuestionar¨ªan su lealtad a su pa¨ªs. Su ¨²ltimo libro se titula: Francia: ¨¢mala o c¨¢llate.
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