?Son los libros un bien de primera necesidad?
Francia se divide en su segundo confinamiento entre dos modelos de comercio y de consumo opuestos
Cuando abro la aplicaci¨®n de Le Monde en mi m¨®vil estos ¨²ltimos d¨ªas me salta siempre la misma publicidad: ¡°Compra libros en tu librer¨ªa independiente. Ap¨®yala¡±. No s¨®lo sucede con Le Monde. Tambi¨¦n le Nouvel Observateur y Telerama han concedido espacio publicitario gratuitamente a los libreros independientes franceses, quienes andan airados. Y es que desde el pasado 30 de octubre Francia vive un segundo confinamiento que ha hecho crispar los ¨¢nimos de los peque?os comerciantes. Estos ven c¨®mo el negocio se les escapa, cuando no se les hunde, a las puertas de la campa?a navide?a y para colmo de males en beneficio de los grandes distribuidores, f¨ªsicos y virtuales.
Las librer¨ªas de barrio han tenido que bajar la persiana desde el ¨²ltimo fin de semana de octubre mientras contemplaban impotentes c¨®mo las grandes superficies e hipermercados del extrarradio vend¨ªan, sin cortapisas, libros y DVD. Finalmente el gobierno franc¨¦s ha decidido que los hipermercados vendan s¨®lo ¡°productos esenciales¡± como los de alimentaci¨®n, de higiene y de puericultura pero no libros, ni juegos ni DVD para evitar la competencia desleal dadas las circunstancias.
A los peque?os comerciantes les queda siempre la opci¨®n de proponer el click and collect: que el cliente encargue el libro en l¨ªnea y se pase por la librer¨ªa simplemente a recoger su pedido. Durante el primer confinamiento se arguy¨® que las librer¨ªas no pod¨ªan abrir sus puertas al p¨²blico porque no estaban preparadas para garantizar los gestos barrera y el respeto del protocolo de seguridad requerido por el estado de alarma sanitaria. Desde el mes de marzo se han puesto al d¨ªa y sin embargo hoy no les dejan acoger p¨²blico.
Francia ha promovido un estilo de vida de suburbio, a la americana, y as¨ª le va
Detr¨¢s de toda esta pol¨¦mica puntual subyace la concepci¨®n de qu¨¦ es un libro, de qu¨¦ consideramos ¡°bien de primera necesidad¡± y de qu¨¦ modelo de sociedad (y de ciudad) priorizamos. Y a ello apuntaban los 250 firmantes -escritores, editores y libreros- de una tribuna abierta dirigida al presidente de la Rep¨²blica y publicada en Le Monde el 30 de octubre pasado. Se titula Abrir todas las librer¨ªas, como todas las bibliotecas, es elegir cultura. En el texto colectivo se lee, por ejemplo, que ¡°un libro no es un producto como cualquier otro: es un bien que debe ser defendido por la naci¨®n, en toda circunstancia y en todo lugar¡±. Suiza y B¨¦lgica, con medidas tanto o m¨¢s restrictivas, han permitido que las librer¨ªas abran. ?Por qu¨¦ no Francia?
La Francia que se ve a s¨ª misma como el pa¨ªs de las luces y de la cultura se ha convertido, en gran parte del territorio en realidad en un pa¨ªs de pol¨ªgonos en el extrarradio y ciudades dormitorios enlazadas todas por rotondas, donde las librer¨ªas brillan¡ por su ausencia. Si quieres un libro no te queda otra que comprarlo en el hipermercado a no ser que est¨¦s dispuesto a subirte al coche y recorrer kil¨®metros para agenciarte tama?o tesoro. La realidad es que una cuarta parte de las librer¨ªas en Francia se encuentra en Par¨ªs y su extraradio. En s¨®lo dos barrios de Par¨ªs hay m¨¢s de 100 librer¨ªas.
Yo tengo la suerte de vivir en una peque?a ciudad que cuenta a¨²n con un par de librer¨ªas independientes ¨C una generalista y otra especializada en literatura infantil y juvenil- adem¨¢s de dos peque?os comercios de libros de segunda mano y dos librer¨ªas cristianas. Soy cliente asidua de todos ellos y los visito con regularidad no s¨®lo porque me gusta leer, y a mi marido y a mis hijos tambi¨¦n, sino como verdadero acto militante voluntario: porque quiero que no cierren las puertas, ni durante el confinamiento ni, lo que ser¨ªa aun peor, que echen el cerrojo definitivo despu¨¦s de ¨¦l. Quiero que mi ciudad disponga de peque?o comercio, al que puedo acudir a pie, en bici o en transporte p¨²blico. Quiero que existan los peque?os establecimientos para repartir mejor el pastel: que todos coman hasta la saciedad sin que nadie se empache ni nadie se quede con hambre. ?D¨®nde est¨¢ escrito que el pez grande tiene que acabar siempre comi¨¦ndose al chiquitito?
A mi modo de ver Francia no ha comprendido a¨²n que ha promovido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial un estilo de vida de suburbio, a la americana, y as¨ª le va. El franc¨¦s medio que triunfa en la vida abandona la ciudad m¨¢s pronto que tarde para exiliarse en las afueras parapetado en su casa con jard¨ªn y huerto. ?A qui¨¦n le preocupa ya que cierren los peque?os establecimientos del centro urbano, donde el ciudadano medio nunca pone los pies?
Lamentablemente el cierre s¨®lo preocupa a los libreros, a los editores y a algunos ciudadanos de Par¨ªs, Lyon y Marsella, que imaginan que Francia es a¨²n el pa¨ªs de la Cultura, con C may¨²scula, como les ense?aron en la escuela hace unas cuantas d¨¦cadas. Los libros ya no son, como en otras ¨¦pocas, bienes de preciado valor aunque se vendan en una librer¨ªa de lance. Y eso es as¨ª decida lo que decida el gobierno franc¨¦s.
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