Amin Maalouf: ¡°Hemos recorrido un buen trecho del camino a la autodestrucci¨®n¡±
La nueva novela del escritor francoliban¨¦s, que ahora ve la luz en su versi¨®n en espa?ol, no es solo una novela. Es un aviso a navegantes: vamos muy mal encaminados. Con telones de fondo como la arquitectura moral de Albert Camus, el actual marasmo pol¨ªtico, econ¨®mico y social, y el derrumbamiento del orden mundial como lo conoc¨ªamos, Nuestros inesperados hermanos ¡ªuna distop¨ªa de reconocibles similitudes con la crisis que asola al planeta¡ª es un grito de alarma. Pero tambi¨¦n de esperanza.
En esta casa apacible del barrio de ?toile, en Par¨ªs, rodeado de cuadros pac¨ªficos y de libros que narran batallas e ideas, habita un hombre pac¨ªfico al que la vida y lo que observa han convertido, como en el t¨ªtulo c¨¦lebre de Albert Camus, en un hombre rebelde. Es Amin Maalouf (Beirut, 1948), franc¨¦s de adopci¨®n, acad¨¦mico de la lengua de acogida, autor de obras c¨¦lebres como Le¨®n el Africano u Or¨ªgenes, su viaje por el mundo en busca de las huellas de sus antepasados. Hoy cree que har¨ªa falta un milagro para que el planeta vuelva a ser ¡°un buen lugar para vivir¡±. Ahora publica en Alianza, su editorial espa?ola, Nuestros inesperados hermanos, una distop¨ªa que semeja una realidad posible: el planeta se queda a oscuras porque un apag¨®n s¨²bito elimina todas las conexiones. Una isla min¨²scula en la que viven sus personajes es el escenario en el que protagonistas del extra?o cortocircuito global manejan hilos que envuelven a la humanidad en una extra?a campa?a de fraternidad inspirada en las ense?anzas de la vieja Atenas. Es una visita de ficci¨®n al desorden del mundo, t¨ªtulo de uno de sus m¨¢s recientes ensayos. Pero no se lee como una novela, tan solo, sino como una advertencia que sintetiza el t¨ªtulo de la ¨²nica novela de la escritora que forma parte del elenco: El futuro ya no vive aqu¨ª. Estamos en peligro, dice Maalouf, y no tan solo en lo que sale ahora de su imaginaci¨®n de contador de ficciones.
Pregunta. ?C¨®mo lleg¨® a este ejercicio de adivinaci¨®n literaria?
Respuesta. Este libro ya estaba escrito antes de esta ¨²ltima crisis, y la verdad es que me pregunt¨¦ si era mejor publicarlo ahora o esperar. Despu¨¦s me pareci¨® que era apropiado para decir las cosas que planteaba. S¨ª, es una obra de nostalgia y utop¨ªa. He observado el mundo durante las ¨²ltimas d¨¦cadas y llevo escritos unos cuantos ensayos que describen d¨®nde est¨¢n yendo mal las cosas. Identidades asesinas, El desajuste del mundo y El naufragio de las civilizaciones¡ Tengo la sensaci¨®n, y es una sensaci¨®n muy fuerte, de que vamos por mal camino. Como sigamos en esta direcci¨®n, llegaremos a la peor de las situaciones. Debemos imaginar una sociedad diferente. Escog¨ª ese momento de la historia, el esplendor de Atenas, porque me pareci¨® una ¨¦poca en que la humanidad se encontraba en su infancia, sin mucho conocimiento detr¨¢s. Y, de repente, durante dos o tres generaciones, ocurri¨® algo que demuestra que nuestra especie tiene la posibilidad de producir algo totalmente inesperado. El t¨ªtulo viene de ah¨ª. Por supuesto que es una alegor¨ªa, y que no adoptar¨¢ la forma descrita en esta ficci¨®n, pero despu¨¦s de esos ensayos necesitaba decir que hay esperanza, que tal vez alg¨²n d¨ªa surgir¨¢ algo diferente.
P. Los personajes est¨¢n confinados en una remota isla atl¨¢ntica que se convierte en el centro del mundo. Es imposible leer el libro y no pensar en la pandemia.
R. Cualquiera podr¨ªa sufrir un accidente un d¨ªa. Salimos de casa y en una fracci¨®n de segundo podemos resbalar, caer, rompernos. Eso podr¨ªa implicar meses o a?os en el hospital. Lo que nunca suele ocurrir es que el conjunto de la humanidad sufra un percance. Pero en esta crisis todo el mundo ha sufrido el mismo accidente. Nunca hab¨ªa pasado antes, ni pod¨ªa pasar, porque jam¨¢s hab¨ªamos estado tan interconectados. Es la primera vez que nos toca enfrentarnos al mismo problema a todos. Y nos sentimos extremadamente vulnerables. La enfermedad en s¨ª es mucho menos virulenta que el ¨¦bola o que la gripe de 1918. Pero de repente se ha parado el mundo. Nuestras formas de responder ante esto son muy diferentes, y al mismo tiempo compartimos el mismo destino. Lo que pase en una provincia de China ocurrir¨¢ en Mil¨¢n, en Nueva York, en todas partes. Y aun as¨ª, no estamos unidos, ni siquiera los europeos, ni siquiera dentro de un pa¨ªs. Realmente es una met¨¢fora de lo que nos ocurre¡ Escrib¨ª este libro antes de todo esto, porque los contratiempos a los que nos enfrentamos ya estaban all¨ª. Los problemas de no poder trabajar juntos, de no poder construir el futuro unidos. Est¨¢n ah¨ª, a escala global, incluso en zonas en las que estaban empezando a preparar el porvenir juntos. Europa ya no funciona, todo el orden mundial ha desaparecido.
P. ?Y ad¨®nde vamos?
R. En cualquier direcci¨®n, hacia cualquier conflicto: una nueva guerra fr¨ªa, o no necesariamente fr¨ªa. Podemos ir en cualquier direcci¨®n, y no tenemos medios para impedirlo. Podr¨ªamos tener una alarma nuclear, u otras clases de alarma. Nuestro mundo puede detenerse por la decisi¨®n de una persona o por s¨ª mismo. Se puede parar todo mientras nosotros nos preguntamos ad¨®nde vamos. Este libro es fruto de mi preocupaci¨®n por el mundo, tal como lo he plasmado en mis obras anteriores, y al tiempo deseo mantener la esperanza de que nuestra especie sea capaz de producir algo que impida una gran cat¨¢strofe.
P. El mundo antiguo que acude al rescate de la humanidad, y Estados Unidos, cuyo presidente lo lidera. Los hermanos inesperados lideran el cambio, ante el estupor de Milton, que as¨ª se llama el hombre que ahora encarnar¨ªa Trump. No parece que usted pensara en Trump¡
R. ?Noooo, ja, ja, ja! Esos hermanos inesperados significan que hoy necesitamos alguna clase de milagro, pero en vez de imaginar un milagro que sabe Dios de d¨®nde vendr¨ªa, trat¨¦ de imaginar un milagro que sucedi¨® en la historia de la humanidad, en la antig¨¹edad, cuando produjimos algo inesperado. Un milagro que tengo la esperanza de que un d¨ªa se repita. En cuanto a Estados Unidos, siempre me ha fascinado la vida pol¨ªtica de ese pa¨ªs. Lo que me resulta interesante es la comparaci¨®n con 1492. En aquella ¨¦poca unas civilizaciones se sorprendieron de encontrarse con algo que ni conoc¨ªan ni esperaban, e inmediatamente qued¨® obsoleta su propia civilizaci¨®n y eso llev¨® a la destrucci¨®n¡ ?Qui¨¦n es el representante de nuestra civilizaci¨®n hoy? No podr¨ªa escoger a nadie que no estuviera en el centro del poder en el lugar m¨¢s importante.
P. Pero, en la realidad, estos ¨²ltimos cuatro a?os esa personalidad est¨¢ encarnada en Donald Trump¡ Usted cita a Shakespeare: ¡°Un cielo tan turbio pide una tormenta¡±.
R. Durante al menos un siglo se habla de la decadencia del mundo, y cada vez que se habla de ello se cita a Spengler, y se acaba demostrando que los agoreros estaban equivocados. Ha habido toda suerte de desaf¨ªos a la hegemon¨ªa de Occidente, e independientemente de que esos desaf¨ªos viniesen del comunismo o de potencias asi¨¢ticas, en cada ocasi¨®n Occidente ha demostrado su capacidad de superarlos. Despu¨¦s, Occidente sali¨® triunfante de la Guerra Fr¨ªa. Y no solo Occidente, sino una superpotencia, Estados Unidos, que hab¨ªa ganado las dos guerras mundiales y la propia Guerra Fr¨ªa, que fue como una tercera guerra mundial contra la URSS y los comunistas. En aquel momento ten¨ªamos la impresi¨®n de que su primac¨ªa durar¨ªa indefinidamente. Lo que hemos visto es c¨®mo una superpotencia puede perder, a causa de sus errores, su posici¨®n hegem¨®nica a trav¨¦s de distintas Administraciones, hasta llegar a la ¨²ltima, que es una caricatura de todas las anteriores.
P. ?Por qu¨¦ ha terminado esa historia en caricatura?
R. Pienso que lo que ha ocurrido en los 30 ¨²ltimos a?os es una serie de errores, a veces debido a la ignorancia, otras veces por arrogancia, pero una Administraci¨®n tras otra ha ido destruyendo esa posici¨®n de poder que ten¨ªa que haber sido el padrino del orden mundial. Pero, en vez de eso, han destrozado el orden mundial. Se han embarcado en toda clase de aventuras y, lo que es todav¨ªa peor, han perdido su legitimidad moral. Se supone que Estados Unidos tendr¨ªa que ser el cimiento de la legitimidad y de la decencia moral del mundo. Y lo que ha ocurrido con el presidente que ahora acaba su mandato es un derrumbe total. Estados Unidos ha perdido su autoridad moral y no hay nadie m¨¢s que la tenga.
P. Este libro parece un intento de parar este mundo lleno de incendios.
R. Hasta cierto punto, s¨ª. El narrador decide un d¨ªa dejar atr¨¢s su vida anterior para ir a una peque?a isla y observar el mundo con serenidad, pero hay un momento en que esa serenidad se resquebraja. Incluso la islita donde se encuentra se ve afectada por las consecuencias de lo que sucede en el planeta. Claro que yo mismo tengo la tentaci¨®n de refugiarme en una isla para tratar de comprender lo que ocurre en el resto del mundo, pero no se puede estar totalmente sereno cuando todo est¨¢ en ebullici¨®n. No basta con la lucidez, llega un momento en que quieres gritar: ¡°?Paren esta locura!¡±. Entran ganas de gritarle al capit¨¢n del Titanic: ¡°?Ponga los frenos, no vayamos derecho al iceberg!¡±. Quiz¨¢ la novela es una forma de gritar que paren, de imaginar que otra cosa es posible.
P. En el libro se incendia el Potomac. Es imposible no pensar en el reciente incendio del puerto de Beirut¡
R. Por supuesto que lo ocurrido en Beirut me afecta, pero no puedo evitar decirme que eso es el reflejo de mi pa¨ªs de nacimiento, y de un mundo que se ha vuelto loco, en el que no hay normas, en el que a los pa¨ªses peque?os se los abandona a su suerte¡ Tenemos un mundo en el que la gente no puede o no sabe convivir, no sabe sobreponerse a las diferencias religiosas, o de color, de lo que sea. La gente se ahoga en su propia identidad y en la lucha con los dem¨¢s¡ Creo que llevamos recorrido un buen trecho del camino a la autodestrucci¨®n. Necesitamos reaccionar, imaginar algo diferente, un tipo de relaci¨®n distinta entre las naciones y las comunidades humanas. Tenemos que reinventar el mundo.
P. Dice su protagonista: ¡°El mundo en los ¨²ltimos a?os ha servido de campo de batalla para la rapi?a y el odio. Todo ha sido adulterado: el arte, el pensamiento, las ideas, la escritura, el futuro, el sexo, el vecindario¡±. Parece evidente que esto lo dice usted.
R. En el centro de este relato hay una historia de amor entre un hombre que dibuja vi?etas y una mujer que escribe novelas. En cierto modo soy como el padrino de esta pareja. Dir¨ªa que los ideales de ambos ¡ªAlec, ?ve¡ª salen de lo que yo siento. ?l trata de describir el mundo, con el que ¨¦l no est¨¢ resentido. Pero ella lo est¨¢, y ambas visiones son m¨ªas. Aunque est¨¢n contrapuestas, eso no les impide forjar un amor. Creo que las contradicciones entre ellos son las que albergo en mi interior. A veces miro a la humanidad con serenidad, desde la distancia que permite la isla, pero al mismo tiempo las cosas que ella dice las saco de lo m¨¢s profundo de mi ser. La revuelta contra el mundo tal como se mueve ahora es algo que est¨¢ muy presente en m¨ª.
P. Albert Camus escribi¨® en El rev¨¦s y el derecho: ¡°El sol que rein¨® sobre mi infancia me priv¨® de todo resentimiento¡¡±. Se recuerda ahora cuando en Par¨ªs se cita la carta de gratitud que el propio Camus envi¨® a su maestro tras el asesinato de un profesor franc¨¦s a cargo de un fan¨¢tico yihadista.
R. Creo que el mundo hoy es un lugar mucho m¨¢s cruel que en la ¨¦poca de Camus. Hubo en su tiempo cierto sentido de decencia que ha ?desaparecido. Hoy se da una crueldad generalizada, una falta de respeto hacia todo. Me revolvi¨® esa noticia¡ Una sociedad como la nuestra en Francia se siente impotente. Deber¨ªa ser capaz de poder cambiar a la gente, de integrarla, pero es evidente que eso no est¨¢ funcionando. Uno tiene la impresi¨®n de que no sabemos qu¨¦ hacer hoy ni c¨®mo evitar que estos comportamientos nos transformen a nosotros. El resentimiento nos lleva a buscar venganza, es uno de los problemas que m¨¢s me preocupan hoy. Siento que no tenemos soluciones para esta clase de dificultades, al menos no tenemos buenas soluciones. Hablamos, tratamos de consolarnos, pero no sabemos qu¨¦ hacer. No tenemos ni idea de c¨®mo resolver este problema.
P. Por citar de nuevo a Camus, quiz¨¢ usted se ha convertido en un hombre rebelde¡
R. Lo soy. Totalmente. Siento que tenemos incluso m¨¢s razones que en tiempos de Camus para ser rebeldes, porque el mundo ha perdido todo sentido de la orientaci¨®n. Estamos pegando cabezazos contra el muro. Donde mejor se expresa mi rebeld¨ªa en el libro es a trav¨¦s de ?ve, ella es profundamente rebelde, y cada palabra que dice da cuenta de la rebeld¨ªa que albergo yo mismo en mi interior.
P. Y ella titula su propia novela El futuro ya no vive aqu¨ª.
R. Har¨¢ falta un milagro para que este planeta vuelva a ser un buen lugar para vivir.
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