El placer femenino del siglo XXI
Reinventamos el modelo de placer de todas las se?oras
Hasta nuestras madres pueden tener un amante en la otra esquina del mundo.
El placer femenino se convierte en el epicentro de todas las tertulias sexuales que se precien. La mujer ha cambiado por completo su concepto de relaci¨®n sexual y prima que ella no solo participe, sino que disfrute. Que lo digamos en voz alta y lo manifestemos, hace que lo consigamos. Aprendimos a pedir lo que nos gusta y, encima, el concepto de masculinidad var¨ªa. Ya no solo existen los tipos que buscan su propio placer, modelo m¨¢s acorde a la pornograf¨ªa, muchos eligen ser los art¨ªfices del placer de sus amantes. Manu, gallego treinta?ero, reconoce que lo que m¨¢s lo excita es conseguir que la mujer pierda el control y como dice "se derrita" en su boca. Dice que no tiene ninguna prisa y se carcajea cuando le pregunto si, de verdad, se centra en dar placer m¨¢s que en recibir. "Cada vez que estoy con alguien intento que pueda disfrutar al m¨¢ximo. Eso es lo que me hace tener confianza en m¨ª. S¨¦ que puedo d¨¢rselo". Manu no es un hombre especialmente seguro, pero manifiesta sentirse poderoso cuando da placer a sus amantes.
Cada vez aprendemos m¨¢s, buscamos m¨¢s respuestas a todas nuestras dudas y preguntas. Accedemos a puestos importantes y reclamamos alcanzar todo los que merecemos. Hacemos ruido cuando nos excluyen de las citas y exigimos estar en todas. Las mujeres aprendemos de nuestra propia sexualidad. Nos contamos las unas a las otras lo que molan las vibraciones desmesuradas en el cl¨ªtoris y reventamos ventas de succionadores de cl¨ªtoris. Y en algunos casos de sexualidad no convencional, los hombres, por voluntad propia, se someten al arbitrio de las se?oras que consiguen la categor¨ªa de ama. Relaciones sexuales en las que la mujer domina la voluntad y excitaci¨®n de la pareja, hasta el punto de controlar sus orgasmos u obligarle a rendirle absoluta pleites¨ªa amatoria, aun estando con otros. Tenemos poder, se?oras, no lo duden.
Wonder Woman ha sido la superheroina que m¨¢s nos ha gustado. Para muchos supone una representaci¨®n del feminismo y hasta la actriz que interpreta su papel se ha convertido en una abanderada feminista que consigue enloquecer a los admiradores de todo el planeta. Hasta? Naciones Unidas eligi¨® a Wonder Woman embajadora honor¨ªfica para el Empoderamiento de las Mujeres y Ni?as para la ONU en 2016, pero le dur¨® poco la corona. Su imagen sexualizada, acarre¨® cr¨ªticas feroces por su nombramiento. Despu¨¦s de haber sido todo un icono, su feminismo envejeci¨® fatal. Y las propias mujeres se cansaron de tener que cumplir las fantas¨ªas sexuales de los hombres para representarse empoderadas. Sus curvas imposibles no la convert¨ªan en una hero¨ªna femenina, sino en la fantas¨ªa sexual de los hombres. Las mujeres del siglo XXI se negaban a seguir cumpliendo ese papel y 45.000 firmas exigieron su destituci¨®n. La ONU se apresur¨® a asegurar que estos nombramientos eran provisionales y la despidi¨®.
M¨®nica Corrales, psicosex¨®loga, describe todos estos cambios como el germen de que la mujer haya cogido el control de su propia sexualidad, con especial relevancia hacia la demanda del placer. La exigencia de disfrutar en las relaciones sexuales porque el sexo no es solo para procrear: "Hemos pasado de cambiar nuestro cometido de objeto deseado (ser pasiva) a ser cada vez m¨¢s un sujeto deseante (ser activo)... Los l¨ªmites empiezan a estar difusos y tanto las mujeres como los hombres podemos pasar por deseados y deseantes". Con especial relevancia de que cada vez nos atrevemos a decirlo, lo que articula que podamos obtenerlo. Despu¨¦s de d¨¦cadas calladas, ahora, hablamos. Y lo mejor, nos escuchan. "El poder que nos aporta ser escuchadas genera una embriaguez emocional por descubrir aquello que deseamos. Pero, adem¨¢s, ya no tenemos impedimentos morales que nos coh¨ªban o impidan hacerlo", concluye M¨®nica Corrales. Estos cambios se suceden a nuestro ritmo y manifest¨¢ndolo de la manera personal de cada una, como advierte la terapeuta. Esto es personal e intransferible. Dejamos de seguir modelos para aprender todo lo que nos llama la atenci¨®n.
En esta pandemia, aprendimos a relacionarnos de otro modo y, encima, deprisa. No podemos tener sexo con desconocidos, pero eso no implica, ni mucho menos, que no lo tengamos. Simplemente cambiamos c¨®mo. Nos conocemos por las redes, nos enrollamos por mensajes y follamos por v¨ªdeos a distancia.? Seg¨²n datos de la plataforma Gleeden, especializada en encuentros extraconyugales, son m¨¢s las mujeres (un 13%) que utilizan plataformas para buscar amantes espor¨¢dicos que los hombres (un 10%).? ?Afecta esto a nuestro concepto del amor? El sexo tecnol¨®gico era cosa de unos pocos locos de la inform¨¢tica, pero el coronavirus hizo que fuera el recurso de toda hija de vecina. Hasta nuestras madres pueden tener amantes en la otra esquina del mundo.? "Utilizando un concepto de Manuel Lucas Matheu, el Eros electr¨®nico, ha entrado en nuestro Ars Amandi para quedarse", avisa M¨®nica Corrales, "No es tanto que vaya a cambiar nuestra concepci¨®n del amor o la implicaci¨®n emocional, m¨¢s bien, nos muestra una mayor diversidad sobre los encuentros er¨®ticos, nuevas formas de mantener una relaci¨®n emocional y salir del marco com¨²n al que nos tiene acostumbrados el locus genitalis", siendo esto ¨²ltimo ese concepto vetusto de que la sexualidad es un asunto de genitales.
Prep¨¢rense. Con vacuna o sin vacuna, esto no ha hecho m¨¢s que empezar.
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