Los hombres se rinden a sus pies y hacen realidad todos sus deseos, incluyendo no tener sexo con ellas, pero facilitar que otros lo tengan
Para empezar, ruego entiendan que apenas estoy empezando. Del mundo de la dominaci¨®n y el sadomasoquismo aprendo conforme quieren ense?arme. Y participo en la proporci¨®n que me hace estar c¨®moda. Siempre dir¨¦ que me he sentido m¨¢s agredida en cualquier garito de mi ciudad que en una de esas citas de adultos que deciden explorar sus propios l¨ªmites. Y aqu¨ª, cada uno tiene sus propios baremos. Me fascina la posibilidad de que exista un juego amatorio basado en la dominaci¨®n de otra persona. Siento herir susceptibilidades, pero pocas cosas me gustan tan poco como una persona sumisa. Ser¨¢ porque me cuesta olvidarme de la sumisi¨®n de tantas mujeres ante sus maridos que las convirtieron en esclavas.
El maravilloso mundo de la dominaci¨®n y de la sumisi¨®n tiene todo de psicol¨®gico y luego, en las proporciones que establecen los implicados, una relaci¨®n f¨ªsica. Son las parejas las que determinan la implicaci¨®n, los par¨¢metros, la intensidad y las pautas de sus encuentros. Sin que nadie pueda venir a ponerles el pan m¨¢s barato, porque, como en todos los asuntos de cama, son los protagonistas los que determinan c¨®mo establecen su relaci¨®n. No todos los que tienen relaciones de bondage o sadomasoquismo hablan de que "juegan". Hay quien no limita sus relaciones de dominaci¨®n y sumisi¨®n a la exclusividad de determinados encuentros. Los hay que deciden ser esclavos y esclavas los siete d¨ªas de la semana y veinticuatro horas al d¨ªa. Son lo que llamamos 24/7 y tambi¨¦n tienen su d¨ªa grande: el 24 de julio, elegido a principios de los noventa por activistas de sexualidades no convencionales, que encontraron en la fecha del calendario el resumen perfecto a lo que ellos sent¨ªan.
Pasaba por un respetable cultureta en vez de por lo que la mayor¨ªa pod¨ªa pensar: que soy un pervertido
Valet de Chambre es un sumiso de libro. No esclavo, porque ¨¦l decide la ropa interior que lleva, pero mantiene relaciones bedesemeras con mujeres y, a veces, tambi¨¦n con sus parejas. Despu¨¦s de una relaci¨®n matrimonial insatisfactoria para ambas partes, decidi¨® que ya era hora de dar rienda suelta a lo que de verdad lo excita. Valet, quien mide m¨¢s de un metro noventa, decidi¨® que incluso en su Pamplona natal (si alguna vez volv¨ªa) pod¨ªa ser feliz si encontraba a la mujer apropiada. Ya no cumple los cuarenta, as¨ª que Chambre lo tiene claro: se acabaron las relaciones vainilla (sexo convencional). Las ganas de experimentar con la sumisi¨®n las tiene desde siempre; lo jodido es decirlo en los sanfermines. As¨ª que sigui¨® las pautas de muchos otros con ganas de aprender y que buscan respuesta. Primero, husmeando en los quioscos detr¨¢s de la revista Sado Maso, de Jos¨¦ Mar¨ªa Ponce, ya extinta. O refugi¨¢ndose en la literatura m¨¢s cl¨¢sica: "De las librer¨ªas pod¨ªa salir con un ejemplar de Los 120 d¨ªas de Sodoma, del Marqu¨¦s de Sade, con la cabeza muy alta. Eso no ten¨ªa precio. Pasaba por un respetable cultureta en vez de por lo que la mayor¨ªa pod¨ªa pensar: que soy un pervertido".
Eso y un trabajo por los cinco continentes le han permitido definir qu¨¦ es lo que quiere tener con cada una de esas mujeres que le gustan. Y a ¨¦l lo que le gusta es que le manden. "Experiment¨¦ un poco con la parafernalia de los amarres, las torturas, los l¨¢tigos y los azotes. Me divert¨ªa, la verdad, pero no alcanzaba el grado de excitaci¨®n al que llego cuando soy el sirviente de esa mujer, cuando hago realidad todos sus deseos". Hacer realidad todos sus deseos consiste en convertirse en su mayordomo. Desde las tareas de casa hasta la pedicura. No es en absoluto sumiso en su entorno profesional ni con sus amigas ni con su esposa lo fue. Se pone la cofia, "si la se?ora lo ordena y soy su sirviente". Con el que ni siquiera se folla, si la ama no quiere.
"Con mis amas no tengo sexo. Lo m¨¢s que hago a nivel sexual es chupar y lamer. Me gusta ser su juguete sexual" sumisi¨®n que extiende en el caso de lo tr¨ªos. Este sumiso es feliz siendo el esclavo en esos encuentros. Hace lo que le ordenan, siendo su especialidad lamer a su ama mientras otro la penetra. Nuestro sumiso contiene sus eyaculaciones en la proporci¨®n que determina su ama. Las eyaculaciones que no erecciones (eso no hay quien lo pare) porque "hay cierto inter¨¦s en mantener al sumiso sin correrse. Post coitum, animal triste. Despu¨¦s de correrse la obediencia no es igual. De ah¨ª los dispositivos de castidad?que se usan".
Toda la vida diciendo que no puedo ponerle diques al mar y lo mismo es que no he explorado el lugar apropiado para construir esos diques...
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