Una de las ni?as secuestradas por el ej¨¦rcito de Josep Kony cuenta c¨®mo vive ahora el confinamiento
Cuando ten¨ªa 12 a?os, Grace Arach fue raptada y obligada a casarse. A?os despu¨¦s pudo salvarse y con la pandemia, teme por el futuro de miles de ni?as vulnerables que se ven encerradas con sus abusadores

Esta no es la primera vez que he vivido un encierro. Durante la mayor parte de mi adolescencia viv¨ª en cautiverio, sin nadie m¨¢s a quien poder acudir que a mis abusadores.
Yo era solo una ni?a cuando me convert¨ª en una de las miles de mujeres secuestradas por el Ej¨¦rcito de Resistencia del Se?or (Lord¡¯s Resistance Army, LRA), un grupo rebelde de Uganda dirigido por Joseph Kony. A esta ¨¦poca la llamo la Edad Oscura.
Ya se acab¨® para m¨ª y estoy a salvo en Nueva Gales del Sur. Pero temo que para muchos otros apenas pueda estar comenzando; estoy m¨¢s asustada que nunca debido a la pandemia del coronavirus.
Mi pesadilla comenz¨® lejos del que es mi hogar ahora, Sydney. Realiz¨¢bamos un viaje cotidiano a la casa de mi abuela cuando nuestro coche fue emboscado por hombres con armas de fuego y una granada propulsada por cohetes.
Me secuestraron, solo un a?o despu¨¦s de que el LRA matara a mi padre, y me obligaron a casarme con el segundo al mando de Kony. Era un hombre fuerte llamado Otti Lagony, de 35 a?os. Yo solo ten¨ªa 12 a?os.
Nunca olvidar¨¦ la noche en que me llevaron a la casa de Otti y me dejaron all¨ª. Estaba muy asustada porque sab¨ªa lo que estaba a punto de suceder; sab¨ªa que estaba a punto de verme obligada a acostarme con ¨¦l. De todos los comandantes, era conocido como el m¨¢s despiadado y feroz.
Al principio, rechac¨¦ las demandas de Otti. Luego sac¨® su pistola, me apunt¨® y me dijo que lo hiciera. Solo ten¨ªa dos opciones. Eleg¨ª la vida.
Por la ma?ana, me comunicaron que me convertir¨ªa en una de las 11 esposas de Otti. Viv¨ª en su casa durante casi cuatro a?os, hasta 1999 cuando Kony lo mat¨® porque cre¨ªa que su comandante estaba conspirando contra ¨¦l.
De una manera extra?a, la muerte de mi abusador fue dura para m¨ª. Me hab¨ªa vuelto dependiente de ¨¦l. Cuando no est¨¢ la persona adecuada a quien amar, aceptas el amor que se te da.
De una manera extra?a, la muerte de mi abusador fue dura para m¨ª. Me hab¨ªa vuelto dependiente de ¨¦l
Ser una de sus esposas tambi¨¦n me hab¨ªa brindado protecci¨®n. Ten¨ªa que ser tratada justamente y con respeto por los otros comandantes; no pod¨ªan ordenarme seg¨²n su voluntad ni obligarme innecesariamente a transportar cargas pesadas durante largas distancias.
Pero con la muerte de Otti, todo eso cambi¨®. Fui asignada a otro comandante tres meses despu¨¦s.
Ser una ni?a soldado y una ni?a novia complic¨® todav¨ªa m¨¢s mi desesperada situaci¨®n. Durante mi cautiverio con el LRA, me vi obligada a luchar contra el ej¨¦rcito de Uganda y fui entrenada en una unidad especial para ser una de las guardaespaldas de Kony.
Fui violada. Me dispararon en el pecho. Com¨ª hojas hervidas, tuve que beber agua contaminada e incluso mi propia orina. Perd¨ª mi infancia a manos de mis abusadores.
Ahora soy libre, y me he sentido as¨ª incluso durante los confinamientos por la covid-19.

Mientras el resto de la comunidad ha estado preocupada por la propagaci¨®n del virus, yo tambi¨¦n he estado preocupada por otra consecuencia de la pandemia. La terrible verdad es que la covid-19 est¨¢ provocando un aumento del matrimonio infantil. Millones de ni?as en todo el mundo corren peligro debido a que familias desesperadas intentan gestionar dificultades financieras extremas.
Las ni?as est¨¢n encerradas en sus hogares y comunidades. Para muchos, eso significa estar atrapados con sus abusadores. Las ¨²ltimas estimaciones de World Vision muestran que al menos cuatro millones m¨¢s de ni?as se ver¨¢n obligadas a contraer matrimonios infantiles durante los pr¨®ximos dos a?os debido a las crisis de la covid-19, la mayor¨ªa en ?frica.
El ?frica subsahariana ya tiene los niveles m¨¢s altos de matrimonio infantil del mundo, con el 35% de las mujeres j¨®venes casadas antes de los 18 a?os. Las v¨ªctimas se est¨¢n convirtiendo en ni?as novias debido a los secuestros, pero tambi¨¦n por sus propias familias, que las "venden".
No importa el m¨¦todo o si los padres dan su consentimiento, el matrimonio infantil es abuso infantil. El matrimonio infantil es una violaci¨®n. Hay que detenerlo.
Soy una de las afortunadas que ha vivido para poder contar mi historia y concienciar al mundo de lo que sucede tras una puerta cerrada.
El 19 de mayo de 2001 a las 10 de la noche logr¨¦ escapar con otras dos ni?as novias y sus beb¨¦s. Todav¨ªa me dan escalofr¨ªos cuando recuerdo c¨®mo nos arrastr¨¢bamos a trav¨¦s de los arbustos para escapar y salvar nuestras vidas. Nos hubieran matado si nos hubieran capturado.
Termin¨¦ en el Centro de Rehabilitaci¨®n de Ni?os de la Guerra de World Vision en Uganda, donde pas¨¦ uno de los a?os m¨¢s felices de mi vida.
Todav¨ªa me dan escalofr¨ªos cuando recuerdo c¨®mo nos arrastr¨¢bamos a trav¨¦s de los arbustos para escapar y salvar nuestras vidas. Nos hubieran matado si nos hubieran capturado.
Cuando entr¨¦ por la puerta, mi primera pregunta fue: "?Puedo volver a la escuela ahora mismo?" El responsable del centro me dijo: ¡°Pero nadie est¨¢ en la escuela ahora. Es de noche." No pod¨ªa esperar ni un segundo m¨¢s. Quer¨ªa ser algo, y sab¨ªa que para ser algo, necesitaba una educaci¨®n.
Al d¨ªa siguiente estaba inscrita en la escuela, trabajando para saber leer y escribir, pero tambi¨¦n aprendiendo a vivir nuevamente una vida normal. Era toda una atracci¨®n, una desgarbada joven de 17 a?os en clase con ni?os mucho m¨¢s peque?os. Finalmente, fui a la universidad.
Los trabajadores sociales de ese centro de rehabilitaci¨®n me motivaron para que estudiara una Licenciatura de Trabajo Social en Uganda, antes de mudarme a Australia con la ayuda del apadrinamiento infantil.
Actualmente trabajo en intervenci¨®n en la primera infancia en Sydney. Me encanta ayudar a la gente y estoy decidida a enfrentar los demonios de mi pasado.
Mi mayor deseo es establecer una organizaci¨®n ben¨¦fica para apoyar y honrar a los ex ni?os soldados en Uganda, llamada Bedo Ki Gen, que significa Ugandan for Living with Hope. Todas las chicas merecen tener esperanza en el futuro.
Este art¨ªculo fue publicado originalmente en ingl¨¦s en The New Daily y fue traducido al espa?ol por Blanca Ari?o de World Vision.
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