La monarqu¨ªa, el surfista y el embudo
El problema de la monarqu¨ªa es uno de esos falsos problemas que crean los malos pol¨ªticos para intentar ocultar los verdaderos
Un buen pol¨ªtico resuelve problemas; uno malo los crea. Durante d¨¦cadas la monarqu¨ªa no fue un problema en Espa?a, como no lo es en Noruega, Dinamarca, Suecia y dem¨¢s monarqu¨ªas europeas, donde a una parte de la gente le gusta tener rey, mientras que la otra no est¨¢ dispuesta a hacer un problema de ello, porque ha descubierto que la calidad de una democracia no depende de que sea rep¨²blica o monarqu¨ªa (igual que ha descubierto, dig¨¢moslo todo, que disponer de un rey posee ciertas ventajas pr¨¢cticas y simb¨®licas): la prueba es que esas democracias son las mejores de la actualidad, y que han construido, tras d¨¦cadas de aplicaci¨®n de pol¨ªticas socialdem¨®cratas, las sociedades m¨¢s pr¨®speras, igualitarias y libres del mundo. Pero en Espa?a, gracias a la irrupci¨®n estelar de Pablo Iglesias, cabe la posibilidad de que, a los problemas escasos y de poca enjundia que afronta el pa¨ªs, pronto tengamos la fortuna de a?adir el de la monarqu¨ªa; gracias a Iglesias y, claro est¨¢, a la ayuda inestimable de Juan Carlos I, que en su vejez se ha afiliado a Podemos. Pregunta: ?c¨®mo es posible que un tipo tan listo como Iglesias no entienda algo que entiende toda la izquierda escandinava (e incluso un pobre diablo como yo)?
La respuesta la tiene Marx. Por una vez (y sin que sirva de precedente), no me refiero a Groucho sino a Karl, que en el Manifiesto comunista abomin¨® con raz¨®n de ¡°las aguas heladas del c¨¢lculo ego¨ªsta¡± en que se ahogaba la burgues¨ªa de su ¨¦poca. En esas aguas surfea magistralmente Iglesias. ?ste entiende muy bien lo que entiende la izquierda escandinava, pero finge no entenderlo. Primero, porque necesita marcar paquete para diferenciarse de su socio de Gobierno, cuya actitud en este asunto no difiere de la de la izquierda escandinava. Y, segundo, porque intenta venderle, a la parte menos racional o m¨¢s ingenua o posturera de la izquierda, la moto de que la calidad de la democracia y el bienestar del pa¨ªs dependen de que sea rep¨²blica o monarqu¨ªa (como s¨ª pasaba en los a?os treinta, cuando rep¨²blica equival¨ªa a democracia y monarqu¨ªa a dictadura). Es l¨®gico que el primer objetivo de los secesionistas catalanes sea tumbar a Felipe VI, que el 3 de octubre de 2017 contribuy¨® de manera decisiva a frenar la salvaje agresi¨®n a la democracia en nombre de la democracia que ellos estaban perpetrando (ojal¨¢ hubiera habido un rey, o quien fuera, capaz de frenar la salvajada de los golpistas de 1936, como el nuevo fichaje de Podemos fren¨® la de los de 1981); pero, aunque entonces Iglesias apoy¨® con entusiasmo a los secesionistas, ahora que est¨¢ en el Gobierno quiz¨¢ deber¨ªa pensar en algo m¨¢s que su exclusivo beneficio electoral. Por lo dem¨¢s, el vicepresidente argumentar¨¢ que no es que el problema de la monarqu¨ªa no existiera antes de ¨¦l, sino que ¨¦l se limit¨® a aflorarlo; todo puede ser, pero, antes de que nos pongamos a discutirlo, quiz¨¢ nuestro l¨ªder deber¨ªa realizar una gira por los pa¨ªses escandinavos para llevarles la buena nueva republicana: si consigue convencerlos de que sus democracias son peores por el simple hecho de ser monarqu¨ªas y de que, transform¨¢ndolas en rep¨²blicas, la educaci¨®n, la sanidad o los servicios sociales mejorar¨¢n y sus niveles de libertad y bienestar ser¨¢n m¨¢s altos, que vuelva a explic¨¢rnoslo a nosotros, a ver si esta vez lo entendemos. La cuesti¨®n es: ?y si le corren a gorrazos de todas partes, por liante?
Hace poco, Ruiz Mantilla le preguntaba en este suplemento a Joan Margarit qu¨¦ hacemos con la monarqu¨ªa. ¡°Me da igual, francamente¡±, contestaba el poeta. ¡°A m¨ª lo que me preocupa es este embudo entre los pol¨ªticos¡±. Lo suscribo de pe a pa. El problema de la monarqu¨ªa es uno de esos falsos problemas que crean los malos pol¨ªticos para intentar ocultar los verdaderos, y afirmar que cambiarla por una rep¨²blica solucionar¨ªa uno solo de los males que padece este pa¨ªs equivale a tratar de enga?ar a los ciudadanos. Y eso, ya sea en una rep¨²blica o una monarqu¨ªa, es una p¨¦sima idea. Lo dijo Mark Twain, que no es Groucho Marx pero se le parece: ¡°?Qu¨¦ f¨¢cil resulta hacer creer a la gente una mentira y qu¨¦ dif¨ªcil resulta despu¨¦s deshacer el embrollo!¡±.
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