Harta de apocalipsis
Un meme muestra una lista de tareas ya hechas: pandemia, confinamiento, crisis econ¨®mica, asalto al Capitolio, ola de fr¨ªo¡
Este art¨ªculo es como una c¨¢psula del tiempo. Ya sab¨¦is, porque lo he repetido hasta el aburrimiento, que, por cuestiones de imprenta, debo redactar el texto 15 d¨ªas antes de que se publique. Lo que significa que escribo siempre para la posteridad. Os hablo a vosotros, seres del ma?ana, y os voy a contar en qu¨¦ momento del ayer estoy. Me encuentro en mitad de la inmensa nevada madrile?a, en el s¨¢bado d¨ªa 9. Hace 16 horas se fue la electricidad de todo mi edificio. No tengo calefacci¨®n, ni agua caliente, ni puedo cocinar (qu¨¦ inadmisible espanto, dicho sea de paso, esa Ca?ada Real que lleva meses sin suministro el¨¦ctrico). Estoy escribiendo con anorak y bufanda por el fr¨ªo que hace, a la luz de una vela y a mano en un cuaderno, porque apenas me queda bater¨ªa en el port¨¢til y consumir¨¦ mucha menos energ¨ªa si hago un borrador y copio el art¨ªculo. Para peor, mi perra viejecita y grandullona (23 kilos) ha sufrido un ataque y no se tiene en pie. Esta ma?ana me he lanzado bajo la tempestad a la ciudad polar en busca de cortisona para ella, en mitad de un catastr¨®fico panorama de ¨¢rboles ca¨ªdos reventando coches y taponando calles. He recorrido veterinarias y farmacias cerradas hasta encontrar una en donde, tras mucho rogar, han consentido en darme la medicina bajo la promesa de llevarles una receta. Ahora estamos aqu¨ª mis dos perras y yo, dentro del tenue c¨ªrculo de luz de la vela, como precarias supervivientes de un desastre que a¨²n no ha terminado, mientras recibo v¨ªdeos de esquiadores en la Puerta de Alcal¨¢. Sin luz no tengo ascensor y no puedo bajar a mi perra cuatro pisos para ir al veterinario, si es que hubiera uno abierto. Hay casos mucho peores, como el de Mar¨ªa, que vive en San Blas y est¨¢ de parto y no puede llegar al hospital, me entero en las noticias. Tambi¨¦n me entero de que en Estados Unidos quieren impedir que el delirante megal¨®mano de Trump pueda apretar el bot¨®n nuclear. Enseguida se me enciende en la cabeza la imagen de ese narciso atroz estirando un dedo rechoncho y tembloroso hacia el pulsador del Cataclismo Final. Y todo esto nos est¨¢ cayendo encima adem¨¢s de lo ya vivido.
No s¨¦ vosotros, pero yo ya estoy harta de apocalipsis.
En realidad los apocalipsis son mucho m¨¢s comunes de lo que creemos. Y la buena noticia es que se superan. Con costes, eso s¨ª. Sin duda quienes sufrieron la gran peste de 1348, que mat¨® en un solo a?o a la mitad de la poblaci¨®n europea, creyeron que hab¨ªa llegado el fin del mundo, y as¨ª lo dejaron escrito los cronistas. Pero aqu¨ª seguimos. Otras veces no se trata de una amenaza de exterminio total, sino del final de tu cultura a causa de un invasor capaz de aniquilarte. Plutarco narra en sus Vidas paralelas una escena magn¨ªfica de uno de esos momentos apocal¨ªpticos. Cuando los galos aplastaron a las legiones romanas en el siglo IV antes de Cristo, los habitantes de Roma huyeron despavoridos temiendo una carnicer¨ªa. Se fueron todos menos los senadores m¨¢s viejos, que, ataviados con sus mejores ropas, colocaron en el Foro sus sillones de marfil y se sentaron a esperar a los b¨¢rbaros. M¨¢s de un d¨ªa tardaron en llegar, y cuando lo hicieron corrieron como j¨®venes y ruidosos lobos por las calles vac¨ªas, hasta desembocar en el Foro y toparse con los ancianos impasibles. Su feroz algarab¨ªa se silenci¨® de golpe; admirados, contemplaron a los senadores, sin saber si eran de este mundo. Al cabo, un guerrero, el m¨¢s osado o quiz¨¢ el m¨¢s inocente, se acerc¨® y mes¨® la barba de uno de los viejos, que respondi¨® atizando al galo con su cetro. El hombre, enfurecido, sac¨® su espada y lo atraves¨®, y esa fue la se?al para que los dem¨¢s se abalanzaran sobre los ancianos y los masacraran.
Nuestros apocalipsis son menos ¨¦picos, pero tienen una exasperante tendencia a acumularse. Un meme que acabo de recibir muestra una lista de tareas ya hechas: pandemia, confinamiento, crisis econ¨®mica, mutaciones v¨ªricas, asalto al Capitolio, ola de fr¨ªo polar; y a?ade un par a¨²n sin marcar: ovnis, meteorito. Me estremezco en la oscuridad de mi helada casa y, para animarme, pienso que tambi¨¦n esto pasar¨¢, como dec¨ªa el anillo m¨¢gico de Las mil y una noches. Es m¨¢s, ya habr¨¢ pasado para el momento en que lo est¨¦s leyendo, si es que Trump al final no apret¨® el botoncillo.
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