Retrocesos
Equidad, igualdad de g¨¦nero: el repliegue a la vida dom¨¦stica por la pandemia ha cubierto esas palabras de cenizas
Hace unos meses me pregunt¨¦ qu¨¦ hab¨ªa sucedido a lo largo de 2020 con los embarazos no deseados en Am¨¦rica Latina. El aborto est¨¢ prohibido en buena parte de la regi¨®n. Con restricciones para circular, confinamientos estrictos y m¨¢s de 18 millones de mujeres que se quedaron sin acceso a m¨¦todos anticonceptivos durante la cuarentena, ?qu¨¦ hicieron las latinoamericanas que quisieron abortar? ?Hubo cl¨ªnicas clandestinas con protocolo?; ?se recurri¨® m¨¢s que nunca a tallos de perejil?; ?nacieron miles de hijos no deseados? Durante alg¨²n tiempo busqu¨¦ n¨²meros de un posible aumento de muertes maternas en la regi¨®n, pero no encontr¨¦ mucho, salvo un informe de la ONU, del mes de abril, que calculaba algo as¨ª como 15 millones de embarazos no deseados en el mundo si el confinamiento duraba un a?o (y advert¨ªa que los programas para erradicar la mutilaci¨®n genital femenina y el matrimonio infantil sufrir¨ªan retrasos, con lo cual en la pr¨®xima d¨¦cada ¡°2 millones de ni?as ser¨¢n mutiladas y 13 millones de menores de edad se ver¨¢n forzadas a casarse¡±). El 30 de diciembre se aprob¨® en la Argentina la ley que garantiza el aborto seguro. Recib¨ª la noticia con emoci¨®n hosca: se hab¨ªan perdido dos a?os ¡ªy varias vidas¡ª desde la votaci¨®n anterior, cuando la ley fue rechazada. Pens¨¦ en Dora Coledesky, Martha Rosenberg, Nelly Minyersky, Nina Brugo Marc¨®, entre otras. Alguna falleci¨®, otras tienen m¨¢s de 80. En las fotos se las ve firmes, pa?uelo verde al cuello, convencidas. No hay im¨¢genes de cuando ten¨ªan 40 o 50 a?os, pero ya entonces daban vueltas por el pa¨ªs hablando de la necesidad de una ley que despenalizara el aborto. Era un tema imposible: en ese tiempo, la gente bajaba la voz para decir ¡°preservativo¡± o ¡°tamp¨®n¡±. As¨ª que las insultaban y las llamaban asesinas. Pero creo que, sobre todo, no les hac¨ªan caso. Imagino que no sab¨ªan, cuando empezaron, que aquellas brisas iban a disparar estas tempestades (ahora comenzaron a tratar la ley en Chile, pero falta mucho: en pa¨ªses como El Salvador, donde desde 1998 el aborto est¨¢ prohibido en todos los casos, encarcelan tanto a mujeres que se lo practican como a las que tienen abortos espont¨¢neos; googleen este nombre: Cindy Erazo), pero les envidio el tes¨®n. Les dicen ¡°las pioneras¡±. Yo quisiera aprender. Porque estoy cansada. Veo las m¨¢scaras de una equidad que cre¨ªa s¨®lida cayendo como yeso mal coagulado. El a?o que pas¨® habl¨¦ con escritoras, cineastas, editoras, fil¨®sofas, curadoras de museos. Todas en pareja con varones, algunas con hijos (esas lo pasan peor). Sent¨ªan haber retrocedido a la ¨¦poca de las cavernas: desde el confinamiento, el cuidado de los ni?os, el orden de la casa, la alimentaci¨®n, las compras, todo hab¨ªa reca¨ªdo sobre ellas. Antes de la pandemia eran profesionales que trabajaban 12 horas por d¨ªa dirigiendo equipos, viajando, pasando muchas horas fuera de casa. Al comenzar el confinamiento, como si una corriente submarina las hubiera empujado hacia el fondo, como si hubieran sido una pieza ansiada que le faltaba a un puzle glot¨®n, sus novios, parejas, maridos asumieron que¡, ?qu¨¦? Todav¨ªa no lo s¨¦. Ellas tampoco. Los editores de revistas cient¨ªficas anunciaron que las publicaciones de autoras hab¨ªan disminuido en 2020 un 50% en relaci¨®n con las realizadas en 2019 y que, en cambio, los hombres estaban publicando m¨¢s. El estudio Impacto del covid-19 en la vida de las mujeres, del Instituto de Altos Estudios Sociales en la Argentina, desvel¨® que el 92,6% de las mujeres se encarg¨® de acompa?ar las actividades escolares de sus hijos durante el confinamiento. Equidad, igualdad de g¨¦nero: el repliegue a la vida dom¨¦stica ha cubierto esas palabras de ceniza. Quiero exagerar: pienso en El cuento de la criada; en el comienzo de It, de Stephen King: ¡°El terror, que no terminar¨ªa por otros 28 a?os ¡ªsi es que termin¨® alguna vez¡ª, comenz¨® (¡) con barco de papel que flotaba a lo largo del arroyo de una calle anegada de lluvia¡±. Ya saben lo que sigue: la alcantarilla, el payaso, el impermeable amarillo rojo de sangre, el hueso brotando del brazo arrancado. No todos los derechos se legislan: muchos los hemos tomado por asalto. ?Hemos perdido ¡ªestamos por perder¡ª m¨¢s de lo que pensamos?
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