Cuando el peque?o comercio abundaba en el paisaje urbano
Mercer¨ªas, ultramarinos, panader¨ªas. Hasta hace unos a?os, el peque?o comercio abundaba en el paisaje urbano. Una imagen que ha cambiado a golpe de clic.
Antes de la pandemia, en la calle de la Amargura de Zamora hab¨ªa una colchoner¨ªa, una peluquer¨ªa, dos tabernas, cuatro tiendas de ropa, tres caf¨¦s, dos zapater¨ªas, una panader¨ªa, un quiosco que tambi¨¦n vend¨ªa pan, dos fruter¨ªas, dos franquicias de comida r¨¢pida, dos farmacias, una parafarmacia, una librer¨ªa, una tienda de aud¨ªfonos, una mercer¨ªa, un centro de est¨¦tica, una carnicer¨ªa, un bazar, una relojer¨ªa, un almac¨¦n de art¨ªculos para el hogar, un negocio de inform¨¢tica, una tienda de telas, una franquicia de nutrici¨®n, una ortopedia, un comercio de lencer¨ªa y una ¨®ptica. Todo un ecosistema de establecimientos de proximidad que dispensaban servicios y art¨ªculos a los residentes del vecindario y de los barrios aleda?os.
No hace mucho tiempo atr¨¢s, la fisonom¨ªa de las calles se completaba con droguer¨ªas, ultramarinos, almacenes que ofrec¨ªan desde botones hasta s¨¢banas o paraguas, junto a una infinidad de librer¨ªas, agencias de viajes, ferreter¨ªas, tiendas de electrodom¨¦sticos, videoclubes y sucursales bancarias con personas atendiendo. A pesar de su relevancia, un simple clic en Internet, seguido de muchos otros, ha ido tachando aquellas propuestas que han demostrado m¨¢s limitaciones a la hora de hacer patente su valor a?adido. Un calzado, una prenda de vestir o un reloj parece ser que simulan menor disposici¨®n al asesoramiento que un aud¨ªfono, unas gafas graduadas o un medicamento. Y por esa brecha producida en el valor percibido por parte de los usuarios se infiltran las grandes plataformas de venta online en el mercado de los bienes cotidianos. ?Cu¨¢nto aporta la adquisici¨®n de un videojuego en un punto de venta f¨ªsico si te expone a la mirada inquisitiva de un vecino o al desd¨¦n de alg¨²n dependiente ?enfadado con la vida? Seg¨²n la opini¨®n de mucha gente, la anonimidad de la Red computa como un extra, al menos hasta que se cancela un vuelo y el se?or Internet no atiende al tel¨¦fono.
Precisamente una de las industrias que con m¨¢s fuerza saltaron de la calle a la Red fue la de los videojuegos. Desde esas boleras y bares de los a?os ochenta, donde las m¨¢quinas recreativas conviv¨ªan con futbolines, brincaron a las consolas instaladas en los hogares y m¨¢s adelante a los tel¨¦fonos inteligentes y tabletas. Conforme a los n¨²meros de la Interactive Software Federation of Europe (ISFE), el 54% de los ciudadanos de la Uni¨®n Europea disfrutan de alg¨²n tipo de juego en sus dispositivos m¨®viles.
A prop¨®sito del entretenimiento virtual, a principios de los a?os dos mil lleg¨® al mercado un juego de estrategia para ordenador ambientado en la antigua China, cuya trama consist¨ªa en construir y desarrollar una ciudad en tiempos de las primeras dinast¨ªas. Administrando unos recursos naturales limitados, se deb¨ªa proveer de caza, cultivar mijo y arroz, plantar c¨¢?amo para confeccionar vestimentas y producir cer¨¢mica para almacenar alimentos. Resuelto el apartado de los v¨ªveres, el acceso al agua, la seguridad, la religi¨®n y el entretenimiento, el n¨²mero y estatus de los residentes crec¨ªa junto a sus requerimientos.
En ese punto se deb¨ªa expandir la ciudad con el fin de proporcionar espacio a los nuevos comercios, talleres, escuelas de arte dram¨¢tico y teatros, palacios, telares, refiner¨ªas de laca o monumentos. Todo un ejercicio de reestructuraci¨®n espacial del sistema urbano para inventar un hueco que permitiese albergar los cada vez m¨¢s diversos equipamientos y servicios que demandaba la poblaci¨®n.
Pensaba en ello paseando por Zamora mientras reparaba en los locales comerciales deshabitados o con el cartel de ¡°Se traspasa¡±. Reflexionaba acerca de la posibilidad de que los residentes en la metr¨®poli del videojuego optasen finalmente por el comercio electr¨®nico y el impacto que ello tendr¨ªa en su ciudad. Masticaba esa idea deambulando por la calle de la Amargura con la tristeza de saber que en el mundo real ya est¨¢ pasando.
Limones conservados en sal
Ingredientes
Para 4 personas
Para la marinada
- 1 litro de agua
- 80 gramos de sal
- 20 gramos de az¨²car
Para los limones conservados
- 8 limones
- 1 litro de marinada
- 40 gramos de sal fina.
Instrucciones
Mezclar todos los ingredientes y reservar.
Para el confitado, tener previamente los limones en agua durante cuatro días, cambiando cada 24 horas el agua. Después de ese tiempo, hacer cuatro incisiones a los limones a lo largo.
Presionar suavemente para que se abran las incisiones y rellenar con abundante sal fina, meter en un tarro higienizado con anterioridad y cubrir con la marinada. Dejar varios meses hasta su consumo y luego ir usando según las apetencias.
Esta receta es una elaboración previa, una forma de conservar limones para usarlos luego como condimento en salsas, guisos o en lo que nos apetezca.
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