El lenguaje del urbanismo excluye
La terminolog¨ªa empleada por t¨¦cnicos y planificadores urbanos a menudo se convierte en elitista y deja fuera la participaci¨®n vecinal
El lenguaje contribuye a la participaci¨®n. Es un hecho que la existencia de las cosas viene dada por la posibilidad de asignarles un nombre que las identifique; por tanto, cuando no identificamos con un nombre concreto y claro, es dif¨ªcil pensar que algo existe.
Ya en la primera mitad del siglo IV A.C., Plat¨®n, en un Di¨¢logo acerca de las palabras y su significado, plantea cierta pol¨¦mica al respecto, en cuanto Cr¨¢tilo afirma que "el que conoce los nombres conoce tambi¨¦n las cosas", a lo que Herm¨®genes contesta con una tesis diferente, pues para este el nombre y lo nombrado es convencional, puesto que los nombres cambian si as¨ª se acuerda. Nuestro refranero tambi¨¦n aborda este proceso con dichos como "llamar al pan, pan y al vino, vino" o "a buen entendedor, pocas palabras bastan".
Asistimos a una abundante utilizaci¨®n de t¨¦rminos como sostenible, saludable, inclusivo, empoderamiento, cohesi¨®n social y territorial, reequilibrio, desaf¨ªo demogr¨¢fico, etc., que se manejan en el lenguaje coloquial, pero que a poco que se profundice se observa que se trata de sumarse a la moda terminol¨®gica sin abordar realmente los procesos que intenta describir la misma. Ya San Agust¨ªn hablaba de plantear un nombre claro a las cosas.
Damos por categ¨®ricos conceptos como "empoderamiento", tan difuso como "reequilibrio", tan falso como "los mercados" o tan ambiguos como "desaf¨ªo demogr¨¢fico". La Academia y los intelectuales deben asumir una tarea importante para denunciar la utilizaci¨®n que se les da a estos conceptos. La aceptaci¨®n de los mismos, sin m¨¢s, les vac¨ªa muchas veces de contenido concreto.
La mayor¨ªa de las profesiones, y cuanto m¨¢s elitista m¨¢s se acent¨²an, utilizan una "jerga propia" de comunicaci¨®n que pone barreras a los que no est¨¢n iniciados en la misma. Pero hay un especial acento en el ¨¢mbito del urbanismo, pues la acumulaci¨®n multidisciplinar que genera su desarrollo complica m¨¢s, si cabe, el formato del lenguaje utilizado.
Pero ?d¨®nde est¨¢ el problema?
Es necesario facilitar el marco de participaci¨®n a partir de un lenguaje inteligible para todas las partes, de lo contrario se analizar¨¢n realidades paralelas. Los lenguajes "cr¨ªpticos" producen exclusi¨®n.
Cada vez son m¨¢s las voces que reclaman la participaci¨®n ciudadana como marco de decisi¨®n del desarrollo de las ciudades. Los municipios, en t¨¦rminos generales, est¨¢n apostando por recuperar una pr¨¢ctica que fue muy ¨²til de los a?os ochenta del pasado siglo, donde a partir del proceso democr¨¢tico municipal se materializaron los planes generales que han dise?ado la estrategia de la mayor¨ªa de las ciudades en los ¨²ltimos 35 a?os.
Especialmente Madrid, y tambi¨¦n Barcelona, contaron en los primeros a?os de la recuperaci¨®n democr¨¢tica municipal en 1979 con un movimiento asociativo muy activo, potente y con una capacidad de interlocuci¨®n con las Administraciones que consegu¨ªa un desarrollo ciudadano acorde con los intereses de la mayor¨ªa de los vecinos. El elemento que permiti¨® materializar esa posibilidad se centraba b¨¢sicamente en que contaron con unos t¨¦cnicos comprometidos que traduc¨ªan el lenguaje t¨¦cnico haci¨¦ndolo inteligible. Una parte importante de dichos dirigentes aprendieron a utilizar dicha estructura con lo que la fluidez de la participaci¨®n se hac¨ªa m¨¢s ¨¢gil.
Finalizando la d¨¦cada de los noventa, el asociacionismo fue perdiendo capacidad y varias fueron las razones. Posiblemente, la incorporaci¨®n de muchos dirigentes vecinales a la representaci¨®n pol¨ªtica contribuy¨®, pero b¨¢sicamente estuvo favorecido por la revisi¨®n de los planes generales, especialmente en los Ayuntamientos con gobiernos conservadores, que de forma sutil cambiaron gran parte del lenguaje del urbanismo, para m¨¢s adelante de forma generalizada integrar, desde las Administraciones, una jerga procedente de las Ciencias Medioambientales, con el objetivo b¨¢sico de incorporarse a una terminolog¨ªa que carec¨ªa en la realidad de una pr¨¢ctica pol¨ªtica.
La din¨¢mica de la participaci¨®n
En el urbanismo, especialmente de las grandes ciudades, confluyen multitud de intereses en muchas ocasiones enfrentados, lo que da lugar a una mezcla de ideas de diversas fuentes. Todo esto hace que sea necesario establecer un marco adecuado de participaci¨®n. ?Pero todo el mundo entiende la participaci¨®n de la misma manera? Es una realidad que no se puede ocultar pues la participaci¨®n se produce como un mecanismo complejo con lecturas enrevesadas.
Es necesario facilitar el marco de participaci¨®n a partir de un lenguaje inteligible para todas las partes, de lo contrario se analizar¨¢n realidades paralelas. Los lenguajes "cr¨ªpticos" producen exclusi¨®n.
Ya en 1974, Henry Lefebvre, en su obra La producci¨®n del espacio, con quien discreparon el soci¨®logo Manuel Castell y el ge¨®grafo David Harvey, pon¨ªa de manifiesto que se puede manipular la participaci¨®n hasta extremos que no tengan ning¨²n inter¨¦s. Precisamente de eso se trata, de no manipular el derecho a la ciudad que todos tenemos, cosa que defienden tanto Castell como Harvey.
Se hace necesario dar un impulso notable a la innovaci¨®n social, y el proceso de la covid-19 como en tantos otros fen¨®menos sociales lo puede acelerar, pero eso tiene resultados muy delicados y complejos de identificar. Conviene no confundir, a base de encuestas o estad¨ªsticas, la consulta p¨²blica con participaci¨®n. Se piensa que, a trav¨¦s de las nuevas tecnolog¨ªas, especialmente del big data como el gran marco de la innovaci¨®n social, pero no se trata ¨²nicamente de eso, pues se entiende que la mayor innovaci¨®n social debe identificarse con cambios radicales, con cambios de paradigma y no solo un proceso algor¨ªtmico puede contribuir a facilitar un nuevo marco del derecho a la ciudad.
Para profundizar en un nuevo modelo de participaci¨®n es clave que haya voluntad por parte de las Administraciones de ir incorporando a un mayor n¨²mero de personas. Elementos de innovaci¨®n social y un lenguaje que se vaya percibiendo cercano, deben formar parte de ese nuevo modelo. Es clave el acceso por igual a la informaci¨®n, para ello es determinante que todos los que deseen puedan participar y vayan construyendo un lenguaje com¨²n. Ah¨ª radica fundamentalmente el Derecho a la Ciudad.
Jos¨¦ Mar¨ªa de la Riva ?mez es profesor de Geograf¨ªa. Coordina el Ciclo Di¨¢logos sobre conflictos urbanos en La Casa Encendida.
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