?Comprar o rehabilitar?
Creemos a veces que nuestras casas ya no nos sirven porque no somos capaces de mirarlas de otra forma
La compra de una vivienda es el mayor desembolso que realiza la mayor¨ªa de la gente durante su vida. Los espa?oles tienen que destinar el sueldo completo de seis a?os a comprarlas, seg¨²n el an¨¢lisis de relaci¨®n entre salarios y vivienda en Espa?a. Esta es la media nacional, pero por ejemplo, en la Comunidad de Madrid se llega a los nueve y medio, y en Catalu?a a los ocho. Seg¨²n el estudio en el ¨²ltimo lustro (de 2015 a 2020), en todo el Estado el precio medio del metro cuadrado de casa en venta ha subido un 14%, mientras que los salarios apenas se han incrementado en un 3,4%.
Ante este panorama, en primer lugar, creemos que debemos hacernos una pregunta: ?Realmente necesitamos comprar una vivienda? Algo similar sucede ante el dilema del segundo mayor gasto en nuestra vida: la compra de un veh¨ªculo privado.
Si la repuesta es que s¨ª, en la actualidad tenemos alternativas reales a la compra de una vivienda de la forma tradicional, como el modelo de vivienda cooperativa en cesi¨®n de uso. Este se basa en la creaci¨®n de una cooperativa sin ¨¢nimo de lucro para poder facilitar un hogar digno y a un precio asequible a los socios que la van a ocupar, disfrutando de un derecho de uso por un tiempo, predefinido y de larga duraci¨®n mediante el pago de una cuota inicial y otra mensual asequible. Esta iniciativa ya funciona en otros pa¨ªses como Alemania, Dinamarca, Canad¨¢, Reino Unido y Uruguay entre otros. En nuestro pa¨ªs tenemos experiencias de ¨¦xito reciente, como son las de La Borda o Cirerers en Barcelona, o Entrepatios en Madrid.
En la actual situaci¨®n de emergencia clim¨¢tica, nuestros edificios juegan un papel muy importante
Pero, antes de decidir si es realmente necesario, deber¨ªamos plantearnos seriamente si podr¨ªan servirnos otras opciones con una inversi¨®n muy inferior como las micro reformas, un cambio de mobiliario o, simplemente, con otro modo de utilizar nuestra vivienda actual. En ocasiones creemos que nuestras casas ya no nos sirven por diversas circunstancias que se han modificado (aumenta la familia, el teletrabajo, etc.), y pensamos que estas no se adaptan a nuestras necesidades, simplemente porque no somos capaces de mirarlas de otra forma, de rehabilitarlas renovando la forma de usar los espacios.
No debemos olvidar que en la actual situaci¨®n de emergencia clim¨¢tica, nuestros edificios juegan un papel muy importante. La Directiva de Eficiencia Energ¨¦tica en Edificios (Directiva 2018/844. Ver ficha resumen) establece un claro camino a seguir para llegar a la descarbonizaci¨®n del parque inmobiliario de la Uni¨®n Europea en el 2050, donde existen estrategias nacionales de renovaci¨®n a largo plazo. Podemos decir que los datos son alarmantes: los edificios son responsables aproximadamente del 40% del consumo de energ¨ªa y del 36% de las emisiones de di¨®xido de carbono en la UE. El 35% de los edificios tienen m¨¢s de 50 a?os.
En Espa?a se calcula que hay unos dos millones de viviendas en mal estado de conservaci¨®n. El 90% de los edificios son anteriores a la aplicaci¨®n del C¨®digo T¨¦cnico de la Edificaci¨®n del 2006 y el 60% de las viviendas espa?olas se construyeron sin ninguna normativa de eficiencia energ¨¦tica, puesto que son anteriores a la aplicaci¨®n de la norma NBE-CT 79 que lo regula.
La ¨²nica soluci¨®n posible, ya no como particulares sino como sociedad, es acometer rehabilitaciones energ¨¦ticas en nuestras viviendas. Son reformas que incluyen mejoras en la envolvente t¨¦rmica de los edificios (fachadas, cubiertas, ventanas, etc.), en las instalaciones de agua caliente sanitaria, climatizaci¨®n y en la iluminaci¨®n, para reducir el consumo energ¨¦tico (y, en consecuencia, la factura), mejorando de esta forma el confort interior y reduciendo la pobreza energ¨¦tica.
El mercado de alquiler no debe escapar de estas actuaciones. Seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE), m¨¢s de 3,4 millones de familias viven de alquiler en Espa?a. El arrendador tiene la obligaci¨®n de mantener estas viviendas para mejorar la calidad de vida de los inquilinos, pero la normativa al respecto es muy laxa y apenas obliga a estos a realizar el mantenimiento para asegurar un m¨ªnimo de habitabilidad en este tipo de inmuebles. Es cierto que se requiere la c¨¦dula de habitabilidad y la certificaci¨®n de eficiencia energ¨¦tica para poder vender o alquilar una vivienda, pero en ning¨²n momento se le requiere al propietario realizar ninguna mejora en este aspecto, y la existencia de estas certificaciones es, hoy en d¨ªa, anecd¨®tica.
Volviendo al inicio del art¨ªculo, y en relaci¨®n con el uso del veh¨ªculo privado, como usuarios podemos acceder muy f¨¢cilmente a toda la informaci¨®n de los consumos de los coches anunciados, su potencia, autonom¨ªa, etc. Esta informaci¨®n no nos parece extra?a, ya que influye directamente en nuestro bolsillo a la hora de repostar, incluso le damos mucha importancia a la hora de elegir veh¨ªculo y forma parte de nuestra vida diaria.
Lamentablemente, todav¨ªa la mayor¨ªa de los usuarios de viviendas no tienen el mismo conocimiento o inquietud respecto al funcionamiento energ¨¦tico de sus hogares. Esta es una gran tarea que tenemos pendiente como sociedad, ya que sin entender los elementos que influyen en el comportamiento energ¨¦tico de nuestros edificios y sin modificar los h¨¢bitos de uso, no podremos llegar a la descarbonizaci¨®n obligada que nos marcan desde Europa.
Jorge Romero es arquitecto socio de La Rachola SCCL
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