Mandad abogados a la frontera Sur
En ciudades como Melilla o Ceuta, de frontera, peque?as y con una administraci¨®n tan clientelar como amenazante, el apoyo legal a los migrantes es justicia social
Escribo este llamado tras pasar cinco semanas de voluntario en Melilla con Prodein y Geum Dudou, organizaciones que trabajan con migrantes, solicitantes de asilo, menores y chavales extutelados. He conocido el buen trabajo de calle de Save the Children, al muy comprometido equipo de ACNUR y al Servicio Jesuita a Migrantes, de las pocas organizaciones cuya prioridad es lo jur¨ªdico frente a las injusticias que se cometen en este lugar. He escuchado y le¨ªdo sobre otras ONG.
No he realizado un an¨¢lisis profundo de la actividad de las organizaciones sociales en la ciudad. Estoy seguro de que trabajan bien en este espacio tan retador. Sin embargo, hay dos conclusiones que saco de mi tiempo en Melilla y que intuyo son extrapolables a otros lugares como Ceuta y Canarias.
La primera es que se necesita m¨¢s activismo pol¨ªtico frente a las vulneraciones de las convenciones internacionales y de la legislaci¨®n espa?ola. Melilla es un lugar donde la Constituci¨®n se diluye como un pu?ado de arena en su mar. Si uno se acerca a una situaci¨®n concreta se encuentra con una injusticia. Cuando se conocen varias, se percibe un sistema de opresi¨®n y exclusi¨®n perfectamente construido, mantenido por los poderes de la ciudad y respaldado por el Gobierno de Espa?a, sea cual sea su signo.
S¨¦ que aqu¨ª est¨¢n algunas organizaciones y activistas que no callan, por m¨¢s que decirle la verdad al poder tenga consecuencias para ellas. Son extraordinarias. Dicho esto, son pocas cuando es indispensable m¨¢s atenci¨®n medi¨¢tica e internacional, y para ello es central el trabajo de influencia pol¨ªtica que requiere de una independencia suficiente del poder al que se cuestiona. Considero que la dependencia de algunas organizaciones de fondos del gobierno, o de la Ciudad Aut¨®noma, es un lastre a la hora de desplegar estrategias de presi¨®n ciudadana. Si este es un asunto siempre sensible para las organizaciones, lo es m¨¢s en una ciudad de frontera, peque?a y con una administraci¨®n tan clientelar como amenazante.
La segunda, estrechamente relacionada con lo anterior, es la necesidad de que haya m¨¢s presencia de abogados y abogadas en estas fronteras, laboratorios de opresi¨®n.
Los migrantes y solicitantes de asilo necesitan sentirse acogidos, conocer los b¨¢sicos del espa?ol, espacios para compartir y relajarse, asistencia sanitaria y m¨¢s. Dicho esto, lo que m¨¢s necesitan son abogados que les ayuden en su entrevista de asilo y que garanticen su derecho a la libre circulaci¨®n. Especialistas que defiendan sus derechos frente a las devoluciones y destraben sus estancias, a veces de a?os, en el CETI.
Los menores tutelados que cumplieron 18 y se les sac¨® de los centros, sin alternativas m¨¢s que la calle, la trata o subirse a los bajos de un cami¨®n poniendo en juego su vida, necesitan afecto, bocadillos, duchas y crema para la sarna. Pero, sobre todo, necesitan juristas que les acompa?en en el proceloso mundo de una administraci¨®n y una justicia confabuladas en su contra.
Melilla es un lugar donde la Constituci¨®n se diluye como un pu?ado de arena en su mar. Si uno se acerca a una situaci¨®n concreta se encuentra con una injusticia.
Las familias residentes en Melilla por d¨¦cadas, sin padr¨®n ni tarjeta de residencia, con hijos nacidos aqu¨ª a los que no se quiere escolarizar ¨Csituaci¨®n inaceptable e ins¨®lita en cualquier otro lugar de Espa?a¨C necesitan que se les escuche y ayude, que se presione en Melilla y sobre todo en Madrid. Pero por ahora, y mientras Madrid permite esta barbaridad, necesitan defensores que agarren sus casos de principio a fin, que les acompa?en a los tr¨¢mites donde a veces ni se les deja entrar, que hagan sentir a los injustos que estas madres no est¨¢n solas frente a la injusticia.
?Se puede ayudar desde fuera de Melilla? Por supuesto, mucho y bien. Como lo hace la Asociaci¨®n de Abogados Extranjeristas, las abogadas vinculadas a San Carlos Borromeo, el propio SJM con parte de su equipo en la distancia. ?Ayuda que un grupo de asesores jur¨ªdicos se venga un mes a la ciudad a empujar? Por supuesto, como lo hicieron desde la Fundaci¨®n Profesor Ur¨ªa o a trav¨¦s de pr¨¢cticas desde la Universidad de Comillas.
Dicho esto, entre el centenar de personas que trabajan en lo social desde ONG y ¨®rdenes religiosas, no creo que haya m¨¢s de dos o tres licenciados en Derecho ejercientes. Y se necesitan m¨¢s, que se queden aqu¨ª un tiempo o que roten, pero que siempre haya un grupo activo y accesible, dispuesto a fajarse y bien coordinado con las de fuera de Melilla. Puede ser gente joven bien formada, expertos extranjeristas o tal vez podr¨ªan ser los mayores, que aqu¨ª tendr¨ªan la mejor oportunidad de volcar su experiencia en causas de absoluta justicia, tan indispensables como desafiantes. El caso es que las organizaciones prioricen esta l¨ªnea.
Por los chavales, ni?as sin colegio, migrantes. Por Marwan, Nur y Koniba. Y tambi¨¦n para tratar de abrir una grieta, as¨ª sea min¨²scula, en este sistema cuasi perfecto, el¨¢stico, que ante cualquier intento de debilitarlo reacciona con nuevas trabas y formas m¨¢s sutiles o brutales de exclusi¨®n.
Lo sabemos. La justicia social se juega hoy en muchos lugares, pero siempre, siempre, se juega en las fronteras.
Muchas gracias por acogerme Marisa, Maite, Regina, Badria, Lupe, Jose. Sois lo m¨¢s. No me ir¨¦.
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