Marrakech, conmovedor atardecer al son del 'adhan'
Una decena de pistas para dejarse embriagar por los aromas, sonidos y sabores de la 'ciudad rosa' y su medina, prodigiosa en cada uno de sus callejones
El sol cae sobre la plaza y un inquietante sonido empieza a recorrerla de lado a lado mientras el vello se eriza. Es el adhan, la llamada a la oraci¨®n del almu¨¦dano quien, cinco veces al d¨ªa, entona desde el alminar de la mezquita el isl¨¢mico "?Dios es grande... Doy fe de que no hay m¨¢s divinidad que Dios!"
En un lugar como la plaza Yamaa el Fna de Marrakech, al atardecer, la experiencia de escuchar los cantos procedentes de tres mezquitas diferentes puede calificarse de irrepetible. Y no es un t¨®pico m¨¢s como los usados para referirse a Marrakech: la ciudad rosa, la perla del sur o la ciudad de las mil y una noches.
Marrakech es la tercera ciudad m¨¢s importante de Marruecos tras Rabat y Casablanca, punto de encuentro entre el ?frica subsahariana y el ?frica ¨¢rabe, y la capital m¨¢s moderna y heterog¨¦nea del pa¨ªs, donde se mezclan mujeres cubiertas de los pies a la cabeza con alegres j¨®venes que visten acorde a la moda occidental.
La historia quiso que el lujo palaciego de Marrakech sea una herencia de la conquista almor¨¢vide de Espa?a. En el siglo XI, el sult¨¢n Yusuf bin Tachfin, primero, y su hijo Al¨ª, despu¨¦s, dedicaron parte del bot¨ªn de Al ?ndalus a proveer a Marrakech de mezquitas, palacios y ba?os, cubri¨¦ndola de lujo hasta que, a mediados del siglo XII, fue tomada y destruida por los almohades. Afortunadamente, la ciudad fue reconstruida por artesanos andaluces que la hicieron capital de Marruecos hasta 1269.
EL VIAJERO sugiere un dec¨¢logo de propuestas para enamorarse de una ciudad de contrastes donde conviven la tradici¨®n y la modernidad, lo tur¨ªstico y lo aut¨¦ntico, para perderse por los callejones de la medina y vivir en primera persona el arte del regateo.
1. Plaza Yamaa el Fna o sencillamente la Plaza como es denominada por los lugare?os. A cualquier hora del d¨ªa es la aut¨¦ntica e indiscutible alma de Marrakech, el taquic¨¢rdico coraz¨®n que abastece de vida a la ciudad. Del ¨¢rabe yami' al-fana viene su nombre, que significa "asamblea de los muertos", una clara reminiscencia a la ¨¦poca en la que la plaza serv¨ªa de lugar de exhibici¨®n de las cabezas de los ajusticiados.
Hoy se muestra mucho menos siniestra; por el contrario, es una plaza m¨¢gica donde todo es posible. De d¨ªa, el visitante se topar¨¢ con templetes de flores, puestos de zumo, tatuajes de alhe?a, encantadores de serpientes y amaestradores de monos, ¨¢vidos de dejarse fotografiar a cambio de unas monedas.
Por la noche, todos ellos quedan a un lado: es el turno del mercado nocturno, un restaurante al aire libre de descomunales dimensiones; de los m¨²sicos o bailarines conocidos como halaiqui; y sobre todo, de los cuentacuentos, oradores que narran leyendas isl¨¢micas, incluidos en lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco.
2. Zocos. Cualquiera de las calles de la parte norte de Yamaa el Fna conducen directamente hacia el laberinto. Es pr¨¢cticamente imposible no sentirse perdido, durante al menos unos minutos, al caminar entre puestos y puestos y... m¨¢s puestos, entre calles que viran a derecha y a izquierda y otra vez a izquierda, sin sentido aparente. Babuchas, tapices, art¨ªculos de cuero, especias, baratijas que parecen antig¨¹edades, ... Agobiante y maravilloso al mismo tiempo.
Los zocos empiezan en Yamaa el Fna por la calle Semarine, pero no est¨¢ muy claro d¨®nde terminan. En estos antiguos gremios de artesanos, hoy mercados, se puede comprar de todo y poner a prueba las dotes del viajero en el arte del regateo.
3. Curtidur¨ªas. Si todav¨ªa no se ha perdido del todo, es muy recomendable que siga intent¨¢ndolo rumbo a las curtidur¨ªas bereber y ¨¢rabe. El lugar donde los marrakech¨ªes trabajan la piel de camello, vaca, cabra y oveja antes de que ¨¦sta se convierta en bolsos de cuero y babuchas.
Lo cierto es que esta parte de la visita no huele demasiado bien, motivo por el que los gu¨ªas que abordan a los turistas en cuanto se acercan a la zona, les obsequian con hojas de menta que servir¨¢n de placebo. A pesar del mal olor, un paseo por las curtidur¨ªas es casi obligado.
4. La mezquita Kutubia o mezquita de los libreros se ha convertido en uno de los emblemas de Marrakech por su peso en la silueta de la ciudad, especialmente al ocaso. Tambi¨¦n por su antig¨¹edad -data de 1158- y por el buen gusto de su alminar, proyectado por el mismo arquitecto que la Giralda de Sevilla.
La mala noticia es que este monumento, uno de los m¨¢s antiguos de Marrakech, no puede visitarse por los no musulmanes. Sin embargo, acercarse hasta la puerta de la mezquita y pasear por sus jardines merece la pena.
5. El palacio el Badi fue el capricho del sult¨¢n Ahmed el Mansur, all¨¢ por el siglo XVI, tras la victoria en la batalla de los Tres Reyes frente a los portugueses, y aunque lo ¨²nico que queda hoy del lujo heredado de aquel bot¨ªn son unas ruinas, merece la pena un paseo por su interior.
Especialmente apetecibles son los pasadizos subterr¨¢neos que, en su d¨ªa, sirvieron de establos y mazmorras. Los decadentes muros del palacio sustentan varios nidos de cig¨¹e?a, aves muy respetadas en Marrakech debido a la creencia bereber de que se trata de seres humanos transformados.
6. Terrazas. Para descansar de tanto traj¨ªn, una de las mejores opciones pasa por encaramarse a alguna de las terrazas de la medina, que muestran el Marrakech de los tejados, los alminares y las parab¨®licas, y tomar un t¨¦ o un caf¨¦.
La gran plaza est¨¢ llena de ellas -como el Caf¨¦ de France o Las terrasses de l'Alambra-, aunque conviene saber que suelen estar plagadas de turistas. Especialmente atractiva, y a un paso del palacio el Badi, es la terraza del Kosybar, refinada y nada barata pero, sin duda, un lugar privilegiado. Tambi¨¦n es buena idea alojarse en un riad, una t¨ªpica casa ¨¢rabe reconvertida en hotel de hu¨¦spedes que abunda en Marrakech, y aprovechar su terraza como sol¨¢rium.
7. Tumbas Sad¨ªes. Muy cerca del palacio se ubica el mausoleo de la dinast¨ªa sad¨ª, con 66 tumbas reales de los siglos XVI y XVII. Destacan la sala de las Doce Columnas, donde yace el sult¨¢n el Mansur y toda su familia, as¨ª como la alegr¨ªa de los jardines que envuelven las tumbas.
La dinast¨ªa sad¨ª es recordada por haber dotado a Marrakech, durante casi 120 a?os, de la majestuosidad palaciega de la que hoy presume la ciudad.
8. Jard¨ªn de la Menara. Otra v¨ªa para el relax puede ser la que emplean los lugare?os. Tomando la avenida de la Menara por la Bab Jdid (o puerta Jdid), junto al legendario Hotel La Mamounia, y tras un largo paseo -tambi¨¦n se puede recorrer en calesa-, se llega al jard¨ªn de la Menara.
La Menara es un gran jard¨ªn isl¨¢mico, con un estanque, un pabell¨®n y ¨¢rboles frutales donde los marrakech¨ªes se evaden del frenes¨ª de la medina, pasean, se ba?an o toman el sol.
9. La ville nouvelle, hoy conocida como Gu¨¦liz, es fruto del paso de los franceses por Marruecos, a principios del siglo XX. No fue hasta esa ¨¦poca colonial cuando Marrakech se expandi¨® fuera de la medina, es decir, m¨¢s all¨¢ de la muralla.
Gu¨¦liz es la cara moderna, donde se dispensa alcohol -no es muy habitual encontrarlo intramuros, acorde a los preceptos isl¨¢micos, e imposible en Yamaa el Fna-, y los caf¨¦s, los restaurantes, la vida nocturna y las amplias avenidas recuerdan m¨¢s a la metr¨®poli que a la colonia.
10. Un d¨ªa en Essaouira. Aunque Marrakech tiene atractivos de sobra para cubrir una escapada breve, la visita resulta a¨²n m¨¢s completa con una excursi¨®n de un d¨ªa a la ciudad pesquera de Essaouira.
Se encuentra a unas dos horas y media por carretera y, aunque se puede pernoctar para mayor tranquilidad, es perfectamente factible una visita de un d¨ªa desde Marrakech con vuelta a la ciudad.
Essaouira aporta la combinaci¨®n perfecta entre las estrecheces de una medina marroqu¨ª y el encanto de la amplitud del mar rompiendo contra su muralla. Es muy f¨¢cil llegar con un coche de alquiler, pero resultar¨¢ m¨¢s barato tomar uno de los tres autobuses diarios que unen Marrakech y Essaouira (imprescindible reservar con antelaci¨®n).
Gu¨ªa pr¨¢ctica
Easyjet.com opera vuelos diarios entre Madrid y Marrakech desde 26 euros por trayecto.
D¨®nde comer
En la Medina de Marrakech
- Imprescindible degustar los pinchos morunos de cualquiera de los puestos de comida que al atardecer se apostan en la plaza de Yamaa el Fna.
- Alrededor de la misma plaza hay multitud de terrazas, a menudo atestadas de turistas, donde probar las delicias de la comida marroqu¨ª con excelentes vistas.
En la Nouvelle Ville de Marrakech:
- Casa Nostra. 10, rue Oled El Makhazine. Hivernage. 40000 Marrakech (Marruecos). Tel: (00212) 05 24 43 38 90. Cocina italiana. Ambiente refinado. Precio medio-bajo.
D¨®nde dormir
En la Medina de Marrakech:
- Riad O2. 97 Derb Semmaria, Sidi Ben Slimane. Marrakech (Marruecos). Tel: (00212) 024 37 72 27. www.riado2.com. Precio medio-alto. Una bonita t¨ªpica casa de hu¨¦spedes marroqu¨ª en el coraz¨®n de la medina, con patio de terracota, un peque?o hamman, terraza y un excelente desayuno.
- Hotel Ibis Moussafir. Avenue Hassan II, Place de la Gare. Marrakech (Marruecos). Tel : (00212) 024 43 59 29. www.ibishotel.com. Buena relaci¨®n calidad-precio. Moderno y limpio.
Essaouira:
- Palazzo Desdemona. 12-14, rue Youssef El Farsi. 44000 Essaouira (Marruecos). Tel: (00212) 24 47 22 27. Un laber¨ªntico palacete con aspecto de palacio. Buena relaci¨®n calidad precio. Excelente ubicaci¨®n respecto a la medina, el puerto y la playa.
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