La Ibiza tranquila es posible

Los t¨®picos hablan de fiestas desmadradas desde el amanecer (obs¨¦rvese que son desde y no hasta), amor libre por los rincones, psicotrop¨ªa al l¨ªmite y chunda chunda obsesivo e insano. Bueno, pues tambi¨¦n, pero es justo significar que es posible otra Ibiza, la Ibiza tranquila, la Ibiza del norte de la isla. La particular sant¨ªsima trinidad, bella y silenciosa, se ubica entre Santa Eulalia, San Carlos y la Cala San Vicente, all¨¢ donde a¨²n no ha llegado la perniciosa Ibiza Mix.

Al lado de curvas y m¨¢s curvas para llegar a destino entre las monta?as, esplendorosos remansos de paz han alcanzado reconocimiento internacional. Con la imponente presencia de la diosa Tagomago, islote en el que se grab¨® el videoclip de la Lambada pero que es para¨ªso de lagartijas y millonarios de yate con gusto (algunos hay a¨²n), el tri¨¢ngulo escapa al vivere pericolosamente del resto de Ibiza, como sumido en la catarsis de las noches sin fin en busca del placer irredento.

Tres lugares, pues, tres propuestas por descubrir. Porque otra Ibiza es posible.

Santa Eulalia del R¨ªo: capital del norte de Ibiza, bien comunicada y construida en cuadr¨ªculas para facilidad de movimientos, es un lugar en el que combinar una vida vacacional cosmopolita con la proximidad de campo pay¨¦s y mar. Noches tranquilas en el paseo mar¨ªtimo, en el puerto deportivo o en las callejuelas interiores peatonales. Y d¨ªas intensos entre sus calles en ebullici¨®n con compras de todo tipo y varios oasis para el recuerdo, con terrazas y bares de los de patio interior fresco y ajardinado. Junto a Santa Eulalia aparece Es Canar, bandera del respetuoso turismo familiar brit¨¢nico (?existe!), sin esc¨¢ndalos y con un mercadillo los mi¨¦rcoles (de 10:00 a 19:00), el Hippy Market de Punta Arab¨ª, que es un acontecimiento en toda la isla. Playas hay en cada localidad, pero lo aconsejable siempre es el desplazamiento, con la selecci¨®n natural del p¨²blico asistente que comporta. Calas, mil. Las m¨¢s conocidas: Cala Pada, Cala Llonga y Cala Le?a.

San Carlos de Peralta: capital de lo hippy en Ibiza. De lo que queda. Que es poco, pero con el inconfundible sabor de lo aut¨¦ntico. El bar Anita es su iglesia (y no la de enfrente) y tambi¨¦n su centro de comunicaciones, pues durante d¨¦cadas all¨ª se ubicaron los buzones de correos para alemanes, holandeses, americanos, todos perdedores por elecci¨®n, que abandonaron el traje y la corbata por la desnuda b¨²squeda interior. El mercadillo de Las Dalias es el lugar apropiado para empaparse con las estampas de aquellos que se disfrazan una vez al a?o (los m¨¢s) y de los otros que a¨²n perduran con el lema de paz y amor como referente. Los lunes (de 19:00 a 00:00) y los s¨¢bados (de 10:00 a 20:00) se celebra un espect¨¢culo mundial ¨²nico bajo las jaimas y las parras, con el calor o la noche, seg¨²n la elecci¨®n, que tunean las decenas de puestos de venta de marroquiner¨ªa tan in¨²til como sugerente.

Cala de San Vicente: el que algo quiere, algo le cuesta. La mejor playa de Ibiza es la m¨¢s alejada (28,6 Km. desde la capital). Pero el esfuerzo ser¨¢ recompensado por una espectacular larga playa de arena fina, donde la masificaci¨®n no existe y se acaricia el agua mirando de frente y a los ojos a la vigilante Tagomago. Dos hoteles y apartamentos posibilitan la pac¨ªfica estancia, donde es imperdonable no probar las pizzas del bar Ol¨¦, lugar ideal para tomar una copa al abrigo de la noche. Tambi¨¦n en el On the Beach, antiguo bar Mar¨ª, al que la ley de costas podr¨ªa decapitar pero cuyo disfrute es una gozada para los sentidos de tan pr¨®ximo que se siente el mar, indiscutible protagonista de la otra Ibiza, la Ibiza tranquila.

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