Mi foto con Tiana (sin el sapo)

Blancanieves despliega una sonrisa perfecta, se agacha para estar a la altura de su peque?a visitante y abre los brazos. Vestida de Rapunzel, nuestra aprendiz de princesa -tres a?os y medio- se acerca sin pronunciar palabra. "Mira, las dos somos princesas", le dice Blancanieves. Silencio. Ning¨²n ensayo previo pod¨ªa servir para este cara a cara. "?No quer¨ªas preguntarle d¨®nde est¨¢n los siete enanitos?" La peque?a asiente. "Est¨¢n trabajando en las minas", explica su alteza muy seria. Flashes, sonrisas, abrazos, besos. La audiencia ha durado apenas dos minutos. No se puede elegir a qu¨¦ princesa conocer, toca la que est¨¦. A la salida del pabell¨®n unos cuentan alborozados: "?He visto a Tiana! ?Qu¨¦ guapa es!". Hanna, de cuatro, y Amy, de dos, est¨¢n emocionadas de haber saludado a Ariel (La Sirenita) y, por arte de magia, las ni?as escocesas han olvidado la hora y media de espera (el Pabell¨®n de las Princesas es una de las atracciones que genera m¨¢s colas; en otras nueve, hay un sistema de cita). Si no se f¨ªa de haber hecho una instant¨¢nea a la altura de la ocasi¨®n, sepa que un fot¨®grafo oficial (hay 30 por todo el parque Disneyland) retrata los encuentros: una foto, 15 euros, dos, 20 euros.

La clave es que los m¨¢s peque?os se sientan parte de un mundo m¨¢gico (muy real) con los amables personajes de Disney. Es como ver a los reyes magos, pero multiplicado por cien. El parque Disneyland celebra este a?o su 20? aniversario (abri¨® el 12 de abril de 1992) con novedades como un gran espect¨¢culo nocturno, horarios ampliados, nuevas carrozas en la cabalgata diaria y ofertas. El pasado 15 de noviembre super¨®, adem¨¢s, otro list¨®n: ese d¨ªa pas¨® por sus puertas el visitante n¨²mero 250 millones, miembro de una familia espa?ola. En la marea multicultural que se pasea por el parque parisiense no es nada extra?o escuchar el castellano entre los visitantes y los 14.500 empleados (que hablan 20 idiomas distintos). Espa?oles y portugueses forman el tercer grupo m¨¢s grande (10%) de disneyturistas, detr¨¢s de franceses (49%) y brit¨¢nicos (13%). ?Cu¨¢l es el secreto que atrajo el a?o pasado a 15,6 millones de personas hasta este parque tem¨¢tico convirti¨¦ndolo en el primer destino tur¨ªstico europeo, por encima del Louvre y la torre Eiffel juntos?

"Mam¨¢, mam¨¢, ah¨ª est¨¢ el capit¨¢n Garfio". Nuestra peque?a Rapunzel sale corriendo de la atracci¨®n de las alocadas tazas gigantes -que le ha encantado- con su libro de aut¨®grafos y un bol¨ªgrafo en mano. Ah¨ª est¨¢n el malvado pirata de Nunca Jam¨¢s y su ayudante, el se?or Smee. Y junto a la casa de las habichuelas m¨¢gicas, los buenos de la pel¨ªcula: Peter Pan y Wendy. Cada uno, rodeado de una docena de ni?os que, adem¨¢s de la firma, quieren una foto de recuerdo. Todo transcurre con orden y sin sobresaltos.

Unos metros m¨¢s all¨¢, junto a la larga cola para subirse al Vuelo de Peter Pan -"me ha dado un poco de miedo", dice nuestra peque?a princesa-, se nos cruza un grupo de adolescentes de Motril en viaje de fin de curso. Han marcado algunas atracciones en su mapa, por ejemplo: It's a Small World, un viaje en barco por el mundo ambientado en colores pastel y con 281 figuras mec¨¢nicas con trajes t¨ªpicos que bailan sin parar. Una de las chicas de Motril lo adjetiva: "Supercuco". Pero tambi¨¦n les ha gustado la casa del terror (Phantom Manor). "Est¨¢ muy bien hecha", comentan. O sea, que da miedo de verdad, a lo que contribuye el oscur¨ªsimo vestuario de empleados y personajes. "Es mi look preferido", comenta H¨¦l¨¨ne Hanquez, encargada de los vestuarios de Disneyland Par¨ªs. Cada atracci¨®n, cada tienda, cada hotel tiene un dise?o propio. En total, 300 estilos. Y los personajes principales, como Mickey, Pluto y compa?¨ªa, visten este a?o, adem¨¢s, modelos de gala.

Locura por Minnie

"?Es Minnie! Minnie, mi amiga". Otro aut¨®grafo. Otra sonrisa. Otra foto. Para emular el ¨¦xito de las audiencias de las princesas, Mickey empieza estos d¨ªas a recibir tambi¨¦n a los visitantes en privado. Como estrella que es, lo har¨¢ en su camerino. El rat¨®n de las grandes orejas es el m¨¢ximo icono de este complejo tur¨ªstico a 32 kil¨®metros de Par¨ªs (media hora en tren de cercan¨ªas), que cuenta con siete hoteles propios, una zona de ocio de libre acceso con restaurantes y tiendas (Village), campo de golf y dos parques tem¨¢ticos: Disneyland Park (40 atracciones repartidas en cinco zonas tem¨¢ticas y 51 hect¨¢reas) y Walt Disney Studios (17 atracciones, 25 hect¨¢reas), abierto en marzo de 2002. Adem¨¢s: 58 restaurantes y cafeter¨ªas. Y 62 tiendas, para¨ªso para amantes de la factor¨ªa estadounidense.

"Siempre digo que es m¨¢s importante visitar las tiendas que comprar. Son atracciones en s¨ª mismas", dice Federico Gonz¨¢lez, vicepresidente s¨¦nior de marketing y ventas. Como en todo el recinto, tambi¨¦n aqu¨ª est¨¢ cuidado hasta el ¨²ltimo detalle. Un ejemplo: en la zona de tiendas de Maine Street USA, en el parque Disneyland, 10.000 piezas de atrezo, desde l¨¢mparas de aplique a vitrinas, contribuyen a crear un ambiente de Estados Unidos de principios del siglo XX, un decorado impecable listo para rodar una pel¨ªcula. Pero la tentaci¨®n de las compras existe y alg¨²n que otro recuerdo cae. Los hay de muchos precios: llavero de Campanilla, 4,99 euros; camiseta de Minnie, 11,99; pistola l¨¢ser de Buzz Lightyear, 13,99; vestido de princesa, 59,99; peluche gigante de Mickey, 74,99. "Muchas familias no gastan m¨¢s porque el viaje ya es el regalo. Otras, por ejemplo, deciden dar a sus hijos alg¨²n dinero para compras", dice Federico Gonz¨¢lez.

Cochecitos, sillas y ratones

En los dos parques, la puesta a punto y la limpieza son impecables. Y la organizaci¨®n. A la entrada, se pueden alquilar cochecitos de paseo (8,95 euros al d¨ªa), que luego se aparcan ante las atracciones. Existen espacios donde cambiar a los beb¨¦s, y se venden potitos. Los globos de helio llevan un peso para que no salgan volando al primer despiste. Los restaurantes ofrecen tronas con orejas de Mickey. En los restaurantes hay, adem¨¢s, alg¨²n tipo de entretenimiento como el ¨¢rea infantil de Pizza World, inspirado en Toy Story. El comedor Des Stars, en Walt Disney Studios, tiene a la mism¨ªsima rata de Ratatouille, Remy, saludando a los comensales (el mu?eco, animado y que habla en idioma ratonil con peque?os chillidos, tiene el tama?o de un roedor y lo pasea un cocinero sobre un plato de queso).

Entre atracci¨®n y atracci¨®n se anda mucho y unos zapatos c¨®modos resultan b¨¢sicos. La cuidada jardiner¨ªa incluye matas de bamb¨² y miles de flores. Se agradece una gorra para el sol. Y otro consejo: cuantas m¨¢s fotos tome, mejor. Los ni?os reviven la experiencia una y otra vez. Y hasta los gestos coquetos de Minnie, que ya en el desayuno del hotel tira besos a diestro y siniestro, se imitan hasta la saciedad. Este viaje comienza antes de tomar el avi¨®n y termina mucho despu¨¦s de volver.

Hasta el infinito y m¨¢s all¨¢

"Atenci¨®n comandos estelares, preparados para lanzamiento inmediato". En la oscuridad, iluminada solo por los chillones colores neones de los malvados del espacio, la peque?a Rapunzel se convierte, pistola l¨¢ser en mano, en ayudante del mism¨ªsimo Buzz Lightyear, "?hasta el infinito y m¨¢s all¨¢!". A la salida, el veredicto de la ni?a: "Otra vez". Estamos en Discoveryland, la zona futurista del parque Disneyland, donde tambi¨¦n hay atracciones no aptas para los m¨¢s peque?os, como Space Mountain: Mission 2, una monta?a rusa a oscuras cuyos tirabuzones suben el nivel de adrenalina al son de la m¨²sica de Michael Giacchino, compositor de la banda sonora de Los Incre¨ªbles (cuyos protagonistas tambi¨¦n se pasean por el parque).

A Ian, madrile?o de cuatro a?os, le encant¨® el barco de los piratas. "Las cascadas, las cascadas", dice. Se mont¨® tres veces, aunque, precavido, insisti¨® en sentarse entre sus padres. Durante el espect¨¢culo Disney Dreams, lleno de colores y canciones cl¨¢sicas de Disney, Ian alucin¨® con los chorros de agua de 40 metros de alto, los 15 ca?ones de fuego y las im¨¢genes (generadas por 16 proyectores digitales, luces led y l¨¢seres).

Las 57 atracciones de Disneyland Par¨ªs trazan universos paralelos para peque?os y grandes, so?adores y atrevidos. Imposible montarse en todo. En una estancia de tres o cuatro d¨ªas conviene trazar una ruta de imprescindibles seg¨²n los gustos y las edades. Para los m¨¢s peque?os: adem¨¢s del Pabell¨®n de las Princesas, It's a Small World, El vuelo de Peter Pan y la atracci¨®n de Buzz Lightyear habr¨ªa que apuntarse a El Pa¨ªs de los Cuentos, el castillo de la Bella Durmiente con su drag¨®n, y el barco de Piratas del Caribe en Disneyland Park. Y en Walt Disney Studios: Toy Story Playland, los cochecitos de Cars y los espect¨¢culos Animagic y Playhouse Disney. Para emociones fuertes, el top ten lo encabezan Space Mountain, el tren minero Big Thunder Mountain y la monta?a rusa de Indiana Jones en Disneyland Park y, en Walt Disney Studios, el ascensor de Tower of Terror, la monta?a rusa de Nemo Crush Coaster (a oscuras, ideal para gente con v¨¦rtigo...) y el espect¨¢culo Cinemagic.

En nueve de las atracciones m¨¢s deseadas el Fastpass evita la espera: un sistema gratuito con el que se pide hora. Vale mucho la pena usarlo porque las colas pueden ser largas. Un cartel indica a la entrada de cada recinto el tiempo aproximado. Otra prueba para la paciencia es la m¨²sica constante, al aire libre y en los interiores. A ratos llega a empalagar, aunque hasta el m¨¢s incr¨¦dulo, si se descuida, puede acabar tarareando en el ascensor del hotel la melod¨ªa del hilo musical. Do you believe in magic? La pregunta del estribillo es: ?cree en la magia? Si tiene ni?os peque?os y se plantea regalarse este viaje alg¨²n d¨ªa, responda a la vuelta.

Disneyland Par¨ªs cumple 20 a?os