Un bar en Madrid desde el que ver pasar el paisaje

Si Madrid est¨¢ acribillada de trenes tanto subterr¨¢neos como al aire libre, ahora tenemos uno que es un bar. Un local estrecho y alargado que parece un vag¨®n a?ejo, forrado de madera oscura y asientos de cuero marr¨®n, cuya peculiaridad es que, en vez de cuadros, tiene grandes pantallas en las que se proyecta un paisaje a la fuga, dando la extra?a sensaci¨®n de que uno, adem¨¢s de en otro tiempo, viaja en un tren en movimiento, qui¨¦n sabe hacia d¨®nde.

¡°Ten¨ªamos puestos los ojos en este local hace tiempo¡±, explica Rodrigo Taramona, uno de los socios, adem¨¢s de actor y dj, ¡°y cuando lo conseguimos llamamos al decorador Parolio porque conoc¨ªamos su trabajo en otros locales y nos gustaba mucho. Le encanta crear experiencias y sensaciones, jugar con los sentidos. En cuanto lo vio dijo: ¡®aqu¨ª no ten¨¦is un bar, ten¨¦is un tren¡¯. Y dio en el clavo¡±. El resultado es antiguo, pero no vintage: ¡°nos gusta mucho el rollo vintage, pero de eso hab¨ªa mucho por el barrio¡±, dice Taramona, ¡°The Passenger tiene m¨¢s bien un rollo a?os 20 pero hecho ahora, con materiales nuevos y no desgastados¡±.

No es lo mismo viajar de d¨ªa que viajar de noche. Por las tardes en The Passenger suena jazz y soul, se ofrece el caf¨¦ de Toma Caf¨¦ (una tienda de la cercana calle Palma que para los conductores de este tren tiene la mejor calidad de la ciudad) y comida como la que habr¨ªa en un vag¨®n-cafeter¨ªa pero con productos frescos y de calidad: molletes con jam¨®n ib¨¦rico, salm¨®n, etc, adem¨¢s de algunos snacks como los nachos. De noche predominan las copas de calidad (¡°aqu¨ª no conseguir¨¢s una resaca infernal¡±) y una peque?a, aunque selecta, carta de cervezas; la m¨²sica se pasa entonces al rock desde los 70 a la actualidad (no en vano The Passenger es tambi¨¦n un gui?o al himno de Iggy Pop), aunque tambi¨¦n puede escucharse hip hop o house noventero.

?Y los otros pasajeros? ¡°Gente de todo tipo¡±, dice Taramona, ¡°tal vez a partir de los 25 a?os para arriba. A veces se ven escenas de unos se?ores que pasan de sesenta junto a un punk con cresta amarilla y unas ni?as pijas. Hay de todo¡±. En sus sillones ya han sido fotografiadas celebridades como Jos¨¦ Coronado o la estrella porno de culto reconvertida en actriz al uso Sasha Grey, que rod¨® recientemente en la ciudad a las ¨®rdenes de Nacho Vigalondo, ¡°una persona con la que no hace falta hablar mucho para darte cuenta de que tiene cabeza¡±. No en vano, ella misma se ha declarado alguna vez como existencialista y lectora de Nietzsche, Baudrillard o los situacionistas franceses.

Estacionado (?o no?) en plena Malasa?a, The Passenger (Pez, 16) espera a sus viajeros en una zona donde conviven los bares tradicionales tomados por la juventud, como el legendario El Palentino, con las ¨²ltimas propuestas hipsters, como el Zombie Bar. Los art¨ªfices de The Passenger expanden su influencia en la zona desde The Wall (Corredera Baja de San Pablo, 47), que llevan los mismos socios y que la temporada pasada encandil¨® a los m¨¢s modernos con sus camisetas, c¨®mics, su fotomat¨®n o su m¨¢quina de Street Fighter. ¡°All¨ª hicimos un bar a nuestra medida, juntando los intereses de todos los socios, y nos sali¨® un sitio m¨¢s adultescente, m¨¢s punk¡±, explica Tarammona, ¡°pero ahora quer¨ªamos darle un concepto al bar, hacer algo m¨¢s para nuestra edad¡± (rondan la treintena). El local que ahora ocupa ya ten¨ªa su tradici¨®n nocturna, pues antes ya alberg¨® un bar de alterne, una teter¨ªa (la Compa?¨ªa Infusionera de las Indias n?1) y el Cadillac Rock Club.

Ech¨¢ndole un poco de imaginaci¨®n The Passenger puede recordar a ferrocarriles legendarios como el Orient Express o el Transiberiano (al menos en la im¨¢genes que el cine ha contagiado a nuestras cabezas), con la diferencia de que este tren, en vez de llevarnos a Constantinopla o a Vladivostok, nos lleva de viaje al fin de la noche.

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