Valencia: el r¨ªo que se convirti¨® en parque

Guardando las proporciones, a primera vista Valencia simula tener un Sena, un T¨¢mesis, su propio r¨ªo urbano que cruza con bastante desenvoltura la ciudad; no tan famoso como los anteriores, pero de una presencia igual de fuerte para sus habitantes. Si se camina por la urbe inevitablemente nos encontraremos de frente con uno de sus 17 puentes, pero si nos acercamos a ver la corriente que lo cruza nos llevaremos una sorpresa: no habr¨¢ agua, sino verde. Es as¨ª como descubriremos el Jard¨ªn del Turia, impresionante tanto por sus 110 hect¨¢reas como por la cantidad de gente variopinta que lo frecuenta.

Este jard¨ªn de inspiraci¨®n ¨¢rabe es uno de los mayores parques urbanos de Espa?a. Se cre¨® en 1986, cuando hab¨ªan pasado 29 a?os de las catastr¨®ficas inundaciones de La Gran Riada, que hicieron que el Ayuntamiento de Valencia desviase el cauce del r¨ªo a otra zona m¨¢s segura de la urbe, dejando en el centro de la ciudad este gran complejo verde de aproximadamente 200 metros de ancho. Desviar el r¨ªo fue una gran proeza, pero m¨¢s a¨²n luchar contra los intereses que quer¨ªan crear all¨ª una carretera. Al grito de ¡°El riu es nostre i el volem verde¡± (el r¨ªo en nuestro y lo queremos verde), las movilizaciones de los valencianos lograron evitar que se transformase en un r¨ªo gris, de asfalto.

La insistencia tienes sus frutos, y esto lo corroboran actualmente los miles de turistas nacionales y extranjeros que se impresionan al contemplar estos jardines. ¡°Me imaginaba una ciudad mucho m¨¢s seca, con menos ¨¢rboles¡±, me dijo hace poco un amigo ingl¨¦s que andaba de paso por Valencia, decidido a recorrer estos jardines en bicicleta. De hecho, este es el mejor medio de transporte para completar los nueve kil¨®metros de ruta del espacio.

Se recomienda empezar el recorrido por el extremo oriental, es decir, m¨¢s cerca del puerto, donde se encuentra la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Aqu¨ª desilusiona el jard¨ªn por la falta de ¨¢rboles y la sequedad del c¨¦sped, que es eclipsado por el blanco imponente de las estructuras arquitect¨®nicas, que buscan un equilibrio entre lo natural y lo urbano. Aunque, eso s¨ª, a cien metros de all¨ª se abre de pronto un verde de pinos, cipreses, olmos, palmeras, tilos, moreras, sauces, entre otros, que invitan a ver un paisaje de lomas y senderos, con alguna fuente de agua. Es importante se?alar que no se esperen encontrar un jard¨ªn sofisticado, sino m¨¢s bien un parque, m¨¢s natural, m¨¢s r¨²stico, donde lo que verdaderamente impresiona es el ba?o de aromas de la propia vegetaci¨®n mediterr¨¢nea.

Mientras se recorre este jard¨ªn es inevitable no pensar en los peces, los antiguos due?os de estos metros cuadrados, y observar c¨®mo han sido reemplazados por malabaristas, enamorados, ancianos, mascotas, por skaters que como salmones se resisten a la fuerza de gravedad en los dos skatepark del jard¨ªn. Tambi¨¦n se ve revolotear a grupos de ni?os en los diferentes juegos infantiles, entre ellos, un gigante Gulliver donde los peque?os se suben y bajan por los distintos toboganes al son de las risas que contagia hasta al m¨¢s serio.

A mitad del recorrido veremos c¨®mo el Jard¨ªn va cediendo paso a diferentes campos deportivos. El abanico de posibilidades es considerable para los que aman el deporte en equipo. Se puede practicar f¨²tbol, rugby, atletismo, baloncesto, b¨¦isbol... Pasear por aqu¨ª en fin de semana es como zapear por los distintos canales de televisi¨®n deportivos.

Ya al final de la ruta se encuentra el Bioparc, el zool¨®gico de Valencia, y muy cerca de all¨ª hay un lago en el Parque de Cabecera donde tambi¨¦n nadan los peces, pero sin la certeza de que ellos sean descendientes de los antiguos habitantes de este lugar, los verdaderos herederos del Turia.

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