Shakespeare esquivo
Su localidad natal, Stratford-upon-Avon, recuerda al c¨¦lebre y misterioso dramaturgo ingl¨¦s
Es parad¨®jico que sepamos tan poco del hombre que encarn¨® ¡°el esp¨ªritu de su ¨¦poca¡±. Acerca de William Shakespeare ignoramos datos tan esenciales como la fecha en que naci¨® o la raz¨®n de su muerte; en su biograf¨ªa hay espacios en blanco de varios a?os, y no contamos con ninguna descripci¨®n de su car¨¢cter. La oscuridad que lo rodea se evidencia en que, siendo el escritor m¨¢s importante de todos los tiempos, solo se conservan 14 palabras de su pu?o y letra: seis firmas y la declaraci¨®n ¡°por m¨ª¡± al final de su testamento. No es de extra?ar que el admirador de Shakespeare peregrine a su pueblo natal, Stratford-upon-Avon, a la espera de averiguar m¨¢s sobre el dramaturgo.
Stratford, en el condado de Warwickshire, cobr¨® fama en el siglo XIII por sus mercados. Hoy vive sobre todo del turismo en torno a la figura de su vecino m¨¢s c¨¦lebre. Lo primero que sorprende es lo evidente; en Stratford las calles est¨¢n asfaltadas y hay supermercados y franquicias de comida r¨¢pida. Nada de suelos embarrados ni de banda sonora de repiques de herreros y gru?idos de cerdos que hozan en los patios. Quien espere disfrutar de una experiencia isabelina, o algo parecido, debe dirigirse a la c¨¦ntrica Henley Street, donde se encuentra la casa natal de William Shakespeare.
Es una construcci¨®n sencilla, con dos plantas y estructura de roble, aunque mayor que la media de las viviendas de la ¨¦poca. El padre de William, John Shakespeare, fue un hombre pr¨®spero. Era artesano guantero y desempe?¨® varios cargos p¨²blicos, desde el muy agradecido de catador de cerveza al de alguacil. Ten¨ªa su taller en la planta baja. Los procesos para tratar la piel de los guantes eran fuente continua de malos olores, quiz¨¢ de ah¨ª las muchas referencias en las obras de Shakespeare a la fetidez. Tambi¨¦n en la planta baja se encuentra la cocina. Atiborrada de utensilios y con una profunda chimenea, es donde m¨¢s f¨¢cil resulta imaginar c¨®mo era el lugar cuando el peque?o Shakespeare correteaba por all¨ª. No es extra?o que Benito P¨¦rez Gald¨®s, tambi¨¦n de peregrinaci¨®n, escogiera uno de los bancos a los costados de la chimenea para sentarse un rato en silencio, como recogi¨® en sus memorias.
Scott y Dickens
En la planta superior hay tres dormitorios. En uno de ellos naci¨® Shakespeare. Hoy las paredes est¨¢n restauradas y limpias. Hasta hace no mucho era costumbre entre los visitantes dejar su firma como testimonio de su paso. En una vitrina se conservan los cristales emplomados originales de la ventana, cubiertos de firmas trazadas con las piedras de los anillos. Entre las r¨²bricas, algunas tan insignes como las de Walter Scott y Charles Dickens, que producen una extra?a combinaci¨®n de mitoman¨ªa y desagrado, por lo que tienen de vandalismo. Gracias a Dickens podemos ver la casa en su ubicaci¨®n original. A mediados del siglo XVIII, el empresario estadounidense P. T. Barnum quiso adquirirla, desmontarla piedra a piedra y llev¨¢rsela a su pa¨ªs. La amenaza condujo a la creaci¨®n del Shakespeare Birthplace Trust, y una campa?a emprendida por Dickens permiti¨® recaudar el dinero necesario para que la fundaci¨®n comprara la casa, que desde entonces gestiona.
Las dem¨¢s casas hist¨®ricas de Stratford, como las granjas donde nacieron la madre y la mujer de Shakespeare, tienen una conexi¨®n m¨¢s liviana con ¨¦l, y en ellas aumenta el efecto parque tem¨¢tico. Lamentablemente no podemos ver New Place, la casa que Shakespeare adquiri¨® en su madurez. Un propietario posterior, harto de las visitas inesperadas que ped¨ªan ver el lugar, tom¨® una decisi¨®n dr¨¢stica: demoler la vivienda. En su tiempo fue la segunda m¨¢s grande del pueblo, con diez chimeneas y dos jardines. Sin embargo, debido a la cercan¨ªa del mercado de quesos, Shakespeare no se libr¨® de los malos olores.
Un corto paseo por calles con negocios con nombres de personajes de Shakespeare lleva al r¨ªo Avon. Su placidez no debe enga?arnos. En la obra del dramaturgo hay hasta 59 referencias a r¨ªos, de las que 26 tienen que ver con inundaciones. Eran cosa frecuente en la ¨¦poca las crecidas repentinas.
A la orilla del Avon est¨¢ la iglesia de la Sant¨ªsima Trinidad, donde reposan los restos del autor. El terreno que la rodea, con ¨¢rboles retorcidos y l¨¢pidas de piedra, nos retrotrae al Renacimiento ingl¨¦s m¨¢s incluso que la casa natal. El sigilo que impone el recinto sagrado mitiga el efecto de los turistas. Shakespeare descansa en el presbiterio y su epitafio maldice a quien ose cambiar de lugar sus huesos. Junto a la tumba, en uno de los muros, figura una de las pocas im¨¢genes que se conservan de William Shakespeare: una escultura pintada que muestra al dramaturgo de cintura para arriba. Su autor la esculpi¨® siete a?os despu¨¦s de la muerte de Shakespeare, pero al parecer lo conoc¨ªa y la escultura cont¨® con la aprobaci¨®n de familiares del retratado. A Mark Twain no le gust¨® nada; dijo que ten¨ªa ¡°la expresividad de una vejiga¡±. Por lo tanto, es un alivio averiguar que para entonces hab¨ªa sido blanqueada y repintada varias veces, as¨ª que los rasgos que vio, y que nosotros vemos ahora, tienen poco que ver con los verdaderos del dramaturgo. En el lado malo, Shakespeare, de un modo u otro, contin¨²a ocult¨¢ndose de nosotros.
? Jon Bilbao es autor de Shakespeare y la ballena blanca (Tusquets, 2013).
Gu¨ªa
Visitas
Informaci¨®n
? Casa Natal de Shakespeare (www.shakespeare.org.uk; +44 1789 20 40 16). Henley Street. Entrada adulto, 17,50 euros.
? Por 26,30 euros se puede comprar un pase para visitar los cinco lugares vinculados con el dramaturgo en Stratford.
? Oficina de turismo de Stratford-upon-Avon (www.stratford-upon-avon.co.uk)
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