10 guapas playas del norte
Fresquitas y despejadas. De Galicia al Pa¨ªs Vasco, una selecci¨®n de arenales poco conocidos para disfrutar de la costa con tranquilidad
Todo un dec¨¢logo de perfecta simbiosis entre oc¨¦ano y costa. Un all star playero que ha hecho del verde y el azul los colores de su bandera. M¨¢s remotos que pr¨®ximos, estos arenales, la mayor parte ignotos, ejercen una fascinaci¨®n que se extiende por un norte peninsular que da para todo un verano de playas. El calor se ha hecho esperar, pero ya lo tenemos aqu¨ª.
S¨ª, se puede... desurbanizar
Cabe la posibilidad de recuperar una playa ubicada a 10 minutos del centro urbano vigu¨¦s. Es factible demoler su paseo mar¨ªtimo ¡ªigual que en El Saler valenciano¡ª, ganar m¨¢s de tres metros de altura dunar en cinco a?os, plantar pinos y recolocar arena donde antes hab¨ªa un campo de f¨²tbol; incluso retirar la escuela de vela, dejando que la habitabilidad humana impere sin hacer mella en la que para muchos es la mejor playa de Vigo (con permiso de las islas C¨ªes).
O Vao poco a poco va recuperando sus constantes medioambientales de hace seis d¨¦cadas gracias, en buena medida, al empe?o de ecologistas y voluntariado en general. Conviene acercarse despu¨¦s a los paneles informativos de la villa romana del siglo IV despu¨¦s de Cristo, frente a la isla de Toralla. Otra posibilidad es darse un buen atrac¨®n de langostinos y chocos con arroz en el restaurante Machina (986 46 05 41) de Canido.
Playa cisterciense
El urbanizado descenso a la playa de Lua?a (C¨®breces), muy frecuentada y pr¨®xima a Comillas, hace pensar en lo peor. Pero es llegar y quedarse estupefacto por este fino arenal de medio kil¨®metro traspasado por verdes laderas; dotado con dunas junto al aparcamiento, y en la vertiente oriental, una peculiar formaci¨®n rocosa, denominada La Pe?ona, le da otro de sus elementos caracter¨ªsticos.
Aprovechen para comprar, junto al desv¨ªo a la playa, el queso Trapa en la tienda atendida por monjes cistercienses de la abad¨ªa de Santa Mar¨ªa de Viaceli. Para este semicurado elaborado artesanalmente se precisan 10 litros de leche de vaca por kilo. Cierra los domingos.
?ltimo sol en la Costa da Morte
Alternativo al crep¨²sculo del cabo de Finisterre es el que brinda Lires, aldea pionera del turismo rural en Galicia. El aislamiento que tanto se echaba en falta en Finisterre lo descubriremos en la r¨ªa gallega de menor formato; embriagadora su atm¨®sfera al abrigo de los noroestes. La carretera la bordea por su margen izquierdo, sirviendo im¨¢genes de patos donde desaguan los r¨ªos Castro y Lires. Cada a?o var¨ªa el trazo de la curva aren¨¢cea, y su canal de desag¨¹e puede vadearse en bajamar hasta la playa de Nemi?a (Mux¨ªa).
Cada vez llegan m¨¢s visitantes a la hora en que el sol transpone el horizonte oce¨¢nico produci¨¦ndose un espect¨¢culo digno del prime time televisivo. Es cuesti¨®n de esperar en el chiringuito Bar-Playa dando cuenta de su tortilla o su pulpo con almejas. Pernoctar en un sitio diferente es la propuesta de Caba?as de Lires, aunque a 7 kil¨®metros est¨¢ el hotel Dugium, todo un must de la Costa de la Muerte.
Erosi¨®n k¨¢rstica
A un kil¨®metro de Prellezo, la naturaleza k¨¢rstica del litoral de Llanes (Asturias) vuelve a manifestarse con todos sus atributos, esta vez en la costa c¨¢ntabra occidental. De nuevo necesitaremos horario de bajamar o al menos de media marea. Se trata de una calita a la que se accede a pie por una empinada cuesta (en coche se puede bajar para descargar b¨¢rtulos y acompa?antes) en medio de la cual una vieja casa se transmut¨® en mirador excepcional sobre el paisaje intocado. Todo un acierto.
Si en pleamar semeja una ba?era y desaparece cualquier peligro a la hora de zambullirse, es en bajamar cuando podemos recorrer las peculiares formas de las calizas, desdentadas por la erosi¨®n. Podremos tocar la pared horadada durante las mareas vivas, o con coeficiente de mareas cercano a 118, el tope. El hotel Valle de Arco cuenta con hidromasaje y vistas al mar.
La er¨®tica de la r¨ªa
De entrada, esta caleta virginal y exuberante exige marea baja. Salir de Pontedeume por la carretera a Perbes y a 1,8 kil¨®metros ¡ªa la altura del punto kilom¨¦trico 9,3, donde la carretera dibuja una curva cerrada¡ª est¨¢ la bajada a pie a la Playa de Centro?a (el cartel suele ser objeto de vandalismo). Una vez en ella, habr¨¢ que costear hacia la izquierda diversas lenguas de arena separadas por roquedos gran¨ªticos hasta dar con la barrera vegetal que impide seguir. Es esa la agraciada playa de Jajuai, en jocosa referencia gallega al archipi¨¦lago de Hawai. Donde las palmeras son casta?os entre diversas familias de musgos; y los fondos transl¨²cidos de la Polinesia, una verdosa r¨ªa de Ares con submarinistas haciendo las veces de tiburones. Con el puertito de Redes en lontananza: un adorno en el paisaje coru?¨¦s. De arena blanca, Jajuai destila aire juvenil, secreto.
Un estupendo gu¨ªa de la zona es Alberto Morales, responsable de la acogedora Casa do Castelo de Andrade.
Creadora de belleza
En el Occidente astur, los estuarios dan pie a parajes naturales de plasticidad insuperable. Yendo desde La Caridad veremos una primera entrada a la playa de Porc¨ªa, que nos deposita en el aparcamiento playero situado sobre el peque?o acantilado. En pleamar no hay que devanarse los sesos buscando la playa: estar¨¢ sumergida. De cara, los islotes Os Bois (bueyes de mar), la isla de Forc¨®n y el arranque de la senda costera al cabo Blanco (40 minutos, ida), que todos deber¨ªan emprender, a pie o a caballo con H¨ªpica La Granda sin necesidad de tener experiencia previa.
Existe un segundo acceso rodado, dejando a la izquierda el mes¨®n El Fornello. Es la manera de aproximarse al panel interpretativo y patear la cala-estuario del r¨ªo Porc¨ªa, frente a los farallones a los que les un¨ªa anta?o un cargadero de mineral de hierro. El barullo de gaviotas glayando la delatan como zona de especial protecci¨®n para las aves.
Un acogedor hotel en La Caridad es Casa Xusto.
Sue?o verde de un surfista
Pasado Viveiro, se impone entrar hacia la playa de Area para autohomenajearse en el restaurante Nito (982 56 09 87), claro referente gastron¨®mico de la Mari?a Lucense, que cuenta desde hace un par de a?os con una recomendable terraza se dir¨ªa que pan¨®ptica de la r¨ªa de Viveiro. Cl¨¢sicos son los calamares de potera y el bonito en rollo, ambas especialidades actualmente en temporada.
Bordeamos Area con sus dunas y seguimos hasta dar con el desv¨ªo a la derecha hacia Xove y el faro de Punta Roncadoira. As¨ª, por una costa presa de su naturaleza inviolada, alcanzaremos Esteiro, abierta, preciosa, cuyo empaque se aquilata mejor a distancia y de soslayo. Inerme ante el oleaje, concita la atenci¨®n de surfistas cuando soplan vientos de componente este, predominantes estos meses de primavera y verano. Van Surf School saca partido a su comprometido oleaje.
Un rat¨®n rocoso a la vista
Zarautz, de fuerte tradici¨®n surfera, es mucho m¨¢s que una playa urbana multitudinaria casi sumergida en pleamar. Cuenta, a partir del restaurante-castillete de Karlos Argui?ano, con su Peque?o Desierto (as¨ª lo llaman) hasta la colina de Talaimendi. Apoyado en el campo de golf se halla el sector m¨¢s naturista coincidente con el soberbio cord¨®n dunar correspondiente al biotopo protegido de I?urritza. Una pasarela de madera tras los ba?istas permite recorrer este fr¨¢gil ecosistema por espacio de 700 metros y sin perder de vista el Rat¨®n de Getaria. No acudir en pleamar. Despu¨¦s de ba?arse es buena idea visitar la bodega Talai Berri y llenar el maletero con cajas de chacol¨ª.
Aparcar en Zarautz es complicado. El aparcamiento m¨¢s cercano a I?urritza se encuentra a la altura de la gasolinera y exige un desembolso diario de 8,5 euros. Otra opci¨®n es usar el aparcamiento de Asti, situado a la salida de la autopista, y pagar 1 euro por subir al autob¨²s que cada media hora comunica con la playa.
De camino a Santiago
Desconocida incluso en el concejo costero m¨¢s peque?o de Asturias, La Beciella se esconde al pie del Camino de Santiago, y su arroyo de los Romeros pone el acento buc¨®lico en este paisaje de cuento, ya de por s¨ª reposado y sin parking que lo vulnere. Alberg¨® tanto un enclave templario como un monasterio benedictino, hoy borrados del mapa. Su fisonom¨ªa levemente acantilada, su perfil agropecuario, sus bellos y contrastados verdes destilan asturianidad por los cuatro costados.
Viniendo de Prado (Caravia Alta), pasado el restaurante Carrales, a 1.100 metros est¨¢ el pronunciado giro a la derecha al parking de Los Prados, situado en el extremo oriental de la playa de la Espasa, una maniobra que hay que hacer muy atentamente. Del parking de Los Prados caminamos hacia el oriente unos 400 bell¨ªsimos metros. La Beciella est¨¢ resguardada del viento del noreste, habitual en los d¨ªas de playa. No soporta corrientes traicioneras y ofrece magn¨ªficos atardeceres con los ¨²ltimos rayos lentos del sol desvaneci¨¦ndose sobre el puerto de Lastres. Algunos practican el naturismo entre su abundante rocalla (sobran perros, eso s¨ª). Ir en bajamar. Muy cerca abre el hotel El Bab¨².
Salida a la costa
Ispaster significa ¡°orilla de mar¡±, detalle llamativo en un tramo de costa vizca¨ªna donde el Cant¨¢brico, a ojos del automovilista, resulta invisible.
Salimos de Lekeitio y unos 200 metros despu¨¦s de la rotonda del centro urbano de Ispaster vemos a la derecha la cuesta (suelen arrancar el r¨®tulo indicador) a la cala de Ogella (pron¨²nciese Oguella).
Aprovechando mejor la bajamar, es posible disfrutar, junto al merendero con barbacoa y aseos, del dominio y pervivencia de la naturaleza litoral, significada por el pe?¨®n de Arrakulu y su geolog¨ªa. En el flysch alternan estratos duros (calizas y areniscas) y blandos (arcillas y margas) producto de la erosi¨®n marina.
La arena asoma de forma err¨¢tica (este a?o toca sequ¨ªa), pero qu¨¦ m¨¢s da. Una escalinata ayuda a bajar a esta l¨ªnea de playa algo resguardada por encontrarse entre la punta de Ea y el monte Otoio. En la medida en que vayamos en bajamar ser¨¢ posible escrutar los charcos al pie del acantilado a la b¨²squeda de caracolillos, pulpos y estrellas de mar.
Muchos clientes del hotel rural Natxiondo, a solo 2 kil¨®metros, acuden andando para ba?arse. Se trata de un t¨ªpico caser¨ªo de 1764.
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