Levantador de piedras

A Juan Echanove no le gusta el mar. Le apasionan, en cambio, los paisajes marinos. ¡°No me ba?o, pero disfruto contemplando el agua y los barrancos¡±, cuenta el actor, que estren¨® ayer en Madrid Conversaciones con mam¨¢ (teatro Bellas Artes; hasta enero 2014). Uno de sus viajes favoritos es el que realiz¨® a lo que denomina ¡°los or¨ªgenes del mundo¡±; a los Flys de Zumaia, en la costa occidental de Gipuzkoa.

?Qu¨¦ tiene de especial ese lugar?

Es una manifestaci¨®n de la naturaleza que me produce una extra?a emoci¨®n: son sedimentos de estratos, duros y blandos, con miles de a?os de historia. Cuando los tocas te sientes muy peque?o porque est¨¢s viendo la estratificaci¨®n de la consolidaci¨®n del mundo. La tradici¨®n vasca y su imaginario est¨¢n muy relacionados con la potencia de la naturaleza. Al igual que la cultura y el ocio tradicional. Dos ejemplos, la competici¨®n de corta de troncos o el levantamiento de piedras.

?Levant¨® pedrolos?

Tuve un tutor particular; un levantador que cargaba rocas del demonio. Me ense?¨® la t¨¦cnica y logr¨¦, yo solito, elevar una piedra esf¨¦rica de 70 kilos. Solo de pensarlo, me duele el lumbago.

?Se hizo da?o?

No, me explic¨® la manera de practicar harrijasotzea, como se denomina en vasco. La clave es dividir el esfuerzo en tres tiempos. Es muy curioso porque en torno al levantamiento, algo que parece tan f¨ªsico, se ha elaborado un discurso cultural precioso; como el del campe¨®n I?aki Perurena, que, adem¨¢s de levantar 320 kilos de peso, es poeta.

Le pierde lo rural.

Lo mejor de Gipuzkoa son las comarcas. Hay varios lugares que considero esenciales. Uno es Getaria, el pueblo marinero donde naci¨® Juan Sebasti¨¢n Elcano. Disfruto mucho con el trasiego del puerto y con las afamadas rederas que cosen a mano los aparejos. Adem¨¢s, es donde mejor se come y se bebe: indispensable tomarse all¨ª un rodaballo a la parrilla.

?Otra recomendaci¨®n gastro?

El queso de Idiaz¨¢bal o las alubias de Tolosa, que hay que degustarlas en el restaurante El Front¨®n. Para los amantes de la gastronom¨ªa, esa experiencia es el equivalente a la visita de un cristiano al Vaticano.

?Y para tomar una copa?

Para disfrutar de un ambiente m¨¢s juvenil, Zarautz. Es un espect¨¢culo ver a los surferos pelear contra esa ola. Yo nunca lo har¨ªa, me da mucho respecto el mar, pero me fascina asistir como espectador.

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