Traves¨ªa tunecina
Del barrio de La Goleta a un 'hamman' de la Rue de Marseille, ruta por la capital y sus alrededores
El ¨¢rea metropolitana de T¨²nez capital es extensa. Comprende la llanura costera, colinas, dos lagos y varios puertos, su l¨ªmite al este es el Mar Mediterr¨¢neo, y est¨¢ habitada por m¨¢s de dos millones de personas. Cuando preguntas qu¨¦ merece la pena visitar, suelen sugerirte la medina, las ruinas de Cartago, el pueblo costero de Sidi Bou Said y el Museo del Bardo.
Se trata de una buena recomendaci¨®n. En las callejuelas de la medina, vigiladas por el minarete de la mezquita Zitouna, hay tiendas de perfumes, babuchas, chilabas, joyas, dulces y alfombras, y agradables caf¨¦s como El-Ali. La tr¨¢gica Cartago retratada por Flaubert siempre ser¨¢ un mito por su enfrentamiento con Roma, y el puerto antiguo ¡ªhoy una islita redonda rodeada de un tranquilo canal con barquitas de pescadores y viviendas al otro lado¡ª es un buen ejemplo de c¨®mo la vida sigue su curso en lugares que una vez fueron grandes centros de poder.
En cuanto a Sidi Bou Said, es el t¨ªpico pueblo mediterr¨¢neo que mira hacia un mar que espejea al atardecer, con sus calles empedradas en cuesta y las casas encaladas con puertas y ventanas azules. Para acabar, el Museo del Bardo es una joya que alberga una de las mejores colecciones del mundo de mosaicos romanos, adem¨¢s de arte griego, p¨²nico, cristiano e isl¨¢mico.
Naturalmente, T¨²nez es una ciudad que ofrece al visitante mucho m¨¢s. Su pasado cosmopolita se respira en muchos lugares. Por ejemplo, si vas a tomarte un pescado fresco a una de las agradables terrazas de los restaurantes del barrio norte?o de La Goleta ¡ªcentro vacacional frecuentado sobre todo por tunecinos y argelinos¡ª, ver¨¢s que all¨ª algunas iglesias reconvertidas en mezquitas conservan sus cruces sobre las c¨²pulas. Aquel barrio, retratado en la pel¨ªcula Un verano en La Goulette (1995, F¨¦rid Boughedir) y lugar de nacimiento de la bella Claudia Cardinale, se desarroll¨® en el siglo XIX gracias a la llegada de numerosos inmigrantes sicilianos y malteses.
Panes y d¨¢tiles
En el mercado situado cerca de la medina, los puestos ofrecen un festival de frutas y verduras, de panes y d¨¢tiles, de aceitunas y especias. Se puede tambi¨¦n comprar harissa ¡ªsalsa picante de acompa?amiento para muchos platos hecha con pimiento rojo, ajo, cilantro y aceite¡ª y cusc¨²s fresco, pero tambi¨¦n raviolis rellenos de espinacas o queso fresco.
El legado franc¨¦s se deja ver en la arquitectura de muchos barrios. Por ejemplo, en el centro neur¨¢lgico de la ciudad, el bulevar Bourguiba, que discurre entre la medina y el puerto del lago. Hay caf¨¦s con terrazas llenas de hombres ce?udos y mujeres ¡ªmenos¡ª con velo o vestidas a la europea, fachadas art d¨¦co, alambradas que impiden alcanzar el paseo central arbolado, taxis amarillos y tranv¨ªas verdes. All¨ª se levanta la catedral color crema de Saint Vincent de Paul et des Olives, que toma el nombre del fundador de la orden de los lazaristas. Su enclave tiene un origen curioso. En el siglo XVII, el bey turco Hamouda cedi¨® un terreno a los cristianos para que lo utilizaran de camposanto, all¨ª donde antes se enterraba a los esclavos de los ba?os turcos. Me pregunto si el uso anterior como cementerio de esclavos fue un mensaje para sus nuevos inquilinos.
La accidentada relaci¨®n hist¨®rica de Espa?a con T¨²nez tambi¨¦n ha dejado huella, y no hablo solo de los fuertes que quedan de la expedici¨®n de Carlos V contra el pirata Barbarroja. Hay una huella cultural y sentimental que viene de la expulsi¨®n de los moriscos, ya que unos ochenta mil se establecieron en T¨²nez. Y hubo, ya en 1939, m¨¢s de cuatro mil republicanos de la flota de Cartagena que se refugiaron en T¨²nez para acabar en campos de internamiento franceses. La mitad se qued¨® a vivir en el pa¨ªs y, seg¨²n me contaron, hab¨ªa espa?olas en la medina que se dedicaban a vender flores de papel.
Gracias a Samia Achouk, ceramista que utiliza la t¨¦cnica japonesa del raku para la elaboraci¨®n de sus delicadas piezas, visit¨¦ el Centro Nacional de Cer¨¢mica de Arte. Se encuentra en una espl¨¦ndida zaouia ¡ªmonasterio musulm¨¢n¡ª rehabilitada con dinero espa?ol. Su fundador, Sidi Kacem Jelizi, fue un m¨ªstico andalus¨ª que lleg¨® tras la ca¨ªda de Granada. Sant¨®n y gran ceramista ¡ªde ah¨ª su sobrenombre, jelizi¡ª trajo a T¨²nez la t¨¦cnica de la cuerda seca, que consiste en lograr la separaci¨®n de los colores mediante la pr¨¢ctica de surcos en la pieza, que se rellenan con una mezcla de aceite y manganeso. Ahora, en la zaouia hay un taller de cer¨¢mica y un peque?o museo, donde se exponen obras de artistas visitantes. Tambi¨¦n se puede acceder al mausoleo del sant¨®n. Los azulejos antiguos de las paredes del patio porticado y de otras estancias son una maravilla.
Gu¨ªa
C¨®mo ir
Informaci¨®n
??Tunisair (www.tunisair.com) vuela directo a T¨²nez desde Madrid y Barcelona, ida y vuelta a partir de 204 euros, precio final.
??Oficina de turismo de T¨²nez en Espa?a (www.turismodetunez.com; 915 48 14 35).
T¨²nez es tambi¨¦n la ciudad en la que comenz¨® la primavera ¨¢rabe. Tras una peque?a odisea en busca de un taxista que conociera el cine Amilcar Hannibal del barrio de Manar, logr¨¦ ver el documental Generation maudite, de Nasredine Ben Maati. Cuenta la lucha de algunos j¨®venes inform¨¢ticos y blogueros contra la censura del r¨¦gimen de Ben Ali, y el triunfo de una revoluci¨®n idealista que pronto se vio truncada por la cruda realidad y el islamismo. Es un documental triste y emocionante, y te deja ese regusto amargo que percib¨ª en los tunecinos cuando la conversaci¨®n derivaba hacia la pol¨ªtica y el estado actual de su pa¨ªs (aunque la Constituci¨®n secular reci¨¦n aprobada, donde se garantiza la igualdad de sexos y la libertad pol¨ªtica, abra un camino lleno de optimismo).
S¨ª, hay muchas cosas que hacer en T¨²nez. En mi caso la ¨²ltima fue ir al hammam de la Rue de Marseille, pegado a una mezquita. Por cinco dinares te das un buen ba?o de vapor, un experto masajista estira tus articulaciones y limpia tu piel con unas manoplas de estropajo, y te duchas con el agua de cubos de pl¨¢stico. Muy recomendable antes de ir al aeropuerto a enfrentarte con las esperas, la tensi¨®n y las apreturas de los viajes en avi¨®n.
??Nicol¨¢s Casariego es autor de las novelas Ant¨®n Mallick quiere ser feliz y Carahueca.?
{ "active": true, "code": "316117", "elementType": "offerExtension", "id": 17, "name": "SIDI BOU SAID", "service": "tripadvisor" }
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.