Elba, 10 tentaciones napole¨®nicas
Playas espectaculares, pueblos encaramados en la monta?a y animados puertos donde regatear el precio de las sardinas. Napole¨®n huy¨® de su destierro, pero cualquiera quisiera quedarse es esta isla toscana
Un para¨ªso con palmeras donde estuvo desterrado Napole¨®n. Elba es una preciosa isla en la costa de la Toscana italiana, perfecta para hacer senderismo, tomar el sol, bucear, o, como hizo Napole¨®n, pensar en c¨®mo regresar con fuerzas renovadas¡ incluso para conquistar un imperio.
En su segundo y definitivo destierro, una vez comprobado que Elba hab¨ªa sido demasiado inspiradora, a Napole¨®n le enviaron mucho m¨¢s lejos: a la desolada isla africana de Santa Elena, en medio del Atl¨¢ntico.
1. Las vistas desde el Monte Capanne
El Capanne (1.018 metros) es la cima de la isla de Elba y el mirador perfecto para contemplar esta isla toscana de la que hoy Napole¨®n probablemente no querr¨ªa huir. Est¨¢ bastante m¨¢s abarrotada que cuando el emperador fue confinado aqu¨ª en 1814 (logr¨® urdir una fuga en menos de un a?o), pero all¨ª siguen las mismas calas, playas, aguas azules, retorcidas carreteras de monta?a e incre¨ªbles vistas, todo complementado por una excelente cocina marinera, algunos vinos de primera y una orograf¨ªa abrupta perfecta para el senderismo, el ciclismo de monta?a y el kayak de mar. Vamos: una especie de para¨ªso pintoresco a lo Robinson Crusoe, con solo 28 kil¨®metros de largo y 19 de ancho, siempre que evitemos la temporada alta (agosto).
2. Callejear en Portoferraio
Los romanos lo llamaron Fabricia y despu¨¦s fue conocido como Ferraia, porque desde all¨ª se exportaba hierro. El peque?o puerto de Portoferraio fue comprado por Cosme I de M¨¦dici a mediados del siglo XVI, cuando se levantaron sus fortificaciones. Hoy es la principal localidad de la isla. En agosto un aluvi¨®n de veraneantes y excursionistas desembarcan de los ferries y procedentes de Piombino m¨¢s o menos cada 20 minutos. Pese a todo, los apretujones se compensan con las calles y escaleras del casco hist¨®rico, las op¨ªparas comidas en sus restaurantes o regateando el precio de las sardinas con los pescadores en el muelle viejo.
El casco antiguo es una telara?a de calles estrechas que remontan el promontorio desde el muelle viejo hasta las dos fortalezas de Portoferraio: Forte Ferraro y Forte Stella. Desde la plaza central de la ciudad se sube por Via Giuseppe Garibaldi hasta el pie de la monumental Scalinata Medici, un fabuloso espejismo de 140 inestables escalones de piedra que, iluminados por el sol con todos los tonos del ¨¢mbar, asciende hasta la oscura Iglesia de la Misericordia, del siglo XVII, donde se guarda la m¨¢scara mortuoria de Napole¨®n.
3. Perseguir a Napole¨®n en San Martino
Para ir tras las huellas de Napole¨®n en Elba, hay que irse a unos 5 kil¨®metros del suroeste de la capital, a las colinas sobre las que se alza San Martino, una especie de alquer¨ªa reformada con una terraza en la azotea donde campan ¨¢guilas de piedra napole¨®nicas, y que fue la residencia de verano de Napole¨®n. En su base se construy¨® en el siglo XIX una galer¨ªa que hoy es un museo con exposiciones temporales. Desde la azotea se contemplan unas vistas preciosos.
Una entrada combinada permite ver este museo y el Museo Nazionale Della Residenza Napoleonica, en el Palazzo dei Mulini de Portoferraio, donde vivi¨® Napole¨®n cuando fue emperador es esta peque?a isla. La visita deja claro que inc¨®modo no estaba: muebles estilo imperio, una biblioteca fant¨¢stica, unas vistas del mar que quitan el hipo¡
4. Regatear el pescado en el puerto
Para charlar con los vecinos del lugar no hay nada mejor que acercarse al puerto de Portoferraio y esperar a que lleguen las barcas de pesca. La gente empieza a congregarse en el muelle sobre las 09.30 y cuando atracan las primeras barcas, a las 10.00, ya hay una nutrida clientela deseosa de cambiar los arrugados billetes por las capturas del d¨ªa.
Los barcos de pesca industrial, con unos 10 tripulantes, atracan entre la terminal del ferry y el puerto de la ciudad vieja, en Banchina d¡¯Alto Fondale (frente a Piazza del Popolo): de vez en cuando pescan un at¨²n, lo que atrae a un verdadero gent¨ªo, y no digamos a las autoridades del puerto, pero lo que m¨¢s se suele vender, desde el costado del barco, son sardinas, caballas y boquerones.
Las barcas m¨¢s peque?as, con uno o dos pescadores, echan amarras junto a la Caleta Giacomo Matteotti, en el muelle viejo, todas las ma?anas a partir de las 08.00. Si no nos apetece regatear, siempre se puede comprar el pescado en la Pescheria del Porto, all¨ª mismo.
5. Tenuta La Chiusa
Esto s¨ª que es estilo: una finca a orillas del mar con una alquer¨ªa del siglo XVI, una villa del siglo XVIII, casi 8 hect¨¢reas de vi?edos que descienden hacia la costa, olivares, palmeras y diez apartamentos con cocina, algunos en la playa, en las antiguas casas de los braceros. Cuando Napole¨®n desembarc¨® en Elba en 1814, fue aqu¨ª donde pas¨® la noche antes de dirigirse a Portoferraio para ser recibido por la multitud.
La Chiusa es la bodega m¨¢s antigua de Elba, verdaderamente ¨²nica, 8 kil¨®metros al este de Portoferraio, que organiza catas de vinos y ofrece alojamiento. Los hu¨¦spedes pueden comprar aceite de oliva y vino en la recepci¨®n: y si no les apetece cocinar, el Hotel e Ristorante Mare queda a dos minutos andando por el litoral de guijarros, en el peque?o puerto de Magazzini.
6. Recorrer la isla a pie y en bicicleta
Otra opci¨®n es recorrer la isla a pie o en bicicleta por la tupida red de senderos la cubren. Muchos parten de Portoferraio, pero algunos de los mejores caminos tienen su cabecera en puntos m¨¢s remotos. Entre los mejores:
- El camino de Santa Luc¨ªa a San Martino (unos 90 minutos, muy sencillo), que parte de las afueras de Portoferraio, atraviesa prados y antiguas tierras de labor, y termina en la villa de Napole¨®n en San Martino.
- El sendero de 15 kil¨®metros (ida y vuelta) que va desde Colle Reciso a San Martino, perfecto para ir en bicicleta de monta?a.
- La caminata de 12 kil¨®metros que parte de Marciana, desciende monte abajo pasando por iglesias antiguas, vistas del mar y pe?ascos gran¨ªticos y se termina en la costa de Chiessi.
- El Gran Circuito de Elba (de tres a cuatro d¨ªas y 60 kil¨®metros de recorrido) que atraviesa la isla de este a oeste (incluido el monte Capanne, su punto m¨¢s alto), con noche en la costa, pues no se permite acampar en los caminos. Lo mejor es el tramo final desde Poggio hasta Pomonte, pasando por el Santuario Della Madonna del Monte y las rocas del Masso dell¡¯Aquila.
7. Playa, playa y m¨¢s playa
Elba tiene 147 kil¨®metros de litoral y un mont¨®n de spiaggie (playas) y las hay de todo tipo. Las playas de arena est¨¢n en la costa sur y, por el lado opuesto, en el golfo de la Biodola y entre el cabo de Enfola y Portoferraio. Las m¨¢s bonitas y tranquilas se esconden en calas rocosas y a menudo obligan a bajar por cuestas pronunciadas.
A las familias les gusta ir a Enfola, un peque?o pueblo de pescadores a 6 kil¨®metros al oeste de Portoferraio, donde hay botes de pedales, escuela de buceo y un f¨¢cil sendero circular de 2,5 kil¨®metros. Otra opci¨®n es Procchio es un bullicioso pueblecito playero, 10 kil¨®metros al oeste de Portoferraio. Tiene una de las playas de arena dorada m¨¢s largas de Elba y los mejores gelato y granita siciliana de la isla en el caf¨¦-helader¨ªa Scalo 70. Es perfecto tambi¨¦n para alquilar una bicicleta y darse una vuelta por la isla.
Para los que quieren bucear, est¨¢n las playas gemelas de Samson y Sorgente, cerradas por acantilados, con unas magn¨ªficas aguas cristalinas color turquesa. Y para los que prefieran el kayak y remar mar adentro, un tr¨ªo de caletas de guijarros y arenas, rodeadas por pinos y eucaliptos: Morcone, Pareti e Innamorata. Y por ¨²ltimo Colle d¡¯Orano y Fetovaia, dos maravillosas fajas de arena rubia en la costa oeste de Elba. Lo mejor es el espectacular viaje en coche entre ambas por la carretera litoral del suroeste. Cuenta la leyenda que Napole¨®n iba con frecuencia a Colle d¡¯Orano para sentarse a contemplar su C¨®rcega natal, visible al otro lado del mar.
8. Empaparse de tradici¨®n en Marciana
Es todo un placer deambular por las calles de piedra de Marciana, el pueblo m¨¢s antiguo y alto de la isla, presidido por una fortaleza casi en ruinas. Hay que caminar entre sus arcadas y sus balconcillos sobre precipicios que descubren anchas vistas de la costa. Pero lo mejor de todo es la corta caminata de medio d¨ªa que hay desde el pueblo hasta el Santuario Della Madonna del Monte, el lugar de peregrinaci¨®n m¨¢s importante de la isla.
Su paseo mar¨ªtimo, la Marciana Marina, es perfecto para disfrutar de la cl¨¢sica costumbre Toscana de la passeggiata (el paseo vespertino): terrazas con restaurantes para tomar algo al atardecer, palmeras que dan un toque fresco, y una escapada r¨¢pida a la plaza Vittorio Enmanuele, que es con mucho, la piazza m¨¢s bonita de Elba. Si se tercia, la passegiata puede terminar con una cena en alguna marisquer¨ªa rom¨¢ntica con terraza junto al mar.
9. Capoliveri y Porto Azzurro
En la costa sur, otro pueblo que saca partido de su emplazamiento es Capoliveri, en lo alto de una empinada cresta en el extremo suroriental de la isla. Sus callejuelas empinadas y sus casas encajonadas son muy atractivas, pero lo mejor tal vez es el panorama de tejados y mar que se despliega desde la terraza de piedra de su plaza central, la Piazza Matteotti.
Al este de la cresta queda Porto Azzurro, un agradable pueblo costero presidido por un fuerte (hoy prisi¨®n) que mand¨® construir Felipe III en 1603. Su laberinto de calles peatonales est¨¢ lleno de restaurantes y terrazas, y tiene buenas playas accesibles en bicicleta.
10. Buscando al conde de Montecristo
Alejandro Dumas era amigo del hermano de Napole¨®n, Jer¨®nimo Bonaparte, a qui¨¦n acompa?¨® en un viaje a Elba. Fue entonces cuando el escritor supo de la existencia de otra isla, la desierta Montecristo, m¨¢s adentrada en el Mediterr¨¢neo, y decidi¨® escribir una novela en recuerdo del viaje.
La famosa historia de Edmundo Dantes y del tesoro que encontr¨® en la isla de Montecristo y que le permiti¨® cobrarse su venganza, es, por supuesto, pura invenci¨®n (nadie ha encontrado tesoro alguno en Montecristo) pero el relato ha hecho famoso el nombre de este islote al sur de Elba, completamente deshabitado. Est¨¢ catalogado como reserva natural de caza y s¨®lo se puede acceder en embarcaci¨®n privada y con permiso. La ¨²nica construcci¨®n que hay en la isla son las ruinas de un monasterio del siglo XIII destruido por piratas en 1553 y una villa del siglo XVIII. O sea que el verdadero tesoro es su ecosistema ¨²nico y su biodiversidad. S¨®lo pueden visitarla mil personas al a?o, en peque?os grupos guiados por expertos, y no se puede acampar ni pernoctar en ninguna zona. Se puede enviar una solicitud de visita aqu¨ª.
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M¨¢s informaci¨®n en la gu¨ªa Lonely Planet de Florencia y la Toscana y en www.lonelyplanet.es
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