La pimienta que adormece la boca
Sorpresas de la ex¨®tica cocina pequinesa en una visita a la capital china
De pocos lugares sabemos menos que de China y sus ciudades, incluida la c¨¦lebre Pek¨ªn, y por eso ir a esta regi¨®n de Oriente conserva ese lado inquietante de los viajes de anta?o, cuando no se sab¨ªa casi nada del sitio hacia donde se part¨ªa.
Lo fundamental, salvo que sepamos chino, es hacernos con un gu¨ªa. Aunque en Pek¨ªn reina lo moderno, el ingl¨¦s es un bien escaso incluso en las estaciones de trenes o en los restaurantes. Lo ideal es visitar la ciudad despu¨¦s de que haya llovido para no encontrarnos con un esmog mundialmente c¨¦lebre que, no obstante, y al igual que ocurre en el DF, no impide disfrutar de una metr¨®poli donde apenas hay delincuencia y en la que campan a sus anchas las bicicletas y las motos el¨¦ctricas.
Con m¨¢s de diecisiete millones de habitantes, Pek¨ªn hace honor a lo evocado cuando decimos ¡°China mandarina¡±, que no es el mandar¨ªn, sino esa jugosa hermana peque?a de la naranja, para cuyo dulzor hay que arrancar una c¨¢scara reluciente. Los rascacielos de viviendas y de oficinas se suceden desde las infinitas circunvalaciones y avenidas que la surcan, y s¨®lo cuando nos apeamos para callejear descubrimos un Pek¨ªn antiguo que est¨¢ a punto de extinguirse, en el que sus moradores viven en callejones de casitas bajas, denominados hutongs.
Este Pek¨ªn es el que quiere ver el turista; sin embargo, lo m¨¢s caracter¨ªstico de la China actual son los nuevos ricos, quienes, impulsados por un hist¨®rico complejo de inferioridad, desean mostrar que est¨¢n a la altura del mundo y pueden hacer las cosas como los llamados pa¨ªses desarrollados. Quiero decir que es probable que su gu¨ªa quiera llevarlos a centros comerciales que hacen que ciertos lugares de Pek¨ªn no se diferencien de un Heron City: por ejemplo, la calle Wang Fujing, donde est¨¢n Zara, Dior o H&M. Ni¨¦guense y d¨¦jenle claro al gu¨ªa que a ustedes lo que les interesa es todo lo que tenga antig¨¹edad e incluso algo de ro?a.
Hay una buena estrategia para visitar el coraz¨®n de Pek¨ªn. Tras pasear por la casi inabarcable plaza de Tiananmen, donde reina el retrato de Mao (tiene pinta de campesino pacato Mao, que de hecho era hijo de una familia pr¨®spera de agricultores de aldea), debemos ir a la avenida Qianmen, donde los viejos edificios han sido maqueados hasta el punto de parecer un decorado de Walt Disney. No obstante, detr¨¢s de Qianmen podemos perdernos por callejuelas que no han sido remozadas y que recuerdan mucho a los zocos, pues los negocios, innumerables y humildes, se abren a la calle. Quienes pululan entre los puestos de ropa, comida y frusler¨ªas est¨¢n a salvo del sol gracias a los precarios toldos que los comerciantes extienden para que los compradores puedan examinar c¨®modamente la mercanc¨ªa. Hay que regatear, lo que es arduo o imposible si no se sabe un poco del idioma local.
Es de estas callejas de donde parte una v¨ªa amplia que conserva antiguas tiendas dignas de visitar: la calle Dashilan, donde se suceden los locales de arom¨¢ticos t¨¦s (por supuesto el verde es el amo y se?or, y lo hay de tantas clases y frescor que abruma), as¨ª como una antigua farmacia que ha acabado colonizando buena parte del planeta, Tong Ren Tang, en cuyos mostradores de cristal se exhiben gusanos secos y ra¨ªces de jengibre que, por su largura y sus formas retorcidas, recuerdan a las criaturas de Giger. En Tong Ren Tang es posible hacerse examinar por un m¨¦dico chino que nos tomar¨¢ el pulso y nos mirar¨¢ la palma de las manos y las u?as antes de recetarnos alguna f¨®rmula milenaria.
Juegos de naipes
Entre los hutongs est¨¢n el Templo de los Lamas, donde se exhibe un Buda gigantesco, y el Templo de Confucio. La Ciudad Prohibida, visita obligada, colinda con Tiananmen, y vendr¨ªa a ser como el puente de Brooklyn: la hemos visto tantas veces en el cine que tiene un aire familiar. Adem¨¢s, cuentan que los guardias del antiguo palacio imperial se topan con fastuosos fantasmas durante la noche. Tampoco pueden perderse el Templo del Cielo, que ahora hace de parque para los pequineses, muy aficionados, como el resto del pueblo chino, a reunirse en lugares p¨²blicos para bailar, hacer taichi o jugar a los naipes. El Palacio de Verano, a las afueras de Pek¨ªn, es otro de los hitos de esta ciudad.
Pek¨ªn tiene otro viaje a trav¨¦s del cual es posible saborear China entera: la gastronom¨ªa. Se parece poco a la comida que encontramos en los restaurantes chinos en Espa?a, porque lo que llega aqu¨ª es una ¨ªnfima parte de lo que podemos degustar en la capital china. Para darse un banquete de comida pequinesa pidan mesa en un reservado del restaurante Da Zhaimen, en el n¨²mero 3 de Huixinbeili, en el distrito de Chaoyang.
En Da Zhaimen nos meteremos en el siglo XVIII chino. El local es una casa de la ¨¦poca (arquitectura de la dinast¨ªa Qing) reconvertida en restaurante; sus habitaciones, ahora comedores individuales, son elegantes y ex¨®ticas, sorpresas en largos pasillos de madera alumbrados con farolillos rojos. Los camareros van ataviados con ropa de la ¨¦poca, y la comida, deliciosa, se sirve ceremoniosamente en mesas giratorias. Pueden pedir un vino que les sabr¨¢ ajerezado; si sus acompa?antes son lugare?os, brinden siempre antes de cada trago.
Vayan a tantos restaurantes como puedan y caten no s¨®lo la comida pequinesa, sino tambi¨¦n la taiwanesa, la cantonesa, la del norte, la de Fujian y Hunan, la de Guangdong¡ Se encontrar¨¢n con sabores y texturas exquisitas y sofisticadas (por ejemplo, en la cocina de Sichu¨¢n se usa un tipo de pimienta tan sabrosa como extra?a que adormece durante unos segundos la boca y la garganta), y entender¨¢n por qu¨¦ la comida china es una de las m¨¢s c¨¦lebres del mundo. Se morir¨¢n de gusto.
Elvira Navarro es autora de la novela La trabajadora (Mondadori).
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Gu¨ªa
C¨®mo llegar:
Viajes organizados:
Aeroflot (www.aeroflot.com) vuela a Pek¨ªn en febrero, con escala en Mosc¨², a partir de unos 480 euros ida y vuelta.
Finnair (www.finnair.com) viaja a Pek¨ªn en febrero, con escala en Helsinki, desde 600 euros ida y vuelta.
?Catai (www.catai.es) ofrece paquetes de siete d¨ªas a la capital china que incluyen vuelos, traslados, alojamiento y excursiones a partir de 1.100 euros por persona.
Destinos Asi¨¢ticos (www.destinosasiaticos.com) tiene un paquete con visitas a Xian, Shangh¨¢i y Pek¨ªn por unos 1.700 euros por persona.
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