Un bodeg¨®n porte?o para redescubrir el tango
El bar Los Laureles, abierto desde 1893 en Buenos Aires, conserva la esencia original del tradicional baile argentino
A fines del siglo XIX, una catastr¨®fica epidemia de fiebre amarilla asol¨® la ciudad de Buenos Aires y mat¨® a casi 15.000 residentes en pocos meses durante el a?o 1871. El sur de la capital argentina ¨Cuno de los principales focos, debido a las condiciones de hacinamiento en las que viv¨ªan los inmigrantes all¨ª asentados¨C fue abandonado por las familias m¨¢s pudientes y qued¨® habitada por los obreros ¨Cmuchos provenientes de Italia y Espa?a¨C que sol¨ªan trabajar en saladeros, curtiembres y f¨¢bricas de la zona. En este ambiente proletario y multicultural, donde la ciudad empezaba a disolverse en el campo y los criollos se mezclaban en los arrabales con los inmigrantes europeos, naci¨® el tango argentino.
Herencia de los orilleros del sur, el tango se preserva mejor en esa zona que en otros puntos de la ciudad. San Telmo y La Boca son a la vez sus puertas de entradas y dos trampas para turistas; no porque lo que ofrecen sea del todo inaut¨¦ntico, sino porque son engranajes de un circuito comercial bien engrasado, del que tampoco suele escapar la mayor parte de los porte?os. Para conocer un tango menos alambicado y m¨¢s parecido al de sus or¨ªgenes populares hay que aventurarse un poco m¨¢s hasta barrios como Barracas o Nueva Pompeya, en el l¨ªmite (o ya fuera) de cualquier mapa tur¨ªstico.
En Nueva Pompeya se fund¨® hace m¨¢s de 70 a?os el Bar El Chino, protagonista de varios documentales y escenario de una pel¨ªcula que lleva su nombre. All¨ª, m¨²sicos y cantantes profesionales se alternaban en las tablas con entusiastas dispuestos a mostrar su arte. La gente iba a bailar, a interpretar o simplemente a mirar y escuchar. Tras varios cierres y reaperturas, en la actualidad permanece cerrado, pero su esp¨ªritu transmigr¨® a Los Laureles (Iriarte 2290), un bar notable (en Buenos Aires hay 73 con dicha distinci¨®n concedida por la Legislatura porte?a) del barrio de Barracas.
Los Laureles es un bar-restaurante inaugurado en 1893, cuando a la zona todav¨ªa le quedaba algo del esplendor econ¨®mico previo a la deserci¨®n de las familias adineradas hacia el norte de la ciudad. Pero a la vez, ya entonces sus calles albergaban a carreros, organilleros, cuarteadores, troperos y compadritos. En esta transici¨®n, el sur gan¨® su fama de zona peligrosa, en parte justificada pero con mucho de estigmatizaci¨®n de la pobreza y la procedencia (for¨¢nea) de sus habitantes. En los cuentos de Borges suele ser el lugar en el que los personajes encuentran la muerte.
Durante las primeras d¨¦cadas del siglo este bar, uno de los much¨ªsimos que poblaban los arrabales porte?os, fue una parada habitual de personajes legendarios del tango como ?ngel Vargas, Enrique Cad¨ªcamo o Eduardo Arolas. Posteriormente, el sostenido empobrecimiento del sur de ciudad, las peri¨®dicas crisis de la econom¨ªa argentina y los cambios en las costumbres hicieron que la colorida flora urbana de bares en los que se cantaba tango, h¨¢bitat natural del compadrito, se fuera extinguiendo. Los Laureles es el ¨²nico de los bares tradicionales del barrio de Barracas que sobrevive y el ¨²nico en toda la ciudad que se mantiene viva la tradici¨®n de abrir sus puertas a int¨¦rpretes de toda estirpe.
El viejo local, de techo alt¨ªsimo, conserva las t¨ªpicas y baldosas calc¨¢reas originales ¨Cque iban reemplazando a los pisos de madera tras las frecuentes inundaciones de la zona¨C y abre de mi¨¦rcoles a domingo a partir de las 20.00. Todos los d¨ªas se baila tango, los jueves y los domingos suele haber m¨²sicos en vivo, los s¨¢bados se bailan milongas con el acompa?amiento de alguno de los m¨¢s de mil discos de vinilo que los due?os heredaron de la colecci¨®n de los musicalizadores de Radio Nacional y los viernes es el momento de la pe?a de los cantores, en la que cualquiera que lo desee puede apuntarse para cantar un par de temas acompa?ado por los guitarristas del lugar. Hay que decir que quienes lo hacen son sorprendentemente buenos: nadie toma el micr¨®fono para hacer un papel¨®n o una gracia de borracho para sus amigos.
Como no s¨®lo de baile y tango se puede vivir, en el lugar tambi¨¦n se cena. La carta ofrece la caracter¨ªstica comida de bodeg¨®n, es decir, la combinaci¨®n de las tradiciones culinarias espa?olas, italianas y criollas que probablemente tambi¨¦n se originase en los arrabales del sur de Buenos Aires. Los platos ¨Cpastas, carnes al horno, polenta¨C son ricos, abundantes y sellan una experiencia grata para todos los sentidos. El precio de la velada, siempre en funci¨®n de lo que se pida, no suele superar los 10 euros por persona.
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