Nueve castillos magn¨ªficos del Loira
Del esplendor de Chambord al retiro de Leonardo da Vinci, ruta por los 'ch?teaux' del valle franc¨¦s
En las listas de los destinos m¨¢s deseados por los viajeros, siempre figuran, y en un puesto destacado, los castillos del Loira. Est¨¢n llenos de turistas, s¨ª, pero nunca defraudan. Espectaculares y grandiosos, por algo la flor y nata de la sociedad francesa lleva casi mil a?os escap¨¢ndose a este ed¨¦n creado alrededor de sus elegantes y finos ch?teaux.
Entre fortalezas medievales y joyas del Renacimiento, la regi¨®n del Loira tiene tantos castillos que har¨ªa falta una vida entera para visitarlos todos; desde la joya de la corona, Chambord, a los elegantes castillos de Chenonceau o de Cheverny, deteni¨¦ndose en el hist¨®rico palacio real de Blois o construcciones m¨¢s discretas (y con menos turistas), como el fort¨ªn de Montresor.
01 Langeais, castillo en versi¨®n original
Comenzaremos por uno de los menos conocidos, Langeais, pero tambi¨¦n uno de los pocos castillos que conservan en buen estado el interior original, con suelos de mosaico y muebles aut¨¦nticos del siglo XV. Este ch?teau fue construido como una fortaleza en la d¨¦cada de 1460 para frustrar una posible invasi¨®n desde Breta?a. Desde las torres defensivas que despuntan por encima de los tejados podemos ver el pueblo tal y c¨®mo lo ve¨ªan los soldados. Unos agujeros en el suelo de las almenas permit¨ªan arrojar aceite hirviendo, piedras y excrementos a los atacantes. Al otro lado del patio, la torre del homenaje, del a?o 992 y en ruinas, es la m¨¢s antigua de Francia.
02 Villandry, jard¨ªn renacentista
La parada en Villandry es inevitable por sus famosos jardines, posiblemente, los m¨¢s elegantes del Loira. Los cre¨® Juan el Bret¨®n, ministro de Finanzas y embajador en Italia de Francisco I, gracias a quien podemos pasear actualmente por los magn¨ªficos senderos de guijarros que recorren las seis hect¨¢reas de jardines acu¨¢ticos, un laberinto, vi?edos y numerosos vergeles tem¨¢ticos, como el fabuloso potager (huerto) del siglo XVI, donde incluso las hortalizas est¨¢n plantadas en funci¨®n de sus color. Los jardines florecen entre abril y octubre, aunque son m¨¢s espectaculares en pleno verano.
Para disfrutar de una panor¨¢mica de los jardines y de los r¨ªos Loira y Cher, se puede subir al donjon (torre del homenaje), ¨²nico vestigio medieval de este castillo renacentista.
03 Azay-le-Rideau, el m¨¢s rom¨¢ntico
Rodeado por un foso, el rom¨¢ntico Azay-le- Rideau es una de las grandes joyas de Francia. Con sus esbeltos torreones, sus ventanas geom¨¦tricas y su mamposter¨ªa, es la imagen que resume el esplendor del Loria, rodeado de jardines que cubren una isla natural en medio del r¨ªo Indre. Lo m¨¢s famoso del castillo es su escalera de honor, de estilo italiano, con vistas al patio central. En verano, cada noche se proyecta en sus muros uno de los mejores y m¨¢s antiguos espect¨¢culos de son et lumi¨¨re (luz y sonido) de la regi¨®n.
Si desde Azay vamos hacia Chenonceu, podremos desviarnos hacia Sach¨¦, donde nos espera otro ch?teu menos conocido y el Museo de Balzac.
04 Chenonceau, el castillo de las damas
A esta elegante fortaleza sobre el r¨ªo Cher se la conoce como el castillo de las damas porque fueron varias las mujeres que marcaron su historia: Diana de Poitiers, amante del rey Enrique II, a?adi¨® sus caracter¨ªsticos arcos; la viuda de Enrique, Catalina de M¨¦dici, incorpor¨® el laberinto de tejos y la rosaleda del ala oeste, y en el siglo XVIII, la arist¨®crata Madame Dupin convirti¨® Chenonceau en un lugar de encuentro de la alta sociedad, con invitados como Voltaire y Rousseau. La leyenda cuenta que consigui¨® salvar el castillo de la destrucci¨®n durante la Revoluci¨®n francesa gracias a su popularidad entre los lugare?os.
Chenonceau es un monumento a la elegancia, visible en su arquitectura, sus jardines y su mobiliario. Solo hay que fijarse en la Grande Gallerie sobre el Cher, de 60 metros de largo y escenario de muchas fiestas locas durante siglos. Tambi¨¦n sirvi¨® de ruta de escape a los refugiados que hu¨ªan de la ocupaci¨®n nazi durante la II Guerra Mundial, cuando el r¨ªo delimitaba la frontera entre la Francia libre y la ocupada.
En verano se recomienda un paseo nocturno por su recinto iluminado durante la Promenade Nocturne.Un consejo: si viajamos con ni?os podemos visitar tambi¨¦n el cercano parque tem¨¢tico Mini-Ch?teaux, con reproducciones a escala de 44 castillos del Loira.
05 Amboise, el refugio de Leonardo
El pueblo de Amboise se alza sobre la ribera sur del Loira, dominado por el Ch?teau Royal, un castillo fortificado del siglo XV f¨¢cil de defender, por lo que los reyes deb¨ªan encontrar aqu¨ª poca acci¨®n y sirvi¨® m¨¢s bien de residencia de fin de semana de la corte, con sede en el cercano Blois. Carlos VIII se cri¨® aqu¨ª y encarg¨® su remodelaci¨®n, de estilo italiano, en 1492.
En la misma calle est¨¢ la otra atracci¨®n de Amboise, Le Clos Luc¨¦, la espl¨¦ndida casa se?orial en la que se instal¨® Leonardo da Vinci en 1516 y donde pas¨® los ¨²ltimos d¨ªas de su vida, invitado por Francisco I. Da Vinci, que ya ten¨ªa 64 a?os cuando lleg¨® a Le Clos, se dedic¨® a realizar bocetos e inventar nuevos artilugios, cuyas maquetas se exhiben en la vivienda y sus amplios jardines.
06 Asesinatos e intrigas en Blois
El Ch?teau Royal de Blois es una obra de arte, pero tambi¨¦n un basti¨®n militar. Sus cuatro grandes alas son un estupendo resumen de los estilos arquitect¨®nicos presentes en el valle de Loira, con elementos cl¨¢sicos, del g¨®tico, del g¨®tico flam¨ªgero y de Renacimiento temprano. Para entender el esplendor que representa Blois solo hay que fijarse en la escalera de honor, decorada con salamandras y efes ensortijadas. O en el studiolo, en cuyas paredes se dec¨ªa que Catalina de M¨¦dici ten¨ªa alacenas secretas con venenos. Tambi¨¦n en los aposentos reales del segundo piso, donde tuvo lugar uno de los episodios m¨¢s sangrientos de la historia de la monarqu¨ªa francesa: en 1588, Enrique III orden¨® a sus guardaespaldas asesinar aqu¨ª a su gran enemigo, el duque Enrique I de Guise, mientras ¨¦l mismo se ocultaba tras un tapiz. Unas pinturas de la ¨¦poca describen el truculento suceso.
07 Cheverny, el castillo del capit¨¢n Haddock
Los fans de Tint¨ªn quiz¨¢ reconozcan la fachada del castillo de Cheverny, en la que est¨¢ inspirada la residencia del capit¨¢n Haddock, el castillo de Moulinsart. En realidad, fue construido entre 1625 y 1634 por Jacques Hurault, un intendant (administrador) de Luis XII, y ha estado habitado por la misma familia durante cuatro siglos. En su interior, lujosamente amueblado, destacan un comedor formal, decorado con escenas de Don Quijote,as¨ª como una sala de juegos infantil llena de juguetes de la ¨¦poca de Napole¨®n III. En los jardines se encuentran las perreras, que alojan a perros de caza cuya hora de la comida, conocida como Soupe des Chiens, son las 17.00.
Detr¨¢s del castillo, la Orangerie del siglo XVIII que alberg¨® durante la II Guerra Mundial valios¨ªsimas obras de arte, como La Gioconda, es ahora un sal¨®n de t¨¦.
08 Chambord, el magn¨ªfico
Si solo da tiempo a visitar un ch?teau del Loira, que sea el de Chambord. El pabell¨®n de caza de Francisco I es el aut¨¦ntico rey de los castillos, una maravilla extravagante e ins¨®lita con cientos de habitaciones, secretos arquitect¨®nicos por doquier y una escalera de doble h¨¦lice que, seg¨²n dicen, fue dise?ada por Leonardo da Vinci. Tiene 440 habitaciones, 365 chimeneas y 84 escaleras, todo ello alrededor de una torre del homenaje rectangular, atravesada por cuatro grandes corredores y flanqueada por bastiones circulares en las esquinas. En el centro se halla la famosa escalera de Leonardo, con dos tramos que conducen a la gran linterna y al tejado, desde donde se puede admirar el recinto ajardinado y la mara?a de c¨²pulas, torrecillas, chimeneas y pararrayos. Impresionante.
09 Los somnolientos castillos del sur
Si las multitudes de los ch?teux m¨¢s famosos nos echan para atr¨¢s, basta apartarse un poco de la ruta principal para encontrar otros m¨¢s modestos y menos conocidos, pero que pueden sorprendernos tanto como los anteriores.
Entre Azay-le-Rideau y Chenonceau, la primera parada es en Loches, donde, tras su victoria en Orleans en 1429, Juana de Arco convenci¨® a Carlos VII para que marchara sobre Reims y reclamara la Corona francesa. Su Cit¨¦ Royale es una ciudadela real que re¨²ne 500 a?os de arquitectura en un solo espacio.
M¨¢s adelante, merece la pena detenerse en el extravagante Ch?teau de Montr¨¦sor, decorado hace m¨¢s de un siglo, cuando perteneci¨® a un conde polaco, Xavier Branicki, financiero y magnate de los ferrocarriles. La ecl¨¦ctica decoraci¨®n incluye una escalera en espiral de caoba cubana, un piano en el que toc¨® Chopin, una sala con narguiles turcos y piezas de la batalla de Viena del siglo XVII.
Unos 20 kil¨®metros hacia el norte se llega al Ch?teau de Montpoupon, situado en plena campi?a, y posteriormente a la ¨²ltima parada de esta mini ruta, Ch?teau de Montrichard, del siglo XI, en ruinas. El final perfecto puede ser una visita al castillo, un pic-nic en el parque junto al r¨ªo Cher o una degustaci¨®n de los vinos de las Caves Monmousseau.
M¨¢s informaci¨®n en las gu¨ªas En ruta por los castillos del Loira y Lo mejor de Francia, de Lonely Planet, y en www.lonelyplanet.es
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