Moldavia, mucho vino y pocos turistas
Es uno de los territorios del mundo menos visitados. En su capital, Chisin¨¢u, la fiesta nacional del vino es toda una celebraci¨®n del principal producto de sus exportaciones
Narok!: esta palabra del idioma de Moldavia (una variante del rumano) tiene varias acepciones. Pero la m¨¢s importante para los que visitan el pa¨ªs es sin duda ¡°?salud!¡±. Es ¨²til en cualquier ¨¦poca del a?o, pero especialmente para los que llegan a Chisin¨¢u el primer fin de semana de octubre. Es el momento en que la capital moldava, normalmente algo aletargada, se anima de repente para celebrar la m¨¢s importante de sus fiestas: la del vino. Y es que Moldavia, con un tama?o apenas superior al de Catalu?a, es hoy el s¨¦ptimo exportador del mundo de estos caldos, con unos 2,3 millones de hectolitros anuales. Y quiere hacer de las rutas enol¨®gicas el eje de su menguada oferta tur¨ªstica (en 2013, aparec¨ªa en las listas de los pa¨ªses menos visitados del mundo, junto con, por ejemplo, Kiribati, una agrupaci¨®n de 33 islas perdidas en el Oc¨¦ano Pac¨ªfico).
Celebrado anualmente desde 2001, el National Wine Day (D¨ªa Nacional del Vino), a pesar de su nombre, dura un fin de semana entero, en la plaza alargada que se extiende entre el Parlamento y lo que los moldavos llaman el Arco de Triunfo, modesta copia de su hom¨®nimo parisiense. Desde el viernes, este espacio habitualmente vac¨ªo se llena de casetas que construyen las bodegas (hay unas 170 en el pa¨ªs). Las hay con decoraci¨®n buc¨®lica, con reproducciones de cubas o, directamente, enteramente en forma de cubas. El s¨¢bado empieza la fiesta: una vez terminados los discursos oficiales (miembros del Gobierno suelen asistir a este homenaje a un sector que representa el 25% del PIB), es la explosi¨®n. La orquesta entona una m¨²sica con estos acentos z¨ªngaros que hacen casi imposible mantener quietos los pies. Decenas de j¨®venes ataviados con el vestido tradicional (ellas con el pa?uelo, ellos con las botas y el gorro negro, y todos con las camisas blancas con coloridos bordados) irrumpen para bailar la hora, la danza tradicional de Moldavia (y de gran parte de los Balcanes), que se interpreta en c¨ªrculo y cogidos de la mano. Unos actores representan escenas rurales, algunos arreglando toneles, otros bebiendo, otros pisando la uva.
Vino mediante, la atm¨®sfera se caldea. Las orquestas se suceden hasta tarde en la noche, aunque los ritmos pop reemplazan progresivamente la m¨²sica tradicional. Hay vinos para todas las salsas. Entre las casetas, unos quioscos ofrecen barbacoa, chapas, globos. La celebraci¨®n se prolonga hasta la noche del domingo.
Pero el culto a Baco no se limita a Chisin¨¢u. Es el momento ideal (aunque se puede hacer durante todo el a?o) para visitar algunas de las bodegas m¨¢s famosas del pa¨ªs. Como la de moda, la de Cricova, cerca de la capital. Es una enorme construcci¨®n subterr¨¢nea que aprovecha unas antiguas canteras, a unos 85 metros bajo tierra (para mantener una temperatura estable), con avenidas subterr¨¢neas tan amplias que se pueden recorrer en autob¨²s, unos 125 kil¨®metros en total. Tras pasear por la Cabernet Street o la Pinot Street, uno se encuentra de repente frente a una interminable colecci¨®n de botellas. Hay alrededor de 1,2 millones (la m¨¢s antigua de 1902), de las cuales, supuestamente, algunas pertenecen a las colecciones personales aqu¨ª almacenadas por algunos de los grandes de este mundo. Pero el gigantismo de Cricova no basta para igualar las cifras de otra bodega vecina, la de Milestii Mici, que con sus 200 kil¨®metros de avenidas subterr¨¢neas y su colecci¨®n de casi dos millones de botellas figura en el libro Guinness de los r¨¦cords.
Si las grandes bodegas siguen en manos estatales, las hay tambi¨¦n privadas, de car¨¢cter m¨¢s artesanal. Como la de P¨²rcari, instalada desde 1827 a unos 130 kil¨®metros al sur de Chisin¨¢u, en un entorno buc¨®lico, con un lago artificial donde chapotean unos patos. Si su producci¨®n anual de un mill¨®n de botellas no pretende rivalizar con los 15 millones de Cricova, su fama no tiene nada que envidiarle. El lugar se ha transformado en un centro de descanso con hotel incluido. Sin llegar a ser tan polifac¨¦ticas, casi todas las grandes bodegas moldavas tienen sus salas de conferencia, sus salones, sus gu¨ªas pol¨ªglotas que hacen la visita al lugar en varios idiomas o ense?an los secretos de la cata.
Y es que el sector vin¨ªcola se ha convertido en un verdadero imperio en la econom¨ªa de Moldavia, un pa¨ªs que se independiz¨® del imperio sovi¨¦tico en 1991, de unos 3,5 millones de habitantes sin contar las alrededor de 500.000 personas que ocupan el enclave proruso de Transistria. La historia del pa¨ªs est¨¢ estrechamente vinculada al vino, que se empez¨® a producir aqu¨ª, se dice en Chisin¨¢u, hace unos 5.000 a?os, en la ¨¦poca de los dacios. Y su prohibici¨®n durante los tres siglos en que los otomanos dominaron Moldavia (y otra prohibici¨®n m¨¢s reciente y menos conocida, la decretada por Mija¨ªl Gorbachov a finales de los a?os ochenta) no pudo acabar con el sector. ?ste, sin embargo, se enfrenta ahora a otro reto: el embargo, parcial desde 2006 y casi total desde 2013, decretado por Rusia por motivos pol¨ªticos sobre las importaciones de vino moldavo. Frente a este desaf¨ªo, los viticultores locales aspiran a hacerse conocer en Occidente: hoy, todav¨ªa, la casi totalidad de su producci¨®n se vende en Europa oriental y en los Estados de la antigua URSS. Tambi¨¦n esperan que los muy contados viajeros se conviertan en embajadores enol¨®gicos de su pa¨ªs. Su materia prima, desde luego, es excelente, como podr¨¢n darse cuenta los que desembarcan en Chisin¨¢u: basta con probarla y¡?narok!
Gu¨ªa
Informaci¨®n
Austrian Airlines, Lufthansa, Tarom y Ukraine International Airlines vuelan a la capital moldava con una escala. Air Moldova (www.airmoldova.md) vuela directamente a Chisin¨¢u desde Barcelona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.